Dom 04.08.2002

EL PAíS  › DE LA SOTA SE LANZO AYER EN AVELLANEDA EN UN ACTO DUHALDISTA

Para darle el gusto al amigo cordobés

El aparato duhaldista en pleno le organizó un acto “llave en mano” a De la Sota para lanzarlo en la provincia. Aunque no le “mueve el amperímetro”, el apoyo presidencial fue claro: estaban todos sus alfiles y sólo faltó que se presentara en persona. El miniestadio de
Racing estaba lleno, hubo aplausos y hasta amagaron
con la marchita.

› Por Martín Piqué

Hasta ayer era un extranjero, casi un desconocido, en esas tierras asociadas desde siempre a Eduardo Duhalde. Casi nadie lo conocía, apenas figuraba en las encuestas y los dirigentes del PJ coincidían en que “no mueve el amperímetro”. Pero algo empezó a cambiar ayer, aunque fue apenas visible y dirigido desde arriba, exclusivamente en el poder de movilización del aparato provincial. El duhaldismo en pleno, con todas sus caras visibles salvo las obvias de Eduardo Duhalde y su esposa Chiche, brindó un inequívoco gesto de apoyo a José Manuel de la Sota. Le organizaron un acto en Avellaneda y le llenaron el miniestadio de Racing con más de 3 mil personas. El cordobés, entonces, logró que los bonaerenses lo aplaudieran, aunque sin excesos de entusiasmo.
Hacía tiempo que De la Sota quería lanzarse a recorrer la provincia. Le hubiera gustado que fuera en La Matanza, el municipio más poblado del país, pero no pudo ser. Tampoco logró que alguno de los intendentes ofreciera su distrito. Al final, gracias a la disposición de los dirigentes de la tercera sección electoral –el sur del Gran Buenos Aires–, y a su histórica afinidad con el gobernador Felipe Solá, De la Sota pudo desembarcar en la provincia. Y lo hizo con un raid que alcanzó para cubrir sus expectativas iniciales.
Comenzó el día con un desayuno en La Plata, donde se entrevistó con Solá, quien le transmitió su apoyo “personal” a la candidatura y le explicó que él, como gobernador bonaerense, debe “tener prescindencia” en estos temas. En esa reunión hubo también algún reproche. Porque el territorio elegido por De la Sota para su “primer acto en campaña” fue el pago chico de uno de los principales adversarios internos del gobernador bonaerense: Baldomero “Cacho” Alvarez, aliado del titular de la Cámara de Diputados bonaerense, Osvaldo Mércuri. Alvarez y Mércuri fueron ayer los anfitriones del cordobés en el miniestadio de Racing Club.
Como organizadores del acto, aparecían en todas las paredes de la zona. También en los alrededores de la cancha. Y en los pasacalles: “Cacho Alvarez conducción”, “Aníbal Fernández, Quilmes.” Los mismos apellidos flotaban en las banderas y pancartas que se veían en la cancha de básquet. La gente, muchas familias y jóvenes, había sido movilizada en más de 50 micros escolares. Esperaban sentados en las gradas del gimnasio, con mate y galletitas, entre bombos, redoblantes y banderas argentinas. Distinta era la imagen si se concentraba la mirada en los grupos de punteros, dirigentes locales y caudillos de la zona que ocupaban los pasillos: muchas camperas de cuero, y una necesidad cómica por sentirse importantes a los empujones, haciendo espacio para el líder.
Junto a De la Sota habían llegado su mujer, Olga Ruitort, el ministro de Obras Públicas, Carlos Caserio, el senador Juan Carlos Maqueda, y los diputados Carlos Alessandri y Eduardo Di Cola. Después de dar una conferencia de prensa, el cordobés caminó hacia el miniestadio escoltado por toda una larga lista de dirigentes del PJ bonaerenses: además de Mércuri y Alvarez, estaban Aníbal Fernández, José Pampuro, José María Díaz Bancalari, Saúl Ubaldini, Mabel Müller, Graciela Giannettasio, entre otros. Y junto a ellos, unos cuantos intendentes del Conurbano: Manuel Quindimil (Lanús), Julio Pereyra (Florencio Varela), Hugo Curto (Tres de Febrero), para nombrar a algunos.
