EL PAíS › EL PRESIDENTE KIRCHNER FUE EL ANFITRION DE CHAVEZ EN OLIVOS
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llegó por la mañana a la residencia de Olivos para formalizar con Kirchner los acuerdos económicos entre ambos países. Los dos mandatarios hicieron un informe conjunto ante las cámaras en el que sintetizaron el fortalecimiento del vínculo común.
Los encargados del protocolo estaban desahuciados. “Esto es como el minuto a minuto de la tele”, confesaron ante la insistencia de varios cronistas por conocer los movimientos de la comitiva venezolana. “No sabemos si va a SanCor o a la ESMA, nada. Siempre nos avisan sobre la hora”, se disculpaban en la sala de prensa de la residencia de Olivos. Ayer, Hugo Chávez tuvo una agenda apretada que comenzó temprano con un reportaje para el Canal 7, le siguió un encuentro con su “amigo, hermano y compañero” Néstor Kirchner para firmar acuerdos en materia alimentaria y energética y un acto antiimperialista en la cancha de Ferro. El plus: Chávez se relamió con el zurdazo histórico de Iván Velázquez contra el arco de River, por primera vez un equipo venezolano gana en la Argentina.
Con un día soleado y el aire fresco que dejó la lluvia, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela se despertó temprano para atender una entrevista ineludible con el canal público. Según le explicó el ministro de Comunicaciones venezolano William Lara a Página/12, fue pedida por el propio Kirchner. Alrededor de las 10, Chávez se asomó al hall sabiendo qué le esperaba: la turba de fans, periodistas y cámaras que la noche anterior le dieron las buenas noches. Aunque sabía que estaba haciendo esperar a su colega, más por piedad que por carisma, se detuvo a contestarles. “América del Sur se levantó y el imperio está derrotado”, anunció.
Media hora después, salió escoltado por seis autos, sus agentes de seguridad y policías argentinos (al menos 300 oficiales participaron del operativo). Un rato antes, le había dicho al canal estatal que sigue creyendo que el gobierno de Estados Unidos quiere atentar contra su vida. “Hay, de manera permanente, un plan de desestabilización, un plan para tratar de infiltrar nuestras fuerzas armadas, nuestra economía y para tratar de eliminarme”, denunció Chávez. La noche de su llegada, un experimentado policía de la Federal desestimaba la cautela del venezolano: “Si lo quisieran matar, ya estaría muerto”. A modo de ejemplo, el oficial recordó el asesinato del general checheno Dzhokhan Dudayev en 1996, cuando los rusos detectaron su escondite a través de su celular y le mandaron dos misiles “y al espía ruso que envenenaron con polonio 210 (una sustancia radiactiva)”.
Alrededor de las 11.30 la caravana chavista ingresó en la residencia de Olivos. Allí, el líder venezolano fue recibido con un abrazo de su colega argentino y el saludo del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el canciller Jorge Taiana y el vocero presidencial, Miguel Núñez. Detrás esperaban su turno el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y la senadora Cristina Fernández de Kirchner (de pollera marrón y camisa amarilla para más señas). En la sala de reuniones también había varios empresarios locales, entre ellos, el sojero Gustavo Grobocopatel, interesados en alguno de los once acuerdos bilaterales que se firmaron (ver aparte). Los más destacados fueron la transferencia de tecnología agroindustrial, nuevos convenios del área energética y la entrada de Bolivia al proyecto del Banco del Sur. Esta entidad, opinó Kirchner, resulta “una esperanza tremenda” para respaldar los procesos de crecimiento de la región.
Curiosamente, Kirchner habló más que su par venezolano, quien permutó su slogan de “socialismo del siglo XXI” por el de “un proyecto nacional” (más acorde con la idiosincrasia local). Durante la conferencia, el presidente argentino comentó que estos acuerdos “estratégicos” forman parte del “proceso de reconversión productiva” de ambas naciones, entre las que se da “un plano de complementación excelente”. “Así es como hay que construir las nuevas realidades que las sociedades están esperando”, afirmó el Presidente, quien abogó por “terminar con viejas disputas de liderazgos”.
“Venezuela ayuda a dar viabilidad al proceso que está llevando adelante Argentina”, concluyó el mandatario.
Entre los convenios están las explotaciones petroleras de Pdvsa y Enarsa, el crédito venezolano para SanCor, el Gasoducto y Banco del Sur y los acuerdos sojeros que apuntan al autoabastecimiento alimentario del país caribeño. De hecho, uno de ellos promueve la ampliación de cuatro centros de investigación en papa y la construcción de dos laboratorios de biotecnología reproductiva animal en Venezuela. Otro plantea la cooperación científica y tecnológica en el área agrícola del Estado de Bolívar.
El gas fue otra de las estrellas de la reunión, donde se pactó la creación de tres empresas mixtas con el fin de fabricar motores a gas, dispositivos para la conversión a gas natural vehicular y autobuses sobre la base de ese combustible. Venezuela, explicó Chávez en varias de sus declaraciones, debe dejar de ser un “sultanato petrolero”. El moño: un tratado energético para la creación de una organización de países productores y exportadores de gas de sudamericano.
“A los empresarios argentinos cada día los conocemos mejor. Algunos hasta tienen cara de venezolanos”, bromeó Chávez mirando de reojo a Cristina (la primera en reírse). El mandatario destacó el intercambio entre ambos países que ayudará, estimó, a generar “una economía diversificada, soberanía alimentaria y energética”. También recordó que en Venezuela el afán petrolero hizo que mucha gente se movilizara hacia las ciudades puerto y descuidara la producción agrícola. “La balanza comercial va a seguir siendo favorable a la Argentina”, pronosticaron sus allegados, confiados en el respaldo que da el petróleo y más confiados aún en la producción de alimentos local.
“Argentina y Venezuela se complementan hasta en el fútbol”, cizañeó Chávez en referencia a la histórica victoria del Caracas Fútbol Club sobre River Plate en el Monumental por la Copa Libertadores. “Ya están anunciando la final de la Copa América: Argentina-Venezuela. Ojo, que puede haber una sorpresa”, se agrandó el venezolano, cuyo país será anfitrión de la competencia.
“Esta red de acuerdos conforman una sólida plataforma sobre la que se desarrolla ese proyecto nacional, esa misma Nación que somos Argentina y Venezuela”, reflexionó Chávez durante la “conferencia de prensa” a la que no pudieron ingresar los cronistas. En la sala dispuesta para los medios, el canal oficial alternaba los discursos presidenciales con la visita de George Bush junior a Brasil. Sólo los fotógrafos y camarógrafos pudieron entrar a la residencia de Olivos y deleitarse con las poses bucólicas de Hugo, Néstor y Cristina, con los pelos sueltos al viento y una sonrisa alimentada por los chistes del venezolano. “El gran pacto sudamericano” que pretendía el tan mentado prócer Simón Bolívar empezaba a delinearse.
Informe: Emilio Ruchansky
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