EL PAíS
La confesión de Menem abre una vieja puerta de los bancos suizos
El riojano estaba siendo investigado por enriquecimiento ilícito por el juez Urso.La causa, ahora, duerme en lo de Speroni.
› Por Eduardo Tagliaferro
Además de la ya folklórica frase “son patrañas” y de la verborrágica reacción del menemismo, la respuesta de Carlos Menem a la cadena televisiva CNN, en la que admite tener una cuenta bancaria en Suiza a su nombre, puso en claro que el riojano había mentido cuando, hace un año, negó esa posibilidad ante la Justicia. En el imaginario popular, nadie cree que el ex presidente pueda cometer errores tan groseros. Claro que ante el riesgo de haber ocultado depósitos bancarios y el de ser sospechado de encubrir el mayor crimen de la historia argentina, como el brutal atentado a la AMIA, no hay muchas opciones.
El dato de la cuenta suiza había aparecido en la investigación conocida como “ruta del dinero”. Expediente conexo al de la venta ilegal de armas, en el que se pretendía esclarecer el destino de unos 60 millones de dólares que no habían ingresado a las arcas oficiales. En la búsqueda de ese dinero, el juez Jorge Urso libró un centenar de oficios en los que pedía información sobre cuentas a nombres de los involucrados, o de sus familiares.
Así surgieron los primeros datos de una cuenta en la Unión de Bancos Suizos, por unos 650 mil dólares, a nombre de Zulema Yoma y Zulemita Menem. Ellas lo desmintieron categóricamente e incluso, al igual que ayer el ex presidente lo hizo con el diario neoyorquino, amenazaron con querellar al diario Clarín por difundir la noticia. Ahora el riojano reconoce tener ese dinero en Suiza. Incluso dice que el depósito original fue de unos 200 mil dólares, producto de su indemnización por su detención durante la dictadura militar. Los 450 mil restantes provendrían de los generosos intereses bancarios, a tasas que nunca ha pagado la banca suiza.
A pesar de aquella desmentida de Menem, el juez de ginebra Claude Wenger había confirmado no sólo que la cuenta existía, sino que también “la había bloqueado”. La declaración del magistrado suizo había sido ratificada en Buenos Aires por el encargado de negocios Paul Seger, un día después que desde Don Torcuato el entonces vocero del riojano, Federico Azzarini, dijera “es mentira, investiguen lo que quieran”. La misma frase que ayer Menem repitió frente a la CNN.
Luego de que el juez Juan José Galeano declinó en su par Jorge Urso una causa por enriquecimiento ilícito, que tenía en sus manos, el menemismo entró en pánico. Esa causa se había iniciado en 1998 luego de que los entonces diputados del Frepaso Diana Conti y Gustavo Cardesa denunciaron que las declaraciones juradas del ex presidente no eran concordantes. Las actuaciones de Urso iluminaron algunos de los puntos oscuros que siempre rondaron a los bienes de Menem. Así se supo que la sociedad uruguaya propietaria de la casona de la calle Echeverría 3535 pertenecía a su hija Zulemita.
Después de un par de visitas a Comodoro Py, “la nena” se exilió en Miami. Atrás quedaron las dudas de su meteórico ascenso en el mundo de las finanzas. En esos días, por todos los medios, el menemismo insistía en que el tema era cosa juzgada. Para ello recordaban un fallo anterior del juez riojano que lo había absuelto en la causa que le siguió a la construcción de la pista de Anillaco.
Luego de que la Corte Suprema dinamitara la causa por la venta ilegal de armas, el enriquecimiento ilícito dejó de estar en el despacho de Urso para recalar en lo del juez en lo penal económico Julio Speroni. Además de tomarse su tiempo, el magistrado minimizó sus actuaciones a los ilícitos económicos que se desprenden del delito principal, en este caso el contrabando. Es decir, lo redujo a una causa similar a la que se conoció como “ruta del dinero”.
Aunque la justicia suiza prometió colaborar con sus pares argentinos, hasta el momento no hubo respuesta a ninguno de los numerosos exhortos enviados desde los tribunales federales. Precisamente uno de ellos pretendía esclarecer los dichos del Testigo C. Galeano pretendía saber sital como dijo el hombre de la inteligencia iraní, existía a nombre de Menem una cuenta en Suiza que tuviera esos 10 millones.
Hace unos dos meses, las dos causas suizas se unificaron en manos del juez federal de Ginebra Pascual Perrauntin. Entre los casos destacados que pasaron por el despacho de Perrauntin, está el caso del hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari.
Luego de que la diputada Elisa Carrió acercó a los tribunales porteños un informe que sostenía que Menem aparecía asociado a su ex secretario privado Ramón Hernández en una empresa que se demostró inexistente –Mallorca Enterprisse–, el riojano recurrió a los servicios del abogado ginebrino Pascal Maurer. En su haber, Maurer acredita la defensa de Luis Martínez, un militar argentino acusado por violar los derechos humanos.
Aquel informe de Carrió se demostró inexacto, pero su difusión en los diarios suizos permitió que la justicia de aquel país comenzara a rastrear la existencia de cuentas a nombre del ex presidente. A poco de andar, el entonces fiscal general de Ginebra Bernard Bertossa reconoció que “se habían bloqueado dos cuentas por un monto de unos 10 millones de dólares”. La confirmación encontró a Menem reponiéndose de sus días en prisión, en Puerto Vallarta, México, en una suite matrimonial de unos cuatro mil dólares la noche.
Más allá de las dudas que generó la aparición de la noticia en el diario neoyorquino, es irrefutable que más tarde o más temprano el tema volvería a los primeros planos, ya que no sólo está sin esclarecer el caso de la AMIA, sino también el papel que pudo haberle cabido al ex mandatario en el atentado. Tantas dudas, como una pregunta que nadie puede responder con certeza: ¿a cuánto asciende la fortuna de Menem? La propia AFIP encontró que del cotejo de todas las declaraciones juradas del ex presidente, había alrededor de dos millones que no podían justificarse. Por lo pronto, en ellas nunca figuró la cuenta que ayer reconoció tener en la Unión de Bancos Suizos. Tampoco fue declarada frente a la Oficina Anticorrupción.
Subnotas