Vie 25.08.2006

EL PAíS  › LAVAGNA HIZO SU PRIMER ACTO DE CAMPAÑA CON SIMBOLOS PERONISTAS

Sin el saco y cantando la marcha

Organizado por los ex duhaldistas, Lavagna dio un discurso en El General. Criticó la Concertación K y “la obediencia debida”.

› Por Diego Schurman

La imagen solitaria de Roberto Lavagna cruzando la avenida Belgrano para tomarse un taxi a las 3 y 10 de la tarde no ayudaba a componer el estado de situación de apenas unos minutos antes. Pero el ex ministro había tenido un ruidoso debut en un acto-almuerzo del PJ, organizado por el cuarteto duhaldista “El General” en el restaurante que les dio su nombre, donde a salón lleno lo recibieron al grito “Se siente, se siente, Lavagna Presidente”. Con ese marco, el ex ministro no pudo olvidarse de Néstor Kirchner. “Queremos evitar la obediencia debida, no hay obediencia debida respecto de nadie”, dijo sobre la Concertación K en uno de los tramos más aplaudidos.

El ex funcionario llegó al lugar cuando unos 200 comensales de origen bonaerense le daban cuchara al flan. Estaba acompañado por su operador, el ex diputado Alberto Coto. Fue una sorpresa para todos menos para el cuarteto organizador integrado por Juan José Alvarez, Francisco De Narváez, Jorge Sar-ghini y Eduardo Camaño.

Lavagna saludó, se quitó el saco y desde un atril, con el escudo del PJ de fondo, comenzó un discurso de campaña. Mesurado en el tono, pero no en los conceptos, el ex ministro dejó en claro que su carrera hacia la candidatura avanza lenta pero sistemáticamente.

Camaño lo había precedido en el discurso. El ex legislador adjudicó a los comensales la representación del “verdadero” peronismo. Y de paso desparramó el apodo del grupo convocante hacia los seguidores. “En enero fuimos 4, ahora somos 200, en septiembre seremos más de 1500 generales”, vaticinó aludiendo al plenario del sector previsto para ese mes.

Llegó el turno de Lavagna. Y el silencio se apoderó del desbordado restaurante temático. Un puñado de los representantes de 108 distritos de la provincia de Buenos Aires –según los cálculos de los organizadores– debió seguir el discurso de pie.

“Hay un par de cositas, muy cortas, que todos conocemos pero que no viene mal recordar con vistas al futuro”, arrancó el ex titular de Hacienda con ese tono pedagógico con el que se leen los cuentos a los chicos antes del final del día. Pero lejos de adormecer, capturó la atención y transmitió entusiasmo a quienes sólo esperaban un postre para después de los fideos con crema.

“Les recuerdo que en la última década abrazamos casi sin pensarlo el conservadurismo social, políticas decididamente privatistas pero empresarias, y hoy parece que nos volvemos al otro extremo del arco político y aparece claramente la tentación de un cierto populismo vacío de contenido y que dura mientras dura la caja”, lanzó.

La crítica a Kirchner continuó con un elogio –en buena medida un autoelogio– a los que capearon la crisis del 2001 hasta construir una “situación económica tremendamente sólida”. Después, volvió con una suerte de contradiscurso oficial. Si el Presidente suele regalar las cifras que describen la mitad llena, Lavagna se ocupó de la mitad vacía.

Al final, explicó a su manera la necesidad de Los Generales –por llamarlos como a Camaño le gusta– de buscar otro referente que no sea Kirchner y otro lugar que no sea el Frente para la Victoria. “El espacio que estamos tratando de construir trata de evitar simplemente la palabra oposición (...), pero al mismo tiempo queremos evitar la obediencia debida, no hay obediencia debida respecto de nadie”, dijo sobre la Concertación K.

Si ya había seducido a la conducción de la UCR, que ahora vela armas ante la afrenta de los radicales K, ayer arrancó aplausos de un variopinto sector del PJ. Estaban, entre otros, Carlos Brown, Silvia Martínez, Marina Cassese, Gustavo Ferri (yerno de Eduardo Duhalde), Irma Roy y la riojana y ex menemista Alejandra Oviedo.

Haciendo honor a los presentes, Lavagna no se privó de ensalzar al peronismo. Lo hizo resaltando su “capacidad de ejercer el poder”, mencionando las palabras mágicas “compañeros y compañeras” y, como no podía ser de otra manera, entonando la marcha peronista en un salón con fotos y ornamentos evocativos de El General.

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