Dom 01.04.2007

EL PAíS  › LOS PLANES DEL GOBIERNO PARA REPSOL-YPF

Debajo de superficie

Kirchner descartó la reestatización de la petrolera pero promueve el ingreso de capitales nacionales privados. En su entorno alientan, alternativamente, la compra de acciones de la firma española por parte de una sociedad argentino-venezolana conformada por Enarsa-Pdvsa.

› Por Diego Schurman

–¿Sabe cuál es el negocio más rentable del mundo? –pregunta retórico el funcionario del Ministerio de Planificación que a la legua se nota que la conversación es su elemento.

–Una petrolera –responde Página/12.

–Una petrolera bien administrada –corrige el funcionario y sigue su perorata–. ¿Y sabe cuál es el segundo negocio más rentable del mundo? Ni arriesgue. Se lo digo yo: el segundo negocio más rentable del mundo es una petrolera mal administrada.

Es viernes a la noche y aunque Néstor Kirchner desactivó la posibilidad de una reestatización de Repsol-YPF, en privado uno de sus principales escuderos sigue blandiendo alternativas para incidir en las decisiones de la compañía.

Lejos de aquel atractivo de la Casa Rosada por la trasgresión, aquí se trata de una decisión política del más alto nivel, fundada en la necesidad de controlar recursos estratégicos que ofrece un margen de rentabilidad inconmensurable.

“Lo que le gustaría a Néstor es la posibilidad de que capitales argentinos adquieran el 20 o el 30 por ciento del paquete accionario de Repsol”, vocifera ante este diario uno de los pocos laderos de Kirchner que se anima a llamarlo por su nombre. “Antes ellos habían evaluado poner acciones en la Bolsa, ahora no descartan negociar directamente con las empresas, con grupos argentinos”, redondea. El tema navegó en las conversaciones que el Presidente mantuvo el lunes pasado con Rafael Estrella Pedrosa. El embajador español también se llevó numerosas observaciones de Kirchner. Primordialmente por las faltas de inversión y reservas de gas y crudo.

–Necesitamos que inviertan en exploración para que aumente la producción –le reprochó cortésmente el mandatario, como lo haría un maestro con su alumno preferido.

Estrella Pedrosa desembarcó en la Casa Rosada con otro propósito: escuchar de primera mano lo que funcionarios de segunda línea ya habían transmitido informalmente a directivos de la multinacional. O sea, que no habría reestatización.

Puertas afuera, el que salió taxativamente a negar la voluntad de comprar Repsol-YPF fue Alberto Fernández. El jefe de Gabinete discurrió en el encuentro presidencial con el embajador español. Kirchner había inquietado al sector hace una semana. Fue durante una embestida contra las políticas privatizadoras de los ‘90. Unos sondeos encargados ad hoc por el mandatario, del que también tienen conocimiento en Repsol-YPF, muestran el rechazo popular a los procesos de enajenación de empresas.

El tópico fue materia de recientes tertulias entre el titular de Enarsa, Exequiel Espinoza, y representantes de la petrolera. Un dato para no pasar por alto: el ministro de Planificación, Julio De Vido, no para de recibir llamados de empresarios que oscilan entre el pánico y la incredulidad. Las sucesivas reestatizaciones de empresas –el astillero Tandanor se sumó al lote este viernes– los ha vuelto más creyentes.

Ruidos y ruiditos

La luz de alerta se encendió definitivamente cuando el diputado kirchnerista Edgardo Depetri se animó a sacar a superficie lo que ya era vox populi en el mundo de los negocios. “Estaríamos en condiciones de comprar Repsol-YPF”, dijo el 17 de marzo en un reportaje a La Voz del Interior. Depetri no es un outsider de la política. Funge como presidente la Comisión de Obras Públicas, en línea directa con De Vido, y tiene horas de vuelo junto a Kirchner en el Tango 01. Es necesario reproducir la respuesta completa que ofreció al diario cordobés para entender las habas que se cuecen en el Gobierno.

