Mié 25.04.2007

EL PAíS  › DESDE 2002, LOS JUBILADOS POR AFJP PERDIERON 35 PUNTOS DE PODER DE COMPRA

Sin red frente a la suba de precios

El 80 por ciento de los jubilados por las AFJP sufre una depreciación de sus ingresos. Las rentas vitalicias aumentan 4 por ciento al año, contra una inflación que acumula 96 puntos desde la devaluación. Un problema que se agrava con el tiempo.

› Por David Cufré

Hasta fin de año, 14 millones de personas podrán optar por un cambio de régimen jubilatorio. En trece días desde que se habilitaron los traspasos, más de 205 mil afiliados a las AFJP se fueron al sistema de reparto. Quienes ya no tienen esa posibilidad son los jubilados y pensionados de capitalización: 305 mil personas que en su momento confiaron o quedaron enganchadas en una administradora y ahora más del 80 por ciento de ellas se encuentra en un problema serio. Y lo más desalentador es que carece de solución técnica. Lo único que les queda es confiar en una intervención política. Su drama es que firmaron contratos irrevocables con compañías de seguros para cobrar una renta vitalicia, que compraron con lo que habían ahorrado en su AFJP, y ahora esos ingresos se actualizan año a año apenas algo más de 4 por ciento, cuando la inflación desde 2002 a la fecha acumula 96. Ello arroja una pérdida de su poder de compra del 35 por ciento. Como los contratos son de por vida, el paso del tiempo sólo agravará la pérdida mientras haya alta inflación.

En la misma situación estarán los futuros jubilados de las AFJP que elijan una renta vitalicia mientras no cambie esa reglamentación. Es una norma que fue dictada en la convertibilidad, cuando la inflación desde 1994 –año de creación de las AFJP– en adelante era menor a ese 4 por ciento como mínimo que están obligadas a aumentar cada año las compañías de seguros que liquidan las rentas vitalicias. Hoy esa medida es una trampa sin salida. Al menos sin escapatoria desde el punto de vista legal, porque las aseguradoras están resguardadas por los contratos irrenunciables que firmaron voluntariamente sus clientes jubilados.

Algo más del 80 por ciento de los 305 mil jubilados y pensionados actuales de las AFJP eligió rentas vitalicias. Esos ingresos tienen una cláusula de ajuste de 4 por ciento anual o el equivalente al 90 por ciento de la tasa de interés de los plazos fijos de entre 50 mil y 100 mil pesos. En la práctica, las rentas vitalicias registran subas de entre 4 y 6 por ciento al año desde la devaluación al día de hoy. Mientras esa disposición siga vigente, todos los nuevos jubilados por AFJP que opten por rentas vitalicias quedarán enganchados a la misma cláusula de manera indefinida. Si les toca un período de inflación mayor a ese rango del 4 al 6 por ciento, su haber se irá depreciando, como ocurrió efectivamente a partir de 2002 con los ya retirados.

Pese a que el problema tiene cinco años, la presión del sector financiero logró bloquear una y otra vez los tibios intentos del Gobierno por modificar el mecanismo de ajuste. La Superintendencia de AFJP y la Superintendencia de Seguros estudian un cambio desde hace tiempo, pero no consiguen el empujón político para concretarlo. Proponen que la actualización de las rentas vitalicias sea como piso igual a la inflación, una medida elemental para preservar los ingresos de los jubilados por el sistema de capitalización.

Las compañías de seguros que ofrecen las rentas vitalicias son en su mayoría empresas vinculadas con las AFJP, que a su vez son propiedad de bancos casi en su totalidad. Su resistencia al cambio es sencillamente porque se verían forzadas a pagarles más a los jubilados, y ello atenta contra la rentabilidad de su negocio.

