EL PAíS › ACUERDO MAYORITARIO EN LA LEGISLATURA PORTEÑA SOBRE EDUCACION SEXUAL
El ministro de Educación de la ciudad recibirá hoy el texto consensuado tras un largo debate en la Comisión de Educación de la Legislatura porteña. El proyecto, que tiene el visto bueno de la Iglesia, será votado cuando regrese al recinto.
› Por Eduardo Videla
Las tres fuerzas mayoritarias de la Legislatura porteña están de acuerdo. La Comisión de Educación le presentará hoy al ministro del área, Alberto Sileoni, el borrador del proyecto que establece la enseñanza de educación sexual en todos los niveles del sistema educativo público y privado de la ciudad. Sus integrantes escucharán las propuestas sobre los lineamientos curriculares que está elaborando esa cartera para cuando se apruebe la ley. Es el último paso antes de que los diputados aprueben el dictamen que será debatido en el recinto. ¿Qué pasó en la Legislatura para que un proyecto que hace dos años era resistido por la Iglesia Católica y un sector importante de la Legislatura llegue a tener un consenso amplio? Según coinciden legisladores de distintos sectores, la aprobación social del tema, la nacionalización del debate legislativo, los casos resonantes de abuso sexual y el debate sobre el aborto fueron los factores que impulsaron los acuerdos. También destacan la decisiva participación de la actual gestión del Ministerio que –a diferencia de la anterior– se comprometió con la aprobación de la pronta aprobación de la ley.
Página/12 tuvo acceso al borrador que acordaron los diputados de la Comisión de Educación. Diez de los once legisladores que la integran están de acuerdo con el texto –entre todos representan a 45 de los 60 diputados del cuerpo– y sólo el macrista Jorge Enríquez quedó en soledad defendiendo las posiciones más conservadoras, que plasmará en disidencias parciales o un despacho de minoría. Los puntos más destacados del proyecto consensuado son los siguientes:
- Se establece la enseñanza de “Educación Sexual Integral” en todos los niveles y modalidades del sistema educativo público de gestión estatal y gestión privada dependientes del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
- El Ministerio de Educación elaborará los contenidos curriculares obligatorios mínimos, graduales y transversales, teniendo en cuenta las distintas etapas de desarrollo de los/as alumnos/as.
- La Educación Sexual Integral comprende el conjunto de actividades pedagógicas destinadas a favorecer la salud sexual, entendida como la integración de los aspectos físicos, emocionales, intelectuales y sociales relativos a la sexualidad, para promover el bienestar personal y social mediante la comunicación y el amor.
- La educación sexual se basa en principios como “la valoración de la comunicación y el amor”, “el derecho a la intimidad como elemento indispensable en los comportamientos sexuales”, “el respeto a la diversidad de valores en sexualidad”, “el rechazo a toda práctica sexual coercitiva o explotadora y a todas las formas de abuso y violencia sexual”, y “el reconocimiento de la perspectiva de género para la modificación de los patrones socioculturales estereotipados con el objeto de eliminar prácticas basadas en el prejuicio de superioridad de cualquiera de los géneros”.
- Los objetivos de la Educación Sexual serán “brindar información científica, precisa, actualizada y adecuada a cada etapa evolutiva, acerca de los distintos aspectos” de la sexualidad.
- También se propone “fomentar el cuidado y la responsabilidad en el ejercicio de la sexualidad, promoviendo la paternidad y la maternidad responsable y la prevención de las enfermedades de transmisión sexual”.
- Otro de los objetivos es “prevenir toda forma de violencia y abuso sexual”.
- Se promueve además “la modificación de los patrones socioculturales estereotipados con el objeto de eliminar prácticas basadas en el prejuicio de superioridad de cualquiera de los géneros.
- Los establecimientos educativos integrarán “los contenidos mínimos obligatorios a los valores de su ideario y las realidades de su Proyecto Educativo Institucional con la participación de las familias en el marco de la libertad de educación”.
- El Ministerio de Educación garantizará además la oferta de talleres de formación y reflexión para padres, madres y tutores, respetando las convicciones de cada comunidad educativa, y la formación y actualización de los docentes a fin de que puedan tener las herramientas necesarias para abordar el proceso de enseñanza sobre este tema.
La reunión de hoy será la culminación de un trabajo de tres meses, el tiempo transcurrido desde que los legisladores se reunieron con el ministro por primera vez para acordar la necesidad de la sanción de la ley. Desde entonces, los diputados se abocaron a limar las diferencias que mantenían, y Sileoni inició una ronda de consultas con sectores involucrados con la educación para recoger opiniones sobre el tema.
“Esta vez buscamos primero los puntos en los que estábamos de acuerdo, para luego trabajar en los más complicados de consensuar. A partir de allí, cada uno tuvo que ceder un poco”, explicó a Página/12 Marcos Peña, presidente de la Comisión de Educación.
