Mié 02.05.2007

EL PAíS

“Vencimos a la muerte, vencimos al verdugo, esto es vida pura”

Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, habló en el acto en el que se conmemoraron los 30 años de la primera reunión de las Madres. Cerró Charly García.

“¡Vencimos a la muerte, queridos hijos!”, dijo Hebe de Bonafini una y otra vez el lunes en la Plaza de Mayo, donde esta vez la Asociación de las Madres reunió a una multitud para recordar los 30 años de las primeras rondas por los desaparecidos. Osvaldo Bayer y Charly García estuvieron con las Madres ese día en la Plaza. Charly tocó su “Cerca de la Revolución” y cantó el Himno con las Madres. Hebe mencionó a Néstor Kirchner y se enojó cuando escuchó silbidos aislados en el corazón de la plaza: “Los que silban no entienden nada –dijo–. Este es un nuevo momento que vive nuestro país”.

Como había sucedido un día antes con las Madres de Línea Fundadora, la Asociación de las Madres reactualizó sobre esa especie de campo santo de la Plaza sus largos años de historia. Hubo cientos dispuestos a escuchar a las madres.

Nicolás estaba entre ellos. “Fui porque en general voy a estas actividades por historias personales, una especie de tradición. Y fue emocionante escuchar a Hebe –dice–, así, porque más allá de que uno puede estar de acuerdo o no con lo que dice, te genera como esas ganas de darle para adelante.”

Nicolás llegó un poco tarde, cuando había empezado a tocar Horacio Fontova, encargado de la apertura del día. “Las Madres son la resistencia civilizada –dijo–, no pacífica porque son guerreras, transformaron el dolor en lucha.” El sostenimiento de la memoria colectiva, dijo, “sobre los años más trágicos que vivió nuestro país”. Ignacio Copani lo siguió de cerca en el escenario de las madres, esas mujeres que fueron para él, dijo, “una de las caricias de la vida”. Los presentes lo vivaron cuando trasformó su canciones en un reclamo político: “Cárcel común para todos aquellos que nos hicieron sufrir y que todavía gozan de privilegios”, explicó.

Hebe apareció y se escuchó. La escucharon, en los treinta años y habló de esa presencia que continúan teniendo las víctimas del terrorismo de Estado. “Estamos convencidas de que –dijo ella– están en la multitud. Nadie se va para siempre. Somos su voz, su mirada, su corazón, su aliento.” Durante cada jueves de los últimos treinta años, recordó, las mujeres que comenzaron a ocupar la Plaza aquel 30 de abril de 1977 volvieron a hacerlo. Ocuparon una plaza “que ya es nuestra –explicó–, y también es de nuestro pueblo, de todo el pueblo que lucha, como los que están construyendo en la Villa 15, en Ciudad Oculta, en Los Piletones; el Perro Santillán, allá en Jujuy; los maestros del sur, de Salta; Pepino Fernández”. En esa lista mencionó a una delegación de padres de Cromañón que la acompañaron. “Ellos dicen que no pueden hacer un recital –dijo Hebe–. No entienden esto de disfrutar. Nosotros sí –agregó– porque vencimos a la muerte, queridos hijos. Vencimos al verdugo. Esto es vida pura, llena de amor y de abrazos.”

Entre su participación y los invitados se escucharon agradecimientos por las adhesiones a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y a Fidel Castro. En ese clima, entró Charly García con aquel “pero si insisto” revolucionario que al filo de la medianoche iluminó el escenario. “Por supuesto que vamos a portarnos muy bien”, dijo en medio del concierto, sobrio, lacónico, de camisa blanca, corbata a rayas y dueño de una irreconocible paciencia. En ningún momento se quejó de los problemas del sonido. Tocó “Trasformación”, “Rezo por vos”, “Parte de la religión” y “Demoliendo hoteles”, entre otros, pero en ningún otro escenario probablemente sus dinosaurios se hubiesen escuchado mejor. “Los que están en el aire –dijo– pueden desaparecer en el aire; los que están en la calle pueden desaparecer, en la calle; los amigos del barrio pueden desaparecer; pero los dinosaurios van a desaparecer.”

Por ahí, hacia el costado de la Plaza y del escenario estaba Ezequiel con sus rastas, de 21 años, amigo de Nico y de Avellaneda. También lo escuchó a Charly, también la escuchó a Hebe. Como Nico tiene 24 años. Y, dice, “estuvo rebueno, porque no fue como una marcha cualquiera que tiene cosas insoportables. Para mí lo que hicieron esas mujeres es increíble, cada vez que veo un documental o me informo un poquito más y un poco más, me parece todo más increíble todavía”.

Y es increíble aparentemente también para varias de ellas. Elena Gerbilsky, otra de las Madres lo explicó a su manera. “Siento una emoción muy grande, indescriptible –explicó–, es hermoso sentir que el pueblo nos acompañó y nos acompaña de esta manera. Pese al temor que sentí en las primeras marchas nunca abandoné la lucha por nuestros hijos.” Su tarea, dijo, “es estar bien para continuar en la lucha. Mientras estemos vivas seguiremos reclamando justicia”.

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