EL PAíS › LA ESTRATEGIA “K” PARA CAPITAL Y PROVINCIA
Mientras le arrebata funcionarios a Telerman, el Gobierno hace participar a Scioli en la campaña porteña con el propósito de traccionar votos hacia Filmus. Los candidatos a vicegobernador en danza.
› Por Diego Schurman
–Sabés, en algo nos parecemos vos y yo: a los dos nos culpan de todo –fue la benevolente ironía que ofreció Hebe de Bonafini antes de largar una carcajada.
Alberto Fernández no pudo más que reírse. Pero la titular de Madres de Plaza de Mayo logró cambiarle definitivamente el semblante unos segundos después: cuando le confesó al jefe de Gabinete su más rotundo rechazo a la alianza que Jorge Telerman había establecido con Elisa Carrió.
Previsiblemente hubo acuerdo en que esa postura se transformara en un duro comunicado, difundido al día siguiente. “Repudiamos cualquier acuerdo con Elisa Carrió y la presencia de los sectores de la derecha fascista en la ciudad de Buenos Aires”, castiga un tramo del texto. No fue casual que la irascibilidad de Bonafini se haya entreverado con las renuncias que en cascada le presentaron a Telerman sus ahora ex funcionarios Lito Borello, Lía María y Teresa Parodi. A la Casa Rosada le resultó funcional para instalar una sensación de cisma en el gobierno porteño. Un gesto de la titular de Madres de Plaza de Mayo tiene un peso simbólico, que sin dudas afecta a Telerman y su prédica ecuménica. Pero esa negativa a votarlo no redunda en un nuevo sufragio para Daniel Filmus, aunque así lo haya decodificado el equipo de campaña del candidato kirchnerista. “Yo no voy a votar a nadie, como lo hice siempre”, advirtió Bonafini a Página/12.
La mujer no quiere quedar emparentada con ningún ardid en la ciudad, amén de la “excelente relación” –así lo dijo– que la une con Fernández y su “rotundo apoyo” a Kirchner. ¿Por qué entonces aquella furtiva reunión de mitad de semana? Bonafini lo explica, o casi. “El miércoles no estuve sólo con Fernández, sino también con el Presidente y Parrilli para hablar de otros temas importantes que no puedo contar”, largó enigmática. Uno es, según supo este diario, el acto de fin de mes por los 30 años de las Madres. El detalle de la información quedó vedado al periodismo, del mismo modo que las últimas encuestas encargadas por el Gobierno. Quienes las vieron reconocen la oxigenación que le significó a Telerman tener a Enrique Olivera como acompañante de fórmula. “Lo hizo salir al Pelado de la meseta. Está dos o tres puntos arriba. Pero Filmus sigue en subida”, señaló un ávido ministro de la Rosada.
Un vocero de Elisa Carrió dijo que el impacto en el electorado ha sido mayor e ironizó por la repentina ausencia de encuestas que cotejaran el nuevo escenario. No obstante ello, informó que no habrá fotos de Lilita con Telerman. Su incursión en la Capital, señaló, se limitará a respaldar la lista de legisladores porteños del ARI que encabeza Diana Maffia.
A esta altura es improbable que alguien crezca a zancadas. Hay un trabajo hormiga. De hecho, Lía María y Parodi terminaron de migrar luego de platicar con Aníbal y Alberto Fernández. La ministra de Espacio Público y la directora de Música ofrecieron argumentos calcados para justificar sus salidas del staff porteño. Hubo partidas previas: las del ministro de Educación, Alberto Sileoni, y del Movimiento Evita de Emilio Pérsico, que el kirchnerismo computa como si se tratara de peones comidos en una partida de ajedrez.
A propósito, la Casa Rosada no cejará en su embestida contra Carrió y, en consecuencia, contra Telerman. De la mano de Graciela Ocaña pergeña un nuevo encuentro del centroizquierda. La foto conllevará un mensaje implícito: que el espíritu originario del ARI reside en las filas K. Otra manera de decir que Lilita está mutando en representante de la derecha.
La disputa está focalizada en ver quién ingresa en el ballottage, si Filmus o Telerman. En tanto, Mauricio Macri avanza sin prisa hacia la segunda vuelta. Increíblemente su primer traspié no provino de la política sino de los barrabravas de La Doce, quienes no imaginaron que una infidencia podía llegar a los diarios. Al presidente de Boca le será difícil explicar cómo tres de sus jugadores fueron a visitar a Rafael Di Zeo y otros jefes de hinchada detenidos en el penal de Ezeiza justo en la misma semana en la que habló de crear una Agencia de Prevención del Delito en la ciudad.
El podio bonaerense
Saltando a la provincia de Buenos Aires, las conjeturas sobre quién será el acompañante de fórmula de Scioli no han cesado. El café que se comprometió con Ocaña para esta semana alimenta las especulaciones. La titular del PAMI integra el podio de potenciales aspirantes a vicegobernador bonaerense junto al radical Daniel Katz y el canciller Jorge Taiana. Por lo que se escucha en la Rosada, este último saca una cabeza de ventaja sobre el resto. Y si la decisión debiera tomarse hoy, el canciller llevaría las de ganar. Hombres influyentes han terciado ante Kirchner a favor de Taiana. En el bunker de Scioli también se inclinarían por el canciller. “Es alguien competente para manejar el Senado, para la búsqueda de diálogo y los consensos, y refuerza el mensaje K”, enumeran las virtudes. Pero agregan al lote otro nombre que cumpliría con los mismos requisitos: el senador José Pampuro. Scioli asegura que, en definitiva, su compañero de fórmula será consensuado con Kirchner. Es tan razonable como improbable: el Presidente no comparte ese tipo de decisiones con su vice. Aunque es evidente el cambio de actitud hacia él. Pocos recuerdan aquellos días en los que la Casa Rosada propalaba carpetas con supuestas irregularidades del ahora candidato.
