En abril de 1982, Oscar Núñez fue enviado como conscripto a las Malvinas. En la guerra sufrió los malos tratos de los militares argentinos, que lo estaquearon, descalzo y sin guantes, para dejarlo expuesto al congelamiento durante ocho horas. 25 años después, Núñez ubicó al oficial del Ejército autor del episodio, Gustavo Adolfo Malacalza. “Tiene grado de teniente coronel y está como subdirector del Liceo Militar General San Martín”, denunció ayer desde la ciudad correntina de Mercedes, donde reside. El secretario de Derechos Humanos de la provincia, Pablo Vassel, pidió la separación del militar “del cargo en el que es responsable de la educación de las nuevas generaciones” de liceístas.

Después de la guerra, Núñez volvió a su provincia. Se recibió de abogado. Aunque contó su historia, recién pudo darle impulso legal en este último aniversario de Malvinas, cuando junto a otros ex combatientes y el estado provincial presentaron una denuncia por los estaqueamientos, un homicidio y cuatro muertes por inanición ocurridos durante el conflicto. El caso contra fue radicado en el Juzgado Federal de Río Grande.

“Nuestra compañía de combate estaba en la primera línea, y había dificultades para que nos llegara la comida. Un compañero nuestro, Secundino Riquelme, murió por desnutrición. Producto de esa muerte nosotros decidimos buscar algo para comer; había una oveja ahí cerca, habrá sido a 40 o 50 metros, y con otros dos soldados, decidimos matarla. En el momento en que estábamos carneando la oveja apareció Malacalza, que era el jefe de nuestra sección. Primero nos insultó, después nos hizo hacer saltos de rana. Nos sacó la oveja y nos dijo que nos iba a estaquear, lo que efectivamente hizo”, recordó Núñez.

–¿Lo hizo Malacalza personalmente?

–Sí. Nos hizo sacar los zapatos y los guantes y nos ató con los mismos cordones de los borceguíes. Después de que pasaron cuatro o cinco horas yo lo hice llamar, porque no dábamos más. Le pedí que nos desate o que directamente nos mate, porque estábamos prácticamente congelados, sin comer. En ese momento él sacó la pistola reglamentaria y me apuntó: me dijo que yo no valía ni un tiro. Yo lo insulté, él me pegó una patada en las costillas y se fue.

Núñez agregó que salvó su vida porque un sargento de nombre Guillermo Insaurralde los desató, desobedeciendo las órdenes de sus superiores.

Con la denuncia penal abierta en la Justicia, los ex combatientes apuntan, en primer lugar, a conseguir que los abusos y torturas sufridas en Malvinas sean declarados delitos de lesa humanidad, para que no se los considere prescritos.

También quieren que el Gobierno arme una comisión investigadora, del tipo de la Conadep. “Buscamos que los ex combatientes de todo el país tengan una vía para denunciar, porque al terminar la guerra a todos se les impuso el silencio, amenazándolos con que iban a ser considerados traidores a la patria, que se les iba a realizar consejos de guerra o simplemente iban a ser considerados cobardes”, señaló Vassel.

Para el funcionario, “si el Estado les da garantías para declarar y se levanta el secreto militar, se puede producir una recepción de denuncias muy importante”.

Tras la presentación de la querella en el Juzgado Federal de Río Grande, el grupo que trabajó en la reunión y documentación de los casos de Corrientes recibió testimonios de otras provincias, como La Pampa, Chaco, Tierra del Fuego y Santa Fe.

En el marco de estas investigaciones el Ministerio de Defensa ya separó de su cargo al capitán de fragata Carlos Bianchi, acusado de un caso de estaqueamiento, quien se desempeñaba como jefe del Batallón de Infantería de Marina de Ushuaia.