El legislador, un cuadro político de la CTA, dijo textual: “La alianza con Venezuela tiene dos ejes centrales y está produciendo mejoras en la calidad de vida de la población de los dos países. Primero firmamos entre Enarsa y Pdvsa un acuerdo de explotación y producción en la Franja del Orinoco. En segundo lugar, Pdvsa, en Argentina, se convierte en una empresa que ahora asociada pueda duplicar la cantidad de reservas de petróleo que nosotros tenemos. Esta empresa es, sin dudas, una de las más grandes del mundo en petróleo, con nivel de tecnología y financiamiento en condiciones de ingresar al mercado energético nacional con la posibilidad de intervenir en políticas públicas más claras en este sector. A tal punto que estaríamos en condiciones de comprar Repsol-YPF”.

Esta semana Kirchner habló al menos dos veces con Depetri. No lo desautorizó, no desactivó la ofensiva del legislador ni le cerró las puertas de la Casa Rosada, tres variantes que describen habitualmente el despecho presidencial.

–¿Qué opinión le merecen las declaraciones de Depetri sobre una posible compra de Repsol-YPF? –le preguntó Página/12 a

Fabián Falco.

–Tomo en cuenta lo que dijo Alberto Fernández, quien ha desmentido que el Gobierno piense en ese tema –fue la diligente respuesta del director de Comunicación y Relaciones Externas de la petrolera.

Acaso los dichos del jefe de Gabinete sirvieron para evaporar especulaciones que habían ganado la superficie. Pero por debajo continuaron con una fuerza inusitada. Aunque resulte reduccionista, hoy podría hablarse de dos líneas en estudio: la de argentinizar la compañía con capitales privados nacionales y la de latinoamericanizarla con la participación en Repsol de una sociedad argentino-venezolana vía Enarsa y la poderosa Pdvsa. Un eventual ingreso de la compañía insignia de Hugo Chávez podría provocar efectos imprevisibles en el escenario internacional por el recelo que genera el presidente de la República Bolivariana en ámbitos de poder empresario.

“Si Pdvsa ingresa a Repsol, chau relación con España. ¡(El mandatario de ese país José Luis) Rodríguez Zapatero se mata! No lo veo viable, aunque es probable que dentro del Gobierno alguien esté fogoneando esa idea”, reconoce a este diario un funcionario con charretera que no es ajeno a las tratativas.

La opción de abrir Repsol a capitales argentinos, en cambio, fue alguna vez meneada por la propia compañía que preside Antonio Brufau, aunque puertas adentro de la petrolera consideran que son contados los hombres de negocios vinculados al Gobierno que podrían desembolsar un estimativo de tres mil millones de dólares para quedarse con parte del capital accionario.

“¿Quién va a comprar el 20 por ciento de Repsol? Ni Eurnekian ni Britos ni Midlin tienen resto como para hacerlo”, especula ante Página/12 un ejecutivo que conoce al dedillo los entuertos petroleros.

Esos apellidos son, en el lenguaje kirchnerista, representantes de la “burguesía nacional”. Jorge Brito es dueño del grupo Macro Bansud, y Marcelo Midlin, del grupo de inversión Dolphin. La especulación con Eduardo Eurnekian obedece a la participación del Estado en Aeropuertos Argentina 2000. Al trío le cabe el rótulo de empresarios afines al Gobierno. El análisis no es compartido plenamente en el círculo áulico del Presidente. “Hay muchas firmas y empresarios con capacidad de compra, se pueden armar holdings, sociedades”, es la respuesta que surge inclaudicable de un asiduo operador kirchnerista que no tiene nada de advenedizo en la materia.

Acción de oro

La Argentina representa casi la mitad de los negocios de Repsol en términos de activos, facturación y ganancias. No por nada los hombres de Kirchner auguran compartir con España la conducción de la compañía. Y en esto, como una especie de fe que se enraíza, coinciden los distintos sectores internos del Gobierno. En la Casa Rosada sostienen que el objetivo sólo podrá cumplirse mediante la “profundización de un modelo de desarrollo” que se consolidaría durante la próxima gestión, dando por hecho que ésta tendrá la impronta K, sea “pingüino o pingüina”.

De Vido suele hablar de la necesidad de asignar al Estado argentino la “acción de oro” de Repsol-YPF. Eso le aseguraría capacidad de veto y un rol preponderante en el control del proceso de inversiones. A menudo, el propio Kirchner se lamenta en privado por haber perdido ese resorte de la política energética. Por eso no le saca los ojos a la compañía. De Vido ya nombró a un funcionario de su riñón como representante estatal en el directorio. Se trata de Roberto Baratta, secretario de Coordinación de Planificación. En Repsol no quieren ser conspirativos, aunque en una letanía susurran ciertas prerrogativas del hombre de De Vido, como la accesibilidad a los números de la firma.

A propósito de cifras, hay quienes encuentran en ellas las principales razones para enarbolar banderas de nacionalización. “Hay que hacer matriz de costo. El barril de crudo está en 68 dólares. ¿Sabe cuánto es el costo de cada barril? Entre 6 y 18 dólares. ¿Le parece que no hay que avanzar hacia una reformulación estratégica con fuerte presencia del Estado?”, vuelve a la carga un hombre del ministerio de De Vido, taciturno para los micrófonos pero no en los off the record.

El control de los recursos energéticos se convierte entonces en el leitmotiv de una causa que evidentemente para Kirchner no languidece. Aunque a muchos les suene extraño, el hiperkinético y cuestionado secretario de Comercio interior, Guillermo Moreno, es uno los que apuesta con mayor ahínco al desembarco argentino en Repsol.

En la firma prestan atención a ese doble juego del Gobierno de desmentir la reestatización y simultáneamente atizar versiones de compra. Lo entienden como un ardid de Kirchner para soliviantar al empresariado y mantenerlo bajo la “espada de Damocles”.

En Balcarce 50 aseguran que sólo una imaginación prolífica devaluaría a “fuegos de artificio” los movimientos que se producen en torno de Repsol. “¡No estamos jugando, estamos pensando una Argentina diferente!”, se exalta un ministro de Kirchner intentándole dar mística a lo que luce como una puja de intereses. En ese sentido, señala que hasta el embajador en España, Carlos Bettini, tendió puentes con Luis Fernando de Rivero Asensio para conversar sobre la apertura de la firma al capital argentino. Rivero Asensio es el titular de Sacyr Valle Hermoso, la constructora que ostenta un paquete accionario en la petrolera. No es un tema menor en términos diplomáticos ya que Repsol, si bien privado, es un emblema nacional en la madre patria.

Este año hubo un cortocircuito entre el kirchnerismo y Repsol cuando la multinacional anunció la decisión de desprenderse de 37 yacimientos. “No puedo impedir que pongan en venta las áreas petroleras que quieran, pero si no han sido debidamente explotadas se revocará la concesión. No vamos a permitir que obtengan beneficios de esas áreas como si fueran un activo inmobiliario”, advirtió entonces De Vido, en diálogo con este diario.

El tema sobrevoló las conversaciones de Kirchner con Estrella Pedrosa. El Presidente no hizo otra cosa que expresarse en la misma dirección, aunque con mayor diplomacia, que su ministro de Planificación.

El gobierno de Rodríguez Zapatero tiene un papel clave en temas de interés nacional. España oficia de interlocutor de Kirchner ante el Club de París para refinanciar la deuda argentina sin la intervención del FMI. Y media en el conflicto de las papeleras con Uruguay. Son apenas dos botones de muestra del excelente vínculo entre ambos países. ¿La avidez oficial por ingresar a Repsol afectaría esa armonía?

No hay una decisión final sobre qué hará el Gobierno. Y en ese sentido habrá que conformarse con un textual de Kirchner, cuando uno de los suyos le preguntó sobre el futuro de las alternativas que se barajan.

–Están todas en estudio –le dijo el Presidente con una sonrisa cómplice.

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