Los llamados telefónicos fueron realizados, en las últimas horas, por funcionarios de primer nivel del Gobierno y tuvieron como destinatarios a los ejecutivos de las principales AFJP. En los despachos oficiales detectaron que las administradoras hicieron fuertes compras de dólares en las últimas jornadas y sacaron las divisas del país. En diez días fueron 1000 millones de dólares, aunque las principales operaciones se concretaron a partir del jueves pasado. El objetivo fue colocar el dinero en Brasil. Más precisamente en acciones y bonos de ese país, especulando con que el final del proceso eleccionario desembocará en una importante apreciación de esos activos financieros. El Gobierno quiere parar esa maniobra, que no sólo pone en juego los ahorros de los futuros jubilados sino que, según los funcionarios consultados por Página/12, pone en riesgo la estabilidad en la cotización del dólar.

La jugada de las AFJP fue detectada por el Banco Central. Rápidamente, Néstor Kirchner estuvo al tanto. La operación financiera encarada por las administradoras es legal ya que una norma del Mercosur les permite contabilizar los activos financieros brasileños como si fueran argentinos. Es decir, podrían sacar afuera del país buena parte de sus inversiones porque es legal. Pero existe la decisión política de cortar con ese circuito. El temor de los funcionarios es que la actitud de los fondos de pensión se profundice a medida que se acerque el ballottage en Brasil ya que, conjeturan, en la actualidad los activos brasileños están subvaluados.

Desde el costado financiero existe preocupación de que esa estrategia siga presionando sobre el tipo de cambio, ante la abrupta y sostenida demanda de divisas, y le impida al Banco Central continuar con su política de acumulación de reservas. De hecho, desde esta aparición de las administradoras, la mesa de operaciones del BC se vio prácticamente imposibilitada de comprar billetes verdes.

Desde un punto de vista de política económica, esta movida de las AFJP alertó en el máximo nivel del Gobierno por el escaso compromiso de esas empresas con la economía real. Existen proyectos para concretar inversiones en el área energética, pero en el mismo sector financiero admiten que los avances son lentos.

El hecho de que los gerentes de las administradoras se muevan en “manada”, imitándose las decisiones de inversión, profundiza el problema. No es que una o dos AFJP decidan sacar el dinero a Brasil sino que el que actúa es el conjunto del sistema.

No es la primera vez que las AFJP destinan fondos a Brasil. En marzo de este año llegaron a tener 2000 millones de pesos, inversiones que tuvieron que repatriar de urgencia cuando, un par de meses más tarde, hubo turbulencias en los mercados internacionales y la Bolsa de San Pablo fue castigada ante la huida en masa de los inversores.

Incluso, en la actualidad, las administradoras tienen inversiones en lugares más exóticos, como en Japón. De acuerdo con los registros de la Superintendencia del sector, las colocaciones en activos asiáticos ascienden a 1700 millones de pesos. Nadie podría cuestionar la solidez y la historia de empresas como Canon, Mitsubishi o Toyota, en las cuales las AFJP colocaron sus expectativas. Pero no vendría mal recordar que la crisis global iniciada en el ’97 en los tigres y tigrecitos asiáticos no hizo distinciones a la hora de provocar fuertes ajustes en las cotizaciones. Por último, hay inversiones por 140 millones de pesos en acciones estadounidenses.

Los perjudicados de un derrape como el ocurrido en mayo serían los futuros abuelos que vienen juntado sus aportes en el sistema de jubilación privada. El Gobierno esperará que los gerentes se autorregulen en las próximas horas, poniéndole límites a la salida de capitales. Si no cumplen, en la Casa Rosada estarían dispuestos a implementar modificaciones de fondo al negocio de las AFJP.

En el Gobierno también pusieron la mira en otro sector, que actúa con similar filosofía a las AFJP: las compañías de seguro y de retiro, que administran alrededor de 3500 millones de pesos y que tienen casi todo invertido en títulos públicos. Algunos funcionarios de primer nivel quieren modificar ese mapa y dirigir los fondos a actividades productivas.

Respecto de las AFJP, de los 78.000 millones de pesos que administran, un 54,5 por ciento (42.536 millones) se encuentra colocado en bonos de la deuda. Otros 1500 millones se destinaron a papeles de la deuda de las provincias y de la ciudad de Buenos Aires.

Desde las compañías hacen una cerrada defensa de sus inversiones en el exterior. El gerente de una de las principales empresas comentó a este diario que, a diferencia de la Bolsa paulista, el salón de 25 de Mayo y Sarmiento ofrece escasas alternativas. Que no posee la suficiente liquidez como para invertir en las empresas argentinas y tampoco hay nuevas emisiones de papeles. Y que para buscar rentabilidad deben dirigirse a Brasil. El gerente confió en que la expectativa de mínima es redondear un rendimiento anual del 15 por ciento.

Después de los quebrantos que dejó la explosiva crisis de 2001, ciertos analistas sostienen que las AFJP deberían volverse más conservadoras. Dando pasos seguros para no volver a dañar los ahorros de los futuros jubilados. Pero no es el caso. Con el guiño de un gobierno que hasta ahora evitó cambios de raíz en el sistema de jubilación privada, las administradoras siguieron operando con la lógica de los fondos de inversión más especulativos. Ahora, que las AFJP parecen cebadas y perjudicaron la estrategia del Banco Central, en el Gobierno tomaron nota de la necesidad de hacer ciertas reformas.