Durante todo este tiempo las reuniones fueron informales y cerradas, sin acceso para la prensa ni para las organizaciones que boicotearon durante dos años la sanción de la ley. Tampoco habrá rondas de consulta: “Ya se hicieron en 2004 y sirven como antecedente”, argumentó el legislador macrista.
El borrador es el producto del consenso de once proyectos, entre ellos los de los diputados Diego Kravetz, Ana María Suppa, Florencia Polimeni, Enrique Olivera y Santiago de Estrada, entre otros.
Para la diputada Polimeni, radical disidente, “la discusión del tema a nivel nacional y algunos casos resonantes llevaron a abrir los ojos a los que eran más reticentes”. Para el acuerdo, destacó, fue importante haber dejado afuera del proyecto los ejes conceptuales que estaban incluidos en su propia iniciativa, hace dos años, y que hacían explícitos los temas que debía abordar la educación sexual.
Las diferencias principales, además de la inclusión de esos ejes temáticos, eran el momento en que debía comenzar la educación sexual: para los macristas era en séptimo grado, para el proyecto mayoritario debía empezar en preescolar. Otro punto de debate era si los contenidos debía fijarlos el Estado o cada comunidad educativa, con participación de los padres. Y un tercero era la inclusión de la perspectiva de género. Finalmente se acordó en comenzar en el nivel inicial, pero incluyendo el concepto de “gradualidad”. Los contenidos obligatorios serán establecidos por el Ministerio de Educación y cada establecimiento podrá aportar los valores que corresponden a su ideología y creencias. En cuanto a la perspectiva de género, se optó por aceptar ese concepto, contemplado en la Constitución porteña, con el objetivo de “modificar los patrones socioculturales estereotipados” y “eliminar prácticas basadas en el prejuicio de superioridad de cualquiera de los géneros”.
El kirchnerista Diego Kravetz sostiene que “de los temas de fondo que se incluían en nuestro primer proyecto, hace dos años, no se resignó nada: se aceptó la obligatoriedad desde la educación inicial, que los contenidos los fije el Ministerio, y la perspectiva de género”. Ese proyecto había generado un apoyo transversal: además de los kirchneristas y el ARI, lo sostenían dos diputadas macristas, Soledad Acuña y Florencia Polimeni, que todavía no se había ido de esa bancada. Pero la mayoría de ese bloque se encolumnó detrás del proyecto de Santiago de Estrada, respaldado por la Iglesia.
¿Qué ocurrió ahora con aquellas diferencias que parecían insalvables? Además de la mayor voluntad de diálogo de los legisladores, algunos diputados piensan que no se podía haber llegado hasta este punto sin la venia del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
Para el diputado del ARI Enrique Olivera, son tres los puntos clave del proyecto consensuado: “La gradualidad entendida como una formación progresiva, según el desarrollo de la personalidad del niño; la responsabilidad del Estado en fijar los contenidos mínimos obligatorios y la posibilidad de que cada comunidad educativa integre esa información con sus propios valores”.
Esto significa, por ejemplo, que la información sobre métodos anticonceptivos se brindará a alumnos de 7º grado, mientras que con los más chicos se pondrá énfasis en el cuidado del cuerpo y la prevención de formas de abuso. En el caso de las escuelas católicas, deberán dar a conocer cuáles son los métodos anticonceptivos y luego podrán explicitar su posición al respecto.
–¿Y si en algún colegio les dicen a los alumnos que los preservativos no sirven para prevenir el sida, como sostienen algunos religiosos? –le preguntó este diario a Olivera.
–Estarían faltando a la verdad. La información debe tener el mayor rigor científico.
Aunque no participó en el debate de 2004, Olivera resignó ahora su propio proyecto de “ley integral de educación” (que incluía un capítulo de educación sexual) para acordar este texto.
El único que quedó afuera del acuerdo fue el macrista Jorge Enríquez: insiste en que la educación sexual debe iniciarse en séptimo grado, reclama una participación más activa de los padres en la fijación de contenidos y sostiene que la perspectiva de género debe “apuntar a la formación de la mujer y el varón y no en la posibilidad de elegir entre cinco orientaciones sexuales”, dice, aunque en ningún momento el proyecto se refiere a esa circunstancia.
“Hasta De Estrada me ha dejado en soledad”, se lamentó Enríquez. Es que el presidente de la Legislatura, un hombre claramente ligado a la Iglesia Católica, también bendijo el proyecto consensuado: “Después de la reunión e intercambio de opiniones con el ministro Sileoni, la Comisión de Educación estará en condiciones de alcanzar un texto definitivo, sobre la base del consenso alcanzado”, declaró a Página/12.
Si todo sale como está previsto, en quince días habrá un despacho de comisión y en otras dos semanas la Legislatura podría convertir en ley este proyecto. Por lo pronto, en las escuelas porteñas debería estar todo preparado para que en el ciclo lectivo 2007 se comience a impartir educación sexual, aun sin la sanción de la ley, como prometió el ministro de Educación.
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