EL PAíS
› RECORD HISTORICO DE DESOCUPACION, POBREZA E INDIGENCIA EN EL PAIS
Ni en híper, el tequila o la crisis del ‘30
La desocupación alcanzó el record de 21,5 por ciento, sumando 3 millones de personas en todo el país. En el último año se destruyeron 750 mil puestos de trabajo. Hay casi 5 millones de personas con graves problemas de inserción laboral, uno de cada tres argentinos en condiciones de trabajar.
› Por Maximiliano Montenegro
No podía sorprender a nadie, pero aun así no deja de impresionar. La desocupación alcanzó en mayo pasado el record de 21,5 por ciento, sumando 3 millones de personas en todo el país. En el último año se destruyeron 750 mil puestos de trabajo, mientras que también se batió el record de personal suspendido y recorte de horas laborales. Si se consideran no sólo los desocupados sino también los subempleados –aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales y desean trabajar más–, se tiene que hay casi 5 millones de personas con graves problemas de inserción en el mercado laboral. La otra cara de la brutal realidad argentina del siglo XXI queda al desnudo en otros datos difundidos también ayer por el Indec. La mitad de los argentinos viven bajo la línea de pobreza. Y uno de cada cuatro sobreviven en la indigencia, es decir que ni siquiera pueden costearse una canasta de alimentos mínima en calorías. Semejantes niveles de pauperización se explican no sólo por la explosión del desempleo, en el contexto de la peor depresión económica de la historia, sino también por el regreso de la inflación.
Por si hacía falta estadísticas que lo confirmaran, con los números difundidos ayer por el Indec, ya no hay duda de que la Argentina atraviesa la peor crisis social de la historia. Durante la hiperinflación del ‘89, la desocupación rondaba el 6 por ciento, en parte amortiguada por el empleo de las empresas públicas. Mientras que la pobreza y la indigencia, potenciados como nunca por la híper, eran así y todo menores que lo que indican los registros actuales (ver página 5). Durante la recesión causada por el efecto tequila, en el ‘95, el desempleo alcanzó un pico de 18,4 por ciento. Pero con la inflación bajo control, los índices de pobreza e indigencia eran la mitad de los actuales. Aunque la encuesta permanente de hogares, base de la actual metodología de cálculo de la desocupación empezó a relevarse en 1974, otras fuentes indican que durante la crisis del año ‘30, el desempleo rondó entre el 20 y 25 por ciento. Pero entonces la población era mayoritariamente rural y la desocupación siempre fue una medición urbana.
Desde el punto de vista del mercado laboral, nunca se vio un panorama tan desolador como el actual, como lo demuestran los siguientes datos:
- Entre mayo pasado y mayo de 2001, se perdieron 750 mil empleos. Según los técnicos del Indec, el cierre de puestos de trabajo (6,2 por ciento del total) podría haber sido mayor teniendo en cuenta la caída estimada del producto del 14 por ciento. Si los despidos no fueron más, explican, se debe a dos factores: los empresarios también ajustaron suspendiendo personal y eliminando horas laborales; y los empleados aceptaron recortes importantes en los salarios nominales. Hoy hay 3 millones de desocupados, 1 millón más que en el ‘95.
- Los subempleados alcanzan al 12,7 por ciento de la población activa. Si se suman desocupados y subempleados, se tiene 4,8 millones de personas con graves problemas laborales. Es decir, uno de cada tres argentinos en condiciones de trabajar se halla en esta situación.
- En los centros industriales tradicionales, como el Gran Córdoba y Gran Rosario, la desocupación supera el 24 por ciento. De hecho, en Córdoba el desempleo tuvo el salto más espectacular de todo el país: en apenas un año, se duplicó (ver aparte).
- Como consecuencia de lo anterior, se profundizó el deterioro en la calidad de los empleos que se evidenciaba ya en los últimos años. De otro modo: los que tienen la suerte de no ser despedidos o de encontrar trabajo, se desempeñan en ocupaciones cada vez más informales y peor pagas.
- Así, el 57 por ciento de los ocupados (4,4 millones de personas) son trabajadores precarios con alguno de los siguientes atributos: asalariados sin jubilación; subocupados; con ingresos menores a 200 pesos; temporarios o de changas; servicio doméstico; cartoneros y vendedores ambulantes.
- Los ingresos nominales de los empleados se redujeron notoriamente en el último año. De acuerdo con los datos para el Gran Buenos Aires, la caída promedio ronda el 8 por ciento. Pero el bajón en el poder de compra de las remuneraciones fue mucho mayor, como consecuencia de la inflación. Según el Indec, hasta mayo esa caída era del 20 por ciento. Pero si se tiene en cuenta que en mayo se observó el mayor índice de inflación, el achique del poder adquisitivo sería a hoy cercano al 40 por ciento.
- Hay dos factores que atenuaron los índices de desempleo, y no pueden considerarse una buena noticia. Por un lado, el Indec registró en octubre 180.000 personas con planes de empleo, que de otra forma hubieran sido contabilizados como desocupados. Por otro lado, en el Gran Buenos Aires, unas 115 mil personas dejaron de buscar empleo, retirándose del mercado laboral. La interpretación de los técnicos es que, lo prolongado de la recesión desalentó a inmigrantes de países limítrofes que decidieron volver a sus países de origen y a migrantes del interior, que regresaron a pequeños pueblos del interior.
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