Las presencias no dejaban lugar a dudas. Todo el duhaldismo se había hecho presente. Desde las íntimas de Chiche –Müller y Giannettasio– hasta los ubicuos operadores del Presidente, Fernández y Pampuro. Ante el panorama, Díaz Bancalari aventuró una conclusión a Página/12: “Hoy estamos todos, no falta nadie”, dijo mientras recorría los pasillos del vestuario del equipo de básquet local para llegar hasta el estadio. Que ya estaba ocupado casi en su totalidad. Sólo en los palcos de los costados se veían algunos pequeños claros. Luego de unas palabras de Alvarez, y de que Mércuri lo presentara como un “gobernador exitoso de la Argentina, futuro presidente de los argentinos”, De la Sota se largó a hablar a la multitud. Delante de un cartel con la frase “Todos los problemas tienen solución”, con un cartel de Evita a su derecha y otro de Perón a su izquierda. Dijo que se sentía “orgulloso” de empezar su campaña en la provincia de Buenos Aires, y enseguida dejó un par de definiciones sobre la política y los partidos: “El peronismo es hoy la única fuerza social organizada que existe en la Argentina. Nuestro movimiento es el único que puede garantizar la normalización de la patria, la restauración de las instituciones”, aseguró.
En ese momento se ganó la obvia ovación de la multitud, que amagó con la marchita peronista, guiada por una banda de trombón y trompetas. De la Sota siguió con su discurso, en el que no hizo grandes promesas, como reconoció luego Aníbal Fernández, que lo elogió por eso: “La expresión de De la Sota es la que la gente quiere escuchar, porque no les da chamuyo”, dijo, luego del acto, el secretario de la Presidencia. Aunque esa falta de promesas también inquieta a otros funcionarios del Gobierno, que están preocupados porque el cordobés no levanta en las encuestas.
No se refirió a ninguna medida concreta, pero habló de “un modelo nuevo” basado en las exportaciones, equilibrado con el mercado interno e inspirado en la economía chilena. “Este país está endeudado hasta el cuello, pero no tengan dudas de que vamos a encontrar un modelo nuevo que nos saque de donde estamos. Con el patriotismo de los obreros y del empresariado nacional. Porque no queremos que nos presten más plata, queremos que nos dejen exportar.” La gente lo vivaba sin exaltarse demasiado. Y el cordobés seguía con su discurso, que incluía cierto tono conceptual poco común en un acto de campaña.
De la Sota aprovechó la ocasión para hacer una autocrítica de la clase política. Como lo hiciera durante su gestión en Córdoba, en la que ese tema fue una de las banderas de su gobierno: “La política debe servir para solucionar los problemas de la gente y no los problemas de los dirigentes”, dijo desde el micrófono. Tanto en el escenario, ante la multitud, como en la conferencia de prensa previa, el cordobés criticó el corralito financiero. También tuvo palabras elogiosas para dos figuras públicas que han devenido en líderes de los ahorristas: Nito Artaza y el ex futbolista Perico Pérez. Los dos recibieron ofertas, desde el entorno de De la Sota, para sumarse al proyecto del Gallego.
El acto duró apenas un poco más de media hora. Cuando terminó, De la Sota y sus anfitriones se fueron a almorzar al restaurant La Provinciana, cuyos propietarios son amigos del ex intendente Cacho Alvarez. Había satisfacción, aunque no euforia. Cuando la tarde empezaba a perder el sol del mediodía, De la Sota empezó a comprobar los resultados de su incursión bonaerense. Quedaba claro que lo de Avellaneda había sido un movