Desde videntes a ex militares, de manosantas a allegados a los servicios, el expediente por la desaparición de López no para de atraer personajes de intención variada, pero sin resultados.
› Por Adriana Meyer
Videntes, caza-recompensas, vengativos provocando allanamientos para perjudicar a algún enemigo, vecinos que creyeron verlo en infinidad de pueblos de todo el país... son los que hasta ahora se presentaron para aportar pistas sobre la desaparición de Jorge Julio López. Pero no son los únicos. A los delirantes y a los inescrupulosos, que no dudan en poner en marcha la maquinaria judicial sin motivo, se ha sumado una considerable cantidad de represores, ex miembros de fuerzas armadas o de seguridad, mano de obra no tan desocupada que está recorriendo juzgados, despachos y medios con relatos que contienen fabulaciones mezcladas con datos y apreciaciones verosímiles. Desde “amigos de la SIDE” hasta militares exonerados autodenominados “templarios”, tienen en común haber sumado datos inútiles para encontrar a López, cuyo testimonio contribuyó a la condena contra el ex comisario Miguel Etchecolatz. Y casi todos afirman que está vivo. “Estamos tan desesperados que seguimos las pistas más disparatadas”, se sinceró un alto funcionario bonaerense involucrado con la búsqueda que ya lleva dos meses y medio sin éxito. ¿Sólo buscan dinero y figuración? Todo indica que, además, pretenden enturbiar los expedientes, que avanzan en tamaño pero no en resultados.
“Se realiza un trabajo muy grande sobre el tema ya que se disponen de más de quince brigadas trabajando todos los días en paso y repaso de evaluaciones muy finas que permitan acercarnos a todo tipo de hipótesis, incluso las desgraciadas, todas son tenidas en cuenta”, describió días atrás el ministro del Interior, Aníbal Fernández.
La realidad es que los investigadores policiales y judiciales, de la Justicia ordinaria bonaerense y del fuero federal, trabajan a ritmo febril y han recopilado más de 40 cuerpos de expediente. Pero carecen de una sola hipótesis firme, algo sólido que pueda darle un rumbo preciso a la investigación. Reciben a diario variopintos personajes que dicen tener datos sobre López, y en voz baja se quejan de tener que seguir atendiendo las demás causas ya iniciadas en lugar de poder darle dedicación exclusiva a un caso de semejante gravedad institucional, según comentaron a este diario fuentes judiciales implicadas en la pesquisa.
“Es una constante venta de humo, todas las semanas aparece de todo, incluso gente que aparenta ser seria pero con intereses dudosos que uno ni siquiera puede detectar”, describió a Página/12 un funcionario judicial con despacho en La Plata. La fuente manifestó su asombro de que algunos de estos pretendidos colaboradores dieran sus datos filiatorios verdaderos, dicen que el testigo está en determinado lugar y cuando la Justicia ordena el operativo resulta todo una mentira. “Eso sí, nunca revelan sus fuentes, y todo esto insume mucha energía sin resultado”, se lamentó el funcionario. Este diario quiso saber si ya habían iniciado alguna causa por falso testimonio. “Sería un mayor dispendio de recursos, pero a algunos habría que meterlos presos”, respondió. ¿Hay quien busca vengarse de un enemigo provocando un allanamiento? “Es muy probable”, contestó la fuente.
Los investigadores del otro expediente judicial viven una situación similar. “Hasta manosantas aparecen, o una vidente que empezó a temblar cuando se suponía que estábamos llegando al lugar indicado. Pero no se puede descartar nada, hay que avanzar por las dudas, por más remota que parezca la posibilidad de encontrarlo”, indicó uno de ellos. Y afirmó que el objetivo de tanto testigo trucho es “trabar la causa”. Este funcionario agregó que tuvo oportunidad de escuchar no sólo a mentalistas sino a personas con obvia vinculación a los servicios de inteligencia, que declararon datos precisos pero que tampoco hicieron prosperar el caso.
En el 911 se recibieron llamadas que indicaban que el cuerpo estaba en diferentes localidades, pero todos los procedimientos fueron negativos. Incluso el tenor de algunas comunicaciones llegó a atemorizar a los empleados, pero aún así siguen siendo tenidas en cuenta por los investigadores. Al igual que las que llegan al 0800-333-5502, pero allí los operadores se toman su tiempo para recibirlas, y hay horarios en que no contesta nadie.
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