EL PAíS › REPORTAJE A JORGE TELERMAN
La bendición de Kirchner a Daniel Filmus no amilanó al jefe de Gobierno porteño. No sólo confirmó su candidatura sino que se muestra confiado en sus posibilidades. En esta entrevista critica a los candidatos que se presentan como “enviados de” y explica su difícil relación con la Casa Rosada.
› Por Fernando Cibeira
“Mirá qué ciudad afrancesada”, dice Jorge Telerman mientras descorre la cortina de su despacho. En la Plaza de Mayo transcurre el recital de Iván Noble en un ciclo organizado por el Gobierno de la Ciudad y unas miles de personas se apiñan allá abajo, en un día de semana a la salida de la oficina. Telerman se asoma al balcón, improvisa algunos pasos de baile y, candidato al fin, saluda a los vecinos que lo observan. Enseguida se pone a explicar cómo quedará la Plaza cuando se convierta en paseo peatonal. Lo que Telerman demuestra en todo momento es su entusiasmo por gobernar y las ganas de continuar una gestión que considera muy activa. No deja trascender ni una pizca de desánimo por el golpe que debe haberle significado que el presidente Néstor Kirchner señale al ministro Daniel Filmus como su delfín porteño. Incluso criticará a quienes se presentan como “‘enviados o representantes de’, que flaco favor le hacen a la política”. Además, Telerman busca desarticular el principal mensaje del kirchnerismo porteño, sobre la necesidad de poner en la misma sintonía a la ciudad y a la Casa Rosada. “En las cosas que importan, nunca nos llevó más de diez segundos ponernos de acuerdo con el Gobierno”, asegura.
Las canciones de Iván Noble están bien por un rato, pero en el edificio de la Jefatura de Gobierno se vuelve difícil encontrar un ámbito que no esté invadido por el fragor musical para realizar la entrevista. Por estos días, la agenda de Telerman luce apretada, concentrada casi exclusivamente en actos de gestión y bastante menos en reuniones políticas. Así será posible verlo, con diferencia de horas, bailando una batucada en pleno Lavalle o calzarse una gorra de maquinista en la inauguración del tranvía de Puerto Madero.
–¿Lo divierte mostrarse como el candidato más descontracturado?
–A mí lo que me divierte es la vida. Los que me conocen de antes saben que es al revés, la gestión, con sus preocupaciones, a veces me tensiona más. Soy una persona de modales descontracturados. Afortunadamente, la gestión, tomándola muy en serio como sé que hay que tomarla, no equivale a creer que es conveniente adoptar ciertas posturas.
–Pero hay quien sufre la gestión y quien no. ¿Usted cómo la vive?
–Yo no la sufro. Disfruto de la gestión y del gobierno. A veces se da un debate en cierta línea del progresismo sobre “la política o la gestión”. Como si fuera una dicotomía. Se preguntan: “¿La estrategia tiene que ser política o de gestión?”. El disfrute de la política no consiste en ganarle al otro sino en hacer las cosas por las que sentiste tu vocación.
–¿Qué diferencia una gestión progresista de cualquier otra?
–Desde lo esencial, en cómo uno carga los énfasis en el Presupuesto. Progresismo lo entiendo como un progreso colectivo. En el campo de la política es la construcción de una sociedad más justa que tiene que ver con el peronismo y con el de cierta izquierda con el que yo me siento más cerca. Esto es poner las cargas presupuestarias de una manera determinada, producir a través de las políticas públicas una transferencia de recursos hacia los que menos tienen. El combate contra una derecha como única expresión aglutinante, eso no es progresismo, es slogan.
–¿Quiere decir que no va a hacer campaña contra Macri?
–Sí, en la medida que encarne ciertas ideas. Las ideas que expresa el sector de centroderecha en términos de lo social. Pero es contra esas ideas que iré. No hay que volver a caer en algunos viejos errores. Ser progresista tiene que ser como un sello pegado en el alma: gestionar, gestionar y gestionar para una sociedad cada vez más justa.
–¿Qué le parece que le vio Kirchner a Filmus que no le vio a usted?
–Esa es una pregunta para hacérsela a Pancho Dotto.
–Más allá de lo físico, que debe haber varias diferencias, ¿por qué él y no usted?
–Yo no pertenezco al Frente Para la Victoria. Pertenezco a otro espacio político y estamos conformando otra coalición. El Frente Para la Victoria ha decidido tener un candidato y me parece natural. Ahora, ese espacio evaluará si con su acción no estará debilitando la discusión más profunda que tenemos con quienes pretenden otro modelo de sociedad. Pero eso se lo dejo a un análisis de conciencia de ellos mismos. Estoy convencido de que este espacio está mucho más consolidado y ya tiene presencia. Y no me estoy valiendo de las encuestas, que hoy nos favorecen. Me refiero a la naturalidad con la que este espacio fue creciendo y los riesgos en los que se cae cuando artificialmente se generan candidaturas o propuestas políticas que finalmente terminan por acción indirecta fortaleciendo la capacidad de una eventual victoria de quienes no comparten esas ideas. Pero insisto en que me parece legítimo que ese espacio político decida una construcción cuya referencia pareciera ser solamente lo nacional. Nosotros estamos en una construcción local, me parece importantísimo. Además de que en mi caso y en el de la mayoría de los que integramos este gobierno apoyamos las políticas centrales del gobierno de Kirchner, es imprescindible fortalecer el proyecto de ciudad en términos de gobierno y también en construcción política. No ser sólo “referentes, enviados o representantes de”, porque flaco favor le estamos haciendo a la política.
