EL PAíS › HALLARON EL LLAVERO DE LOPEZ Y ASEGURAN QUE LO “PLANTARON” EN EL JARDIN
Fue hallada el miércoles, mientras cortaban el pasto de la casa del testigo contra Miguel Etchecolatz. El solía arrojarla cuando salía y su ausencia implicaba una anormalidad. Pero los peritajes de la Justicia indican que no estuvo allí más de quince días. Para los organismos de derechos humanos refuerza la hipótesis del secuestro.
› Por Adriana Meyer
La nuera de Jorge Julio López cortaba el pasto del jardín delantero de la casa del testigo desaparecido cuando detectó un objeto bajo el rosal. Así fue que, el miércoles, aparecieron en el jardín de la casa de Los Hornos las llaves que López solía arrojar por la ventana cuando salía. Aquel 18 de septiembre, cuando su familia detectó su ausencia, comprobó que el llavero de cuero no estaba. Ese dato, el hecho de que el ex albañil se haya puesto un par de borceguíes en lugar de sus zapatillas habituales y la falta de un pequeño cuchillo eran las únicas señales de anormalidad, porque no hubo ningún otro rastro de violencia que indicara que se lo habían llevado por la fuerza. Sin embargo, los peritajes del elemento encontrado indicaron que fue arrojado hace no más de quince días, según pudo saber Página/12 de dos fuentes de la investigación, y el testigo no aparece desde hace más de dos meses.
“Acá no se abre ninguna nueva hipótesis, surge una sola respuesta y es: ‘Lo tenemos secuestrado y queremos demostrarles que lo tenemos, somos impunes y podemos hacerlo’”, interpretó Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, entidad que participó del juicio contra el represor Miguel Etchecolatz en el cual el testimonio de López fue fundamental para lograr la condena por delitos cometidos en el marco del genocidio.
La certeza de Calvo respecto de la ratificación del secuestro contrasta con la de los altos funcionarios bonaerenses, para quienes el hallazgo abre “miles” de interpretaciones que van desde lo político hasta la intención de que el caso pase al fuero federal. Pero no descartan la más escalofriante, según confió una alta fuente oficial: “Es un aviso de que alguien lo tiene; ahora son las llaves, más adelante será el cuerpo”.
“Hay alguien más, que no somos los organismos de derechos humanos, que quiere que se siga hablando del caso López –agregó la ex detenida– desaparecida–, porque justo las tiraron hace unos quince días, en el momento de más silencio del caso.” Calvo no ocultó su conmoción por la noticia y recordó de inmediato el incidente que vivió hace pocos días Nilda Eloy, la otra testigo clave del juicio a Etchecolatz, cuando desapareció la cena que había dejado sobre la mesa de su casa. Para los organismos que integran Justicia Ya! La Plata, el hecho fue muy grave porque Eloy tiene custodia permanente de la Policía Bonaerense y de la Federal. “Si verificaron que las tiraron, ya está, es una amenaza... Es terrible, se nos ríen en la cara. Si fue en estos días, estamos hablando de un mensaje de impunidad: ‘Fuimos nosotros y acá estamos’; como lo de las empanadas de Nilda, que parece alocado pero nos están diciendo que hacen lo que quieren, en las narices de la policía”, expresó indignada Guadalupe Godoy ante la consulta de Página/12.
Costumbres alteradas
A pocos días de la desaparición de López, su hijo Ruben comentó a este diario que “lo único que falta de la casa es la llave de la puerta de entrada, que nunca se la llevaba y ahora sí”. En ese momento, la especulación de la familia era que había salido a dar una vuelta, y por eso se puso los borceguíes y se llevó la llave, una señal de que pensaba volver. Sin embargo, esa mañana López debía alegar en el tramo final del proceso contra Etchecolatz. Su parte era esencial y ni él ni Eloy habían apoderado a sus abogados para hacerlo. Sólo un acuerdo técnico con el Tribunal Oral Federal Nº 3 de La Plata evitó que cayera el juicio. López no había visto a su victimario, el ex comisario que supo ser mano derecha de Ramón Camps, durante las audiencias y aquella jornada se cruzarían indefectiblemente. Pero no pudo ser.
López, ex militante en una unidad básica vinculada con Montoneros, se ocupaba de cuidar el pasto, las rosas y los malvones del jardín delantero de su casa. El miércoles a la tarde, a 66 días de su desaparición, una de sus nueras emprendió esa tarea porque el grado de abandono de la vegetación era notable. Fue así que encontró el llavero y lo acercó a los investigadores que trabajan con el fiscal Marcelo Martini. El elemento no era visible a simple vista, estaba entre las raíces de un rosal cercano a la puerta de la vivienda, y más bien parecía haber sido puesto allí que arrojado porque la vereda está a unos cuatro metros, salvo que hayan abierto la puertita de ingreso, según la descripción que hizo a este diario un allegado a la familia.
El llavero de cuero, hierro y bronce, con una sola llave, no estuvo allí más de 10 a 15 días. A esa conclusión llegaron los peritos tras analizar el óxido y el desgaste de los materiales, según aseguró a Página/12 una fuente oficial de la investigación. A partir del hallazgo se realizaron inspecciones y peritajes en el domicilio de los López para determinar cómo apareció el llavero. Una alta fuente judicial del caso se negó a especular respecto del posible mensaje. “Por ahora no cambia nada”, comentó.
La familia López tiene custodia de la Bonaerense, de la Federal y hasta de agentes de la SIDE, aunque no quisieron que sea de manera permanente, por lo tanto cualquiera pudo haber dejado el llavero bajo el rosal. El hallazgo produjo cierto desconcierto en la familia respecto de las medidas realizadas hasta ahora. “¿Cómo es posible que un elemento tan importante aparezca de esta manera delante de nuestras narices?”, fue la pregunta que se hicieron. Uno de los investigadores comentó que, en realidad, en la casa nunca hubo un rastrillaje porque no había delito que investigar, tan sólo una “averiguación de paradero”, y como la familia dijo que las llaves no estaban, nadie las buscó.
Ayer quedó en evidencia el desarrollo de dos investigaciones paralelas. Mientras los expertos al mando del fiscal Martini –del fuero ordinario bonaerense– entregaban sus primeros informes, el coordinador de la investigación Roberto Silva –de la Bonaerense– hacía su reporte al juez federal Arnaldo Corazza. Pero la conclusión fue la misma: la llave de López estuvo pocos días en el pasto de su jardín; por lo tanto, no fue él quien la arrojó.
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