EL PAíS › LA CTERA ENTREGO PREMIOS A LOS “MAESTROS DE LA VIDA”
El gremio docente distinguió a personalidades que “luchan por una sociedad más justa”. Fue también un homenaje a los trabajadores de la educación desaparecidos durante la dictadura.
Todos los invitados se mostraron como buenos alumnos en el acto-homenaje organizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera). Sin duda, fue Mercedes Sosa la más aplaudida, quien obtuvo la mejor nota: cantó a capella tres estrofas de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, antes de pedir disculpas por olvidarse la letra. Los premios Maestros de la Vida se entregaron ayer en el Paseo La Plaza ante un auditorio lleno y muy fervoroso.
“Nunca pensé que algo tan aburrido como el Derecho me iba a acercar acá”, respondió a Página/12 el juez de la Suprema de la Corte Raúl Zaffaronni, consultado sobre la diversidad de homenajeados, que incluía desde el músico Luis Alberto Spinetta hasta el kinesiólogo de la Selección Argentina de Fútbol, Rubén Fernández, pasando por el sacerdote Jorge Contreras. Por segundo año consecutivo, este homenaje distinguió a “aquellas personalidades que con su testimonio de vida –anunció el presentador–, con su obra o con su ejemplo de entrega van iluminando el contorno de valores de la sociedad más justa por la que estamos luchando”. Se apagaron las luces y el acto comenzó con un video, filmado el 21 de marzo de este año, que mostraba al actor Alfredo Alarcón leyendo una extensa carta que le escribió el cantante Víctor Heredia a María Cristina Cournou, una maestra desaparecida.
En la entrega tuvieron prioridad los maestros, que vinieron de distintas provincias para recibir su galardón. Luego fue el turno de los dramaturgos, entre ellos Eduardo “Tato” Pavlovsky, quien pidió “que desaparezca la pobreza y la indigencia infantil en la Argentina”. Fue un error el que generó otro de los picos emotivos del acto, cuando el locutor anunció a “María Victoria Donda”, una de las nietas que recuperó su identidad a partir de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. “Ya que recuperé mi nombre, lo digo bien: solo Victoria, no María.”
“Soy un hijo de la escuela pública”, dijo el relator Víctor Hugo Morales, cuya voz hizo suspirar a la platea. Consciente del desafío, su sucesor en el escenario, el veterano actor Onofre Lovero, rechazó el micrófono alegando que nunca aprendió a usarlo, “mi voz todavía puede llegar hasta la última fila” dijo y reclamó por el cese del histórico sufrimiento de los docentes. No fue el único. Varios de los homenajeados recordaron la Carpa Blanca que los docentes instalaron, durante los ’90, frente al Congreso Nacional y resaltaron el papel de la Ctera en la lucha por la mejoría de la situación docente.
Además de periodistas como Mario Wainfeld –columnista de Página/12–, Miriam Lewin y Alejandro Fabbri, también hubo varios militantes por los Derechos Humanos entre los premiados, puntualmente la madre de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini; el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Ana María Careaga, periodista, militante y directora del Instituto Espacio para la Memoria. Esta convocatoria tenía como fin, dijeron los organizadores, que “a 30 años del golpe militar se hiciera un homenaje a los trabajadores de la educación asesinados y desaparecidos”.
Informe: Emilio Ruchansky
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