–¿Por qué su relación con el Gobierno siempre fue tan dificultosa?
–Es muy buena y fluida en los temas que más me importan. Nunca nos llevó más de diez segundos ponernos de acuerdo en cosas que teníamos que hacer en la ciudad. En cosas en las que, por ejemplo, la ciudad de Buenos Aires no se había puesto de acuerdo en 40 años, como la autopista ribereña que resuelve la unión de la Argentina entre Mar del Plata y Rosario. Yo asumí y nos pusimos de acuerdo: ya se inició la licitación. En las cosas importantes como la cuenca del Riachuelo, la Plaza de Mayo, el tranvía, nos ponemos de acuerdo inmediatamente. En el campo político, sí, yo no pertenezco a ese espacio. Más que dificultosa, son distintas estrategias.
–¿Cuáles son sus diferencias con Alberto Fernández?
–Nunca fuimos amigos. Tenemos concepciones políticas distintas. Yo no pertenezco al PJ. Si nuestras diferencias fueran personales serían mucho más fáciles de resolver, con la búsqueda de un objetivo común.
–¿Qué opinión tiene de Filmus?
–Buena. Tenemos una buena relación personal.
–¿Cómo lo ve como jefe de Gobierno?
–Yo me veo mejor. En verdad, yo lo estoy siendo. A mí no me cabe esa posibilidad de decir: “Si yo estuviera en el gobierno haría tal cosa”.
–¿Piensa que finalmente Macri será candidato en la ciudad?
–No tengo idea. Igual, ese espacio, con él o sin él, estará presente en las elecciones y contra ellos se establecerá la competencia electoral.
–¿Una segunda vuelta con el macrismo?
–En primera y en segunda vuelta. Ese espacio va a ser el contrincante.
–¿Y cómo va a dividir el electorado de centroizquierda con Filmus?
–Mi sensación es que la competencia electoral va a ser entre el macrismo y nosotros.
–¿Imagina a Kirchner participando activamente en la campaña?
–No sé qué va a hacer. Creo que será una elección muy signada por la discusión local. Como no va a ser simultánea con la presidencial, no se van a confundir ambas campañas. Como está sucediendo ahora, lo veo en la calle. Yo camino por los barrios y muchísima gente se acerca, me dicen “Che, Pelado, el bache éste, o la escuela aquella”. Para bien o para mal se acercan a hablar de cosas locales. Nadie me habla de la negociación con el Club de París o de las papeleras. Ahora, eso no significa que no se expresen valores que van más allá de la ciudad. Porque cuando hablo de una Buenos Aires más justa y equitativa, la quiero para mi país también. Pero la discusión de quién puede ser mejor jefe de Gobierno va a ser en relación con quién va a construir mejores hospitales, quién va a embellecer mejor el espacio público y cosas así.
–Ibarra volvió a vincularlo al macrismo. Dice que usted con sus nombramientos y decisiones le abrió las puertas del gobierno de la ciudad.
–Pero la realidad marca otra cosa. (Piensa.) El grito, en general, sustituye a la idea. Ojalá le vuelvan rápido las ideas así deja de gritar.
–¿Ya tomó la decisión de cuándo serán las elecciones?
–Hay una definición muy importante que es que no van a ser simultáneas con las nacionales. Eso requiere despegar lo suficiente una de otra para que las campañas no cabalguen. Aunque no está fijada la fecha, hay que imaginar un lapso entre junio, julio y agosto.
–¿Comparte la opinión de algunos de sus funcionarios de que le conviene hacerlas rápido para evitar que se instale Filmus y el candidato del macrismo?
–Hay quienes creen que hay que hacerlas rápido, hay quienes piensan que es conveniente, como tenemos un presupuesto importante y se está viendo una acción de gobierno también muy importante, esperar porque se va a poder mostrar mejor. Pero después está... (hace como que huele).
–¿El olfato?
–Con lo que uno se siente bien. Ya falta cada vez menos para la definición. En 60 días tendrá que estar resuelto.
–¿Y para el compañero de fórmula cuánto falta?
–Terminar de armar nuestra coalición. El compañero o la compañera de fórmula va a expresar esa coalición política.
–¿Le gusta más una mujer?
–¿Si me gustan más las mujeres? Sí, claro. De paso aclaramos lo del afrancesamiento. Pero para compañero de fórmula, no. Mi mayor preocupación es que exprese claramente la coalición política y social que estamos presentando. Sí me preocupa que este gobierno, el que viene y la función pública en general estén cada vez más representados por mujeres.
–¿A quién aspira a sumar a esta coalición?
–El socialismo, sectores del radicalismo, del peronismo, organizaciones sociales, sindicales. No va a haber sorpresas. No vamos a buscar mujeres u hombres de la farándula. En eso no se puede inventar.
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