Sáb 11.11.2006

EL PAíS  › LOS JUECES DE LA CORTE ELOGIARON EL PROYECTO PARA REDUCIRLA A CINCO

Todos contentos y bien apoltronados

El proyecto de Cristina Kirchner fue recibido por los supremos como una respuesta satisfactoria a su reclamo. Dijeron que dará agilidad y permitirá destrabar causas como la de la pesificación. Contra los rumores, Carlos Fayt y Raúl Zaffaroni aseguraron que no se van.

› Por Irina Hauser

Parecía un día de fiesta. Seis de los siete jueces de la Corte Suprema salieron, como nunca, a mostrar su satisfacción por el proyecto de ley para achicar el tribunal a cinco miembros, la estructura que tuvo tradicionalmente. A los supremos se los escuchó hablar de que la reducción es “una decisión sana”, “inteligente”, “bienvenida” y “un servicio a la República”. Dos de ellos, rodeados de rumores que vaticinaban su pronta salida, anunciaron que piensan quedarse mucho más. “¡Qué me voy a ir yo! No tengo enfermedad alguna”, dijo Carlos Fayt. “Hasta dentro de dos o tres años no me voy seguro”, anunció Raúl Za-ffaroni.

Con la derrota en Misiones a cuestas y el reclamo de los propios jueces de la Corte que durante esta semana alcanzó su máxima expresión, Cristina Fernández de Kirchner presentó anteayer un proyecto de ley para llevar la Corte al tamaño que tenía en los tiempos de Raúl Alfonsín. Fue una forma de cantar “retruco” a los propios supremos, que decían que con una composición de siete se daban por contentos y podrían destrabar las causas donde no lograban mayoría de cinco votos. Si prospera la propuesta de la senadora, algo factible, el tribunal seguirá de momento con sus siete jueces actuales. Su funcionamiento estará reglado por la nueva ley durante la etapa transición hasta se vayan produciendo vacantes y quede en cinco.

“Con esto se pone fin a la ley deleznable que aumentó el número de ministros” de la Corte a nueve, celebró Enrique Petracchi, presidente supremo hasta fin de año. Petracchi, nombrado por Alfonsín en 1983, integró el tribunal cuando era de cinco y le tocó vivir la ampliación que dio origen a la mayoría automática, con la que siempre discrepó. Por eso apenas entró ayer a Tribunales dijo ver en la reforma impulsada ahora por el Gobierno “el resultado de dieciséis años de esfuerzo”. El cambio, sostuvo, “le hace un gran servicio a la República”.

Ricardo Lorenzetti, que será el nuevo presidente de la Corte desde enero, elogió el achicamiento progresivo porque “tiene –explicó– un impacto en las cuestiones prácticas del tribunal, en la estabilidad institucional y en general, es una buena decisión de política de Estado”. “Tiene el valor de dar marcha atrás con algo que fue muy criticado”, agregó, en alusión al tribunal menemista.

Petracchi y Fayt, con veintitrés años en la Corte, vieron todas las transformaciones. Fayt recordó que cuando el menemismo multiplicó las togas a nueve el propio tribunal firmó una acordada rechazando la reforma y Jorge Bacqué directamente dejó su puesto. “Volver a cinco es una iniciativa sumamente inteligente”, dijo. “Para mí incluso es mejor cinco que siete, porque agiliza el trámite interno”, avaló.

–¿No va a quedar una Corte a medida del Gobierno? –le preguntó este diario.

–Bueno (se ríe), menos yo que soy socialista, o mejor dicho demócrata, los demás podrán tener sus simpatías con el peronismo, pero es una Corte independiente. Todos vienen con el orgullo de la independencia judicial. Es mucho mejor que la de los noventa, confío en todos mis compañeros. Va a ser muy útil al país.

Después del juicio político a Julio Nazareno y compañía, todos los rumores apuntaban a que Fayt –hoy de 88 años– se retiraría, indemne, de la tarea suprema. El chusmerío se reavivó el jueves en cuanto se conoció el plan de Cristina Kirchner. Pero él mismo desechó en voz alta las especulaciones. “Sigo siendo el mismo que va a trabajar a las siete y media de la mañana y trabajo todo el día. ¡Qué me voy a ir yo! No tengo enfermedad alguna. Trabajo, escribo, puedo ser útil al país”, le aseguró a Página/12.

Otras versiones apostaban a que Raúl Zaffaroni estaría cerca de abandonar la toga. También lo desmintió. “De momento, hasta dentro de dos tres años no me voy seguro, después veré”, le dijo a este diario. El penalista, además, sostuvo que “es sano reducir la Corte a cinco integrantes, y se vuelve a una tradición de un siglo que es bueno retomar. Desde 1853 hasta 1958 hubo Corte de cinco, luego empezaron las idas y vueltas”. “Cuantos menos seamos, mejor será la dinámica, se agiliza el funcionamiento”, aseguró. Zaffaroni dijo que “con seguridad”, las nuevas reglas permitirán destrabar causas conocidas como las de la pesificación y en otras “menos trascendentes se podrán evitar las demoras”. “No entiendo por qué el Gobierno tardó tanto en resolver esto”, comentó.

Más escueta, Elena Highton de Nolasco dijo que el cambio previsto “es bienvenido, va a permitir que el cuerpo funcione institucionalmente bien”. Y elogió que el proyecto K aclare las “mayorías pertinentes durante la transición” hasta llegar a “la meta final” de cinco jueces.

Carmen Argibay contó que la novedad la tomó por “sorpresa”. “Ayer estábamos protestando porque la Corte no se completaba”, dijo. El reclamo empezó a crecer, de hecho, desde que el año pasado se cumplieron los treinta días de plazo para que el Gobierno resolviera qué hacer con las vacantes de Augusto Belluscio, que se jubiló, y Antonio Boggiano, que fue destituido. “Hubo una evolución. Evidentemente el Presidente (Néstor Kirchner) no quería nombrar a los que faltaban. Ha tomado una resolución, que era lo que nos preocupaba a nosotros”, analizó.

Zaffaroni, Highton, Argibay y Lorenzetti fueron nombrados por el gobierno actual que, con la ley que propone ahora, se autolimitará y no nombrará a nadie más. Al único que no se oyó opinar ayer fue a Juan Carlos Maqueda, designado por la presidencia de transición de Eduardo Duhalde.

Según Fayt, el achicamiento no solucionará “el problema profundo de la Corte, que es la inmensa cantidad de juicios que ingresan”. “En este momento hay 50 mil causas del corralito sin resolver, que están como rehenes”, advirtió. “¿Sabe cuántos fallos firmamos hace dos plenarios?”, preguntó, y respondió enseguida: “500 fallos en un solo día”. “No hay tribunal en el mundo que lo haga”, exclamó.

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