EL PAíS › LEOPOLDO MOREAU, DIRIGENTE BONAERENSE
Para Leopoldo Moreau la crisis del radicalismo no está ni cerca de definirse. “Todavía pasará mucha agua debajo del puente”, afirma para subrayar que difícilmente Néstor Kirchner pueda conseguir la cantidad de apoyos radicales con los que especula. “Son los mismos que estaban al lado de Fernando de la Rúa y no nos escuchaban cuando decíamos que nos acercábamos a un abismo. Espero que ahora nos escuchen”, dice sobre los denominados radicales K, los gobernadores que se alinearon con el Presidente y desafiaron a la Convención Nacional. También le responde a Kirchner por las críticas a Raúl Alfonsín en el tema derechos humanos. “Kirchner salió a cazar los leones cuando estaban en el zoólogico. Nosotros los tuvimos que salir a cazar cuando estaban sueltos”, asegura.
–¿Cómo analiza el presente de la UCR?
–Creo que después de mucho tiempo, por fin el radicalismo está en una etapa significante. Ha empezado a recuperar su identidad política. El debate de la Convención Nacional en Rosario abre el camino hacia una resignificación, hacia la construcción de un espacio que está vacante en la sociedad y que podríamos definir como el de la socialdemocracia.
–¿Cómo define a los radicales que están alineados con Kirchner?
–Hay una mezcla de perfiles y de conductas políticas que impide una caracterización genérica. Por un lado están los que honradamente piensan que ése es el mejor camino para conseguir obras para su comunidad. También están los que especulan y por temor se acercan al Gobierno. Están los que quieren conservar su poder comarcal. Pienso que mucha agua correrá debajo del puente y que el Gobierno no tendrá las adhesiones que piensa conseguir. Algunos de estos dirigentes están sintiendo como una carga ser parte de este poder hegemónico. Están también los que temen ser el jamón del sandwich entre un oficialismo poderoso que tendrá muchas vertientes y candidatos y una oposición que podría vertebrarse. En ese caso, ante un posible voto kirchnerista divido y un voto radical concentrado, corren el riesgo de perder el poder que pretenden conservar.
–El radicalismo enfrentará a los gobernadores de la UCR alineados con Kirchner. ¿Quién conseguirá el voto, referentes o el partido?
–No hay ninguna duda de que el radicalismo tendrá candidatos en todos los niveles electorales, en las postulaciones a todos los cargos. Eso es lo que le preocupa a Kirchner porque él apuesta a la desaparición del radicalismo. El electorado no se va a guiar por lo que digan los señores feudales, sino por su propio discernimiento. El mejor ejemplo es el revés que en el 2003 sufrió Melchor Posse, que acompañaba a Adolfo Rodríguez Saá como candidato a vicepresidente. Salvo en las localidades en las que hay un clientelismo extremo, no hay ningún gobernador que pueda guiar el voto a presidente con su poder local. Eso Kirchner lo sabe, pero quiere hacer una demostración de fuerza y mostrar que se puede llevar todo por delante.
–A diferencia de otros partidos, en el radicalismo la crisis es presentada de una manera apocalíptica. ¿Por qué?
–El radicalismo es el único partido que sigue funcionando como tal. La Convención demostró que las decisiones se toman de una manera democrática. Algo que no sucede con el resto de los partidos. El único que se le puede parecer es el socialismo. El resto toma sus decisiones y se construye a través de figuras mediáticas. Fíjese en el ARI y su reciente plenario en La Pampa. El eje de discusión era si el consenso y el debate interno estaban por encima de las opiniones personales de su líder. Un despropósito.
–Usted define al espacio de la UCR como el de la socialdemocracia. ¿No es contradictorio con llevar a Lavagna como candidato?
–Creo que Lavagna está en la franja de la socialdemocracia. El lo define como un espacio centro-progresista. Lo demostró en su tarea como ministro de Economía. Fue el más progresista de los ministros que tuvimos desde 1989. El gobierno de la Alianza perdió la oportunidad de tenerlo como ministro. No le torcieron el brazo las empresas de servicios públicos con sus reclamos de aumentos de tarifas, ni los que pretendieron que las retenciones fueran un adelanto del impuesto a las ganancias. Estableció un control de cambio estricto en el 2002. Llevó la negociación de la deuda externa con mucha claridad. Para nada tiene un perfil conservador.
–¿Lo dice por los últimos dichos del presidente Kirchner?
–Sí. También le digo que cuando el Presidente dice que ni él, ni Alfonsín, son héroes o mártires en la lucha contra la dictadura, tiene razón. Son políticos y profesionales. Como político Alfonsín fue vicepresidente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos. Defendió a presos políticos y firmó muchos hábeas corpus. Kirchner debería tener mayor respeto cuando habla de este tema, porque no tiene experiencia. Salió a cazar los leones cuando estaban en el zoólogico. Nosotros los tuvimos que salir a cazar cuando estaban sueltos en el bosque. Haría muy mal en intentar reescribir la historia de una visión parcial y sectaria.
–¿Cuáles son los principales temas que le critica al Gobierno?
–Primero el institucional: la manera que tiene el Gobierno de relacionarse con la sociedad. Ha llevado adelante una democracia plebiscitaria. Segundo, la política internacional. El aislamiento de Argentina tiende a profundizarse. En tercer lugar hay que revertir el actual cuadro de inequidad social y avanzar en una más justa redistribución de la riqueza. Lo mejor que le podría pasar a Kirchner es que lo enfrentara la derecha. La candidatura de Lavagna le cambió la agenda al gobierno.
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