Después de 15 años, Argentina participará, aunque sólo como invitada. Se hará en La Habana y la expectativa está puesta en la posible reaparición de Fidel. Irán y el Líbano, en la agenda.
› Por Martín Piqué
“Es un acercamiento no demasiado entusiasta.” La frase del funcionario de la Cancillería revela la importancia que el Gobierno le concede a la participación en la Cumbre de Países No Alineados que comenzará hoy en Cuba. Después de quince años sin asistir (la Argentina se retiró en 1991 por decisión de Carlos Menem, había ingresado durante el gobierno de Héctor Cámpora), el país volverá a estar representado en el foro que agrupa a las naciones de América latina, Asia y Africa que declararon su independencia en los años ’50 y ’ 60. De todos los participantes –el Movimiento de No Alineados tiene 116 Estados miembro– Argentina aportará una curiosa excepción. Será la única comitiva que asistirá a los debates en calidad de “invitada”, cuando las demás se reparten entre “miembros plenos” u “observadores”. Ese dato, aparentemente menor, revela lo que el Gobierno busca con esta discreta participación en La Habana: “Queremos ir viendo cómo evoluciona”, se defienden desde el Palacio San Martín.
La presencia de la Argentina en esta nueva Cumbre de los países No Alineados comenzó a gestarse hace pocos meses. Luego de que volvieran a producirse roces con Cuba por la situación de la neurocirujana disidente Hilda Molina (Fidel Castro se encontraba en vuelo a Córdoba para asistir a la cumbre del Mercosur cuando se enteró de que Kirchner le entregaría una nueva carta por Molina. La “descortesía” irritó a la delegación cubana), el Gobierno intentó poner paños fríos. Esa intención se reforzó luego de que Fidel delegara el poder en su hermano Raúl.
El Gobierno, entonces, decidió hacer un gesto, aunque no muy contundente. Pidió ser “invitado” a la reunión de La Habana, pero decidió enviar una delegación más bien módica: el representante oficial será el embajador en Cuba, Darío Alessandro, aunque estará acompañado por el diputado Miguel Bonasso. Amigo personal de Fidel, Bonasso conversó el viernes con Kirchner en la Rosada. Hablaron de la Cumbre de los No Alineados, de la relación con Cuba y de las elecciones para jefe de Gobierno porteño. El diputado y periodista en licencia no descarta presentarse como candidato en la ciudad. En Cuba actuará como representante de la Argentina, con el aval explícito de la Casa Rosada.
Comparado con la presencia que llevará Brasil –su comitiva estará presidida por el canciller Celso Amorim–, la representación argentina será tenue. Eso será interpretado como un gesto político, y el Gobierno lo sabe. La búsqueda de reflejar distancia se explica por los antecedentes del caso Molina, pero también por los temas y expositores que se escucharán en La Habana. El más controvertido será el programa nuclear de Irán, una iniciativa que está generando muchos cuestionamientos de Estados Unidos, Alemania y Francia. El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, participará en persona de las conferencias. Este jueves llegará a Cuba, y luego visitará Venezuela para firmar acuerdos bilaterales con Hugo Chávez.
Venezuela comparte con Irán un rasgo fundamental para estos tiempos: son países productores de petróleo que están intentando diversificar su matriz energética. Uno de los objetivos de Irán es desarrollar tecnología nuclear. La cuestión no es nada fácil. Desde el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos amenaza con sanciones si sigue con el programa, mientras que Europa propone una salida negociada pero que igualmente implica límites a los proyectos de Ahmadineyad. Para suerte de Irán, hay dos importantes miembros del Consejo de Seguridad que no son nada proclives a las sanciones: Rusia y China. A esa dupla se podía sumar Venezuela si finalmente es elegida para ocupar un puesto no permanente del Consejo de Seguridad en representación de América latina.
Otro de los temas que ya tiene un lugar garantizado en la agenda de los No Alineados es el conflicto en el Líbano. Se descuenta que de las deliberaciones de la Cumbre saldrá un documento muy crítico hacia Israel. Para la Argentina, tanto el programa nuclear de Irán como la guerra en el Líbano son cuestiones muy delicadas, que hasta ahora manejó con muchísima prudencia. Como lo reconocen los propios funcionarios del Gobierno, la posición pública argentina ante la invasión y el bombardeo al Líbano por parte de Israel fue sumamente cautelosa. Los funcionarios aceptan que la declaración argentina contrastó con la brasileña (firmada por el propio Lula) y argumentan con razones de política interna: Brasil tiene mucha población con ascendencia árabe, la Argentina no.
La Cumbre comenzará hoy con representantes de 130 delegaciones, aunque los presidentes (los cubanos esperan a los jefes de Estado de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Panamá, República Dominicana, Argelia, Filipinas, Qatar, Pakistán, Sudáfrica, Tailandia y Vietnam) llegarán en el transcurso de la semana. También participará el secretario general de la ONU, Kofi Annan. La gran incógnita será si el dueño de casa participará de las actividades.
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