Lun 28.08.2006

EL PAíS  › LOS MOVIMIENTOS DE ZAMORA, LEJOS DEL PRIMER PLANO

Ex diputado en su laberinto

Aunque no aparece en los medios, sigue figurando en todas las encuestas en Capital. Luis Zamora asegura que no piensa en candidaturas. Acompaña movimientos sociales y políticos.

› Por Adriana Meyer

Hace tiempo que no aparece en los medios, y por ahora asegura que ni piensa en una candidatura. Sin embargo, Luis Zamora continúa figurando en las encuestas con una intención de voto en Capital de alrededor de siete puntos. ¿Cómo lo consigue? ¿Será su imagen de vendedor de libros congelada en el inconsciente colectivo? Mientras sus ex compañeros de izquierda lo cuestionan por romper en forma sistemática toda construcción electoral –e incluso algunos lo acusan de manejos turbios con los fondos partidarios–, Zamora visita a los asambleístas de Gualeguaychú, apoya la campaña por la legalización del aborto y logra la reapertura de la causa de Dagmar Hagelin (ver recuadro). También se lo puede encontrar junto a los movimientos que se oponen a emprendimientos mineros contaminantes en la Cordillera, en el entendimiento de que “la pelea contracultural y comunicacional es una forma de construir poder desde abajo”.

Esta definición la pronunció el viernes durante una charla organizada en el hotel Bauen por la Liga Socialista Revolucionaria y su partido, Autodeterminación y Libertad (AyL), sobre las consecuencias para América latina de la guerra de Medio Oriente, con la participación de Laura Ginsberg, de Apemia, como moderadora. Actividades como ésa son las que ocupan las horas del ex diputado, en las que se lo puede ver un poco más canoso, con la misma figura delgada y su habitual discurso llano.

El consultor Artemio López (Equis) explicó a Página/12 que “Zamora representa al sector que se identificó con el ‘que se vayan todos’”, como explicación a los números que arrojó una reciente medición en Capital. Al parecer, esa franja mantiene una posición anti-sistema con el fundador del MAS como referente. Zamora llevaba un año de su segundo mandato como legislador cuando anunció en la campaña de 2003 que no sería candidato a presidente y que propiciaba no votar a nadie como forma de “voto bronca”.

Por estos días sus movimientos se basan en aproximarse a prácticas político-sociales como las de la Asamblea de Gualeguaychú, a la que califica como “una escuela de aprendizaje” porque considera que “es la autodeterminación plasmada en la realidad”, según suele expresar en esos viajes. También le interesan las acciones de las comisiones internas que lideran conflictos por afuera de la llamada burocracia sindical. A pesar de la polémica participación de sus legisladores en el proceso de destitución del ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, Zamora sostiene que un sector de los familiares de Cromañón lo respeta. Y destaca la tarea de su esposa, la legisladora Noemí Olivetto, en cuestiones de género, como la organización de la conferencia de la médica holandesa Rebecca Gomperts, conocida por su barco-clínica de abortos, a fines de 2004.

Su intención de voto parecería demostrar que salió incólume de las denuncias de corrupción que le endilgaron dos años atrás. Según recuerdan sus allegados, la Justicia desestimó las acusaciones sobre falta de democracia interna y manejo discrecional del dinero partidario.

A diferencia de Patricia Walsh, que picó en punta lanzando su candidatura, Zamora aún no debatió el tema electoral con sus seguidores porque le parece “prematuro”. Si bien sectores como el que encabeza Walsh se le acercaron en busca de la tan mentada unidad de la izquierda, AyL permanece ajeno, por ahora, a toda negociación. Es que a Zamora ya no le parecen viables los cambios por el camino de la representación parlamentaria o de las instituciones. En tal sentido, fue duramente criticado por casi todos los sectores de izquierda cuando votó en contra de la derogación de las leyes de impunidad. También estuvo ausente durante la votación del juicio político a los miembros de la Corte Suprema. La polémica por los Superpoderes ya lo encontró con mandato cumplido, pero ante sus compañeros expresó que “no cambia nada porque el Congreso tampoco haría llegar el dinero público a los chicos con hambre”. Aunque supo ser un legislador de oratoria encendida, esas arenas ya no lo seducen, dicen.

Hace cinco años, Zamora fundó Autodeterminación y Libertad. Apostó a la participación y a las decisiones colectivas más que a la estrategia partidaria. Sin embargo, AyL sufrió una enorme sangría de dirigentes. A esta diáspora, que hizo que lo dejaran solo en su bloque en Diputados, Zamora prefiere llamarla hoy “borocotización”, pero el año pasado había admitido que se sentía “avergonzado” por la partida de sus legisladores. En aquella denuncia sobre la utilización del dinero de AyL, también lo acusaron de autoritarismo. “Traicionó y destruyó un proyecto político que en su apogeo logró ocho legisladores porteños y cuatro diputados nacionales”, cuestionó el diputado Carlos Tinnirello, ex miembro de AyL.

Zamora cree que su permanencia en la memoria de los votantes no sólo se debe a su breve carrera como corredor de libros sino también a aquel episodio en el Congreso, cuando le gritó a George Bush padre “¡Abajo el imperialismo!”. Aunque reniega de las prácticas tradicionales, en el fondo sabe que la política también se construye con gestos.

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