Un porcentaje considerable de las personas que se afilian a una AFJP desconoce las opciones que se les abren al momento de jubilarse. Son únicamente tres:

- Retiro fraccionado: Los que no alcanzaron a completar 30 años de aportes previsionales no pueden jubilarse. En ese caso, pierden la garantía del haber mínimo que paga el Estado. Las AFJP sólo les devuelven mes a mes lo que hayan capitalizado, lo cual siempre es menos que la mínima, porque si aportaron menos de 30 años lo que ahorraron en su cuenta es tan poco que no alcanza a cubrir ni siquiera ese haber básico.

- Retiro programado: Pueden elegirlo quienes completaron como mínimo 30 años de aportes previsionales. El afiliado se pone de acuerdo con la AFJP en un cronograma de reintegro del dinero capitalizado, en la cantidad de años que le parezca razonable. Y cuando se termine, no tiene derecho a cobrar nada más. Cuando se acaba, se acabó. Mientras tanto, la AFJP sigue administrando su dinero. Allí es a suerte o verdad: el saldo aumentará o caerá año tras año de acuerdo con la rentabilidad que obtenga la AFJP. Es el mismo riesgo que corrió durante la vida activa, cuando aportaba, sólo que en esa instancia sus chances de recuperación frente a una crisis se acotan. Frente al riesgo, la mayoría opta por una renta vitalicia. En los hechos, el retiro programado termina siendo elegido por quienes saben que su expectativa de vida es corta al momento de jubilarse. En esos casos, buscan llevarse en pocos años todo el dinero capitalizado, cuyo saldo además es heredable. Ahora bien, si finalmente viven más de lo esperado y agotaron lo que tenían en la AFJP, no cobran nada más.

- Renta vitalicia: También es necesario 30 años de aportes previsionales como mínimo. En este caso, el afiliado toma todo el dinero que logró capitalizar en la AFJP y le compra una renta vitalicia a una compañía de seguros. Su relación con la AFJP termina y comienza otra con una nueva empresa. La renta vitalicia es, como su nombre lo indica, una jubilación de por vida, con derecho a pensión para la viuda (con algunas excepciones). El monto de esa jubilación variará obviamente de acuerdo con el monto capitalizado en la AFJP. Pero lo que es común para todos los que toman una renta vitalicia es el mecanismo de ajuste de ese haber inicial: el 4 ciento anual como mínimo explicado más arriba.

Con esas opciones, es lógico que más del 80 por ciento se incline por una renta vitalicia. Es lo que ocurre también en otros países con sistemas de capitalización. Otro elemento a tener en cuenta es que cuando una persona le compra esa renta a una compañía de seguros, los fondos ya no quedan resguardados en una cuenta individual, sino que son incorporados a la cuenta de la aseguradora. La rentabilidad que obtenga por la administración de esos recursos ya no es visible como en el caso de las AFJP. Fuentes oficiales revelaron a Página/12 que la ganancia de las empresas de seguros con los fondos que manejan de sus clientes jubilados llega al 20 por ciento. Frente a ello, lo que les vienen aumentando desde la devaluación a la fecha es, como se dijo, de entre 4 y 6 por ciento al año. La diferencia muestra que las aseguradoras están embolsando ganancias extraordinarias, con lo cual podrían pagar mejores jubilaciones.

Desde su creación, las AFJP lograron instalar la idea de que venían a solucionar las graves falencias del régimen jubilatorio estatal. Los hechos revelan que en todo caso repiten los mismos vicios. El mecanismo de actualización de jubilaciones en las AFJP hoy es una trampa para sus afiliados. En este punto, el Estado no está mucho mejor: desde la derogación del 82 por ciento móvil no hay un índice de actualización estable y respetado. Desde la devaluación, el Estado otorgó aumentos de la mínima que llegan al 250 por ciento (de 150 pesos iniciales a 530 en este momento), mientras que los que ganan entre 531 y 1000 pesos obtuvieron 38 por ciento y los que perciben más de 1000 pesos lograron 25 por ciento. Esa situación le resta previsibilidad al régimen público: quienes hoy eligen el sistema de reparto no saben cómo será el aumento de sus haberes en el futuro porque no hay una ley que lo defina.

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