Una famosa frase futbolera aconsejaba a los arqueros que debutaban en primera no meter dentro del arco las pelotas que iban afuera. Aquel consejo no debe ser conocido por el gobierno de Santa Cruz. Ayer, en medio de una pelea salarial con los docentes de Adosac, la administración de Carlos Sancho protagonizó lo más parecido a un blooper que se recuerde en la provincia. A las 16, la subsecretaria de Trabajo de la gobernación, Elsa Capuchinelli, dictó la conciliación obligatoria en el conflicto con los maestros. Los docentes fueron notificados y comenzaron a discutir qué hacer. Se encontraban en un congreso del gremio en la escuela 47 de Río Gallegos. Tres horas más tarde, los dirigentes de Adosac se enteraron de que la conciliación dictada por Capuchinelli había sido anulada por “extemporánea y abstracta” y que la funcionaria había sido despedida por “tomar una medida en forma inconsulta”. Molestos por las marchas y contramarchas oficiales, los docentes resolvieron continuar el paro por cinco días más a partir de mañana. “Repudiamos el manejo del gobierno”, cargó Pedro Muñoz, secretario general de Adosac.

Los docentes se tomaron la anulación de la conciliación obligatoria con una mezcla de humor y bronca. La medida que había firmado Capuchinelli los intimaba a levantar las medidas de fuerza y convocaba a una reunión entre las partes para mañana a las 14. Luego de recibir la notificación, el secretario general de Adosac comenzó a avisar a los afiliados. Por sus estatutos, el gremio docente debe consultar a las asambleas de base para que las decisiones tengan validez. Cuando los docentes estaban debatiendo si aceptar o no la conciliación, para lo cual consultaron al abogado del sindicato, Javier Pérez Gallart, llegó la sorpresa.

El gobierno provincial había anulado la medida y echado a la subsecretaria de Trabajo que la había firmado. El comunicado que notificaba el alejamiento de Capuchinelli estaba firmado por el subsecretario de Interior, Fernando Mangione. “La resolución que dictaba la conciliación obligatoria era extemporánea y abstracta porque las medidas de fuerza culminaban ayer (por el sábado). El gremio había notificado al Consejo Provincial de Educación que el paro sería del 17 al 20 de abril. La conciliación se había dictado cuando las medidas ya habían terminado”, argumentaron a Página/12 en la secretaría de prensa de la gobernación.

Los docentes habían empezado la jornada con otra sorpresa. A media mañana observaron cómo un grupo de operarios instalaba una valla metálica de casi dos metros de altura frente a la gobernación. Algunos maestros habían pasado la noche en la carpa blanca. Anoche, el gremio Adosac convocó a un cacerolazo frente a la Casa de Gobierno bajo el conocido lema “que se vayan todos”. También tenían pensado realizar un festival artístico en la calle. La conciliación obligatoria que no fue terminó siendo la comidilla del día. El ministro de Gobierno, Daniel Varizat, había dicho que “no descartaba” tomar esa medida pero que esperaría hasta “fin de mes” para ver “cómo se desarrolla todo”.

Anoche los maestros realizaban un cacerolazo frente a la gobernación. Allí volvieron a pedir el blanqueo del presentismo y la suma no remunerativa, que totalizan 850 pesos. Eso permitiría elevar el piso salarial, anclado en 161 pesos (el más bajo del país). Los docentes también reclaman la derogación de la Ley de Emergencia Económica, que impide convocar a paritarias. “Es imposible convocar a paritarias porque el 70 por ciento de la economía depende de la administración pública”, aseguró hace unos días la titular de la Legislatura, Judith Fortsmann.