José “Pepe” Scioli, Alberto Pérez y Gustavo Marangoni conforman el trípode en el que se apoya Daniel Scioli para su aventura bonaerense. Ellos coinciden en que no habrá mayores definiciones hasta después de las elecciones de Capital en junio. Por eso transitan sin sobresalto los aprestos de campaña. Hasta ahora han sufrido dos embates: los tozudos mosquitos de otoño y la extraña versión de la caída de su candidatura.
Kirchner saldó este último inconveniente con una nueva ratificación de su delfín. Paradójicamente, la firmeza de Scioli como aspirante bonaerense también fue una bendición para Telerman. El jefe de Gobierno porteño lo admitió al regresar, meses atrás, de una gira por Israel.
–¿Sabés lo que le agradecí a Dios? Le agradecí que te hayas ido a la provincia –le confió, sonriente, días después de conocerse una foto que lo muestra rezando frente al Muro de los Lamentos.
Scioli espera una definición de Juan Carlos Blumberg. Considera que la incursión del ingeniero legitimaría el triunfo que igualmente le otorgan los sondeos al oficialismo. Es curioso pero es así: la alta intención de voto lo redime de su pasado inmediato junto a Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde.
El vice se ha convertido en una pieza clave para potenciar la candidatura de Filmus. La campaña metropolitana que ambos han emprendido no tiene otro propósito que traccionar votos hacia el ministro de Educación. La foto de Scioli en Parque Norte del viernes, durante el lanzamiento de la fórmula porteña, es el ejemplo más acabado. Y representa el puntapié inicial de una profundización de esa estrategia de campaña.
Toma y daca
Filmus se ve por estas horas encorsetado en el conflicto docente. El ministro no reniega la discusión pero se fijó un límite: que nadie confunda la represión que produjo un muerto en Neuquén con la política kirchnerista. Por estos días, el candidato porteño rememora en la intimidad aquellas marchas piqueteras que signaron el alba de la administración K. “Un día que estaban atestadas las calles, y no se podía caminar por la ciudad, yo entro al despacho del Presidente. Estaba abstraído, mirando por la ventana. Pasaron como quince minutos. Pensé que Kirchner ni me había registrado. Y de pronto me dice: ‘Danielito –porque a veces me llama así–, yo no voy a reprimir. Eso en este país no va más.”
El ejemplo le vale a Filmus para explicar que el discurso oficial que se escucha por estos días no es una diferenciación ad hoc resultado de la muerte de Fuentealba sino una constante desde el inicio de la gestión.
Inesperadamente, la sostenida mano dura de Jorge Sobisch le ha deparado a Kirchner un acercamiento impensado: el de Juan Carlos Romero. El gobernador de Salta y ex compañero de fórmula de Carlos Menem no quiere emular a su par neuquino. Por eso analizó con Aníbal Fernández la manera de menguar el conflicto que empezó a despuntar en su provincia.
Esta semana el ministro del Interior se despojó de su lenguaje prosaico para detallar a propios y extraños el despliegue de la Gendarmería en Santa Cruz. Fernández dejó en claro que es parte de la política disuasiva y despotricó contra los periodistas que hablan de la “militarización” de la provincia. Desbarató esa teoría haciendo una ecuación entre el número de establecimientos educativos y el de efectivos.
–El que habla de militarización no entiende un pomo. Nosotros no vamos a reprimir un ca-ra-jo –le deletreó, ya volviendo a su acostumbrada verba, a un grupo de empresarios.
Hay demasiada vocación oficial en analizar el desenlace de las protestas y bastante menos el origen. En la conformación del salario docente santacruceño el plus por presentismo está por encima del básico. Es la manera en que la provincia pretende disciplinar a maestros y profesores. Pero esta semana la protesta se desmadró. El jueves, cuando comenzaba a abrirse un canal con el gobierno nacional, los estatales tomaron la Legislatura en Río Gallegos desazonados por otra promesa incumplida. Ese día se iba a derogar un artículo de la Ley de Emergencia Económica para reestablecer las paritarias. Por razones inescrutables, eso no sucedió.
Desde que asumió la secretaría nacional de ATE, Pablo Micheli rehuyó a la toma como metodología de lucha: la emparienta a un “callejón sin salida”. Pero igualmente justificó la actitud adoptada por la filial santacruceña de su gremio ante la perfidia de los legisladores. “No fue planificada, no había palos ni armas. Los estatales estábamos ahí convocados por la propia Legislatura, que al no votar lo comprometido generó una reacción espontánea”, dijo a Página/12. El miércoles, Micheli aterrizará en Santa Cruz. Para ese día el Gobierno augura tener una respuesta. Sería lo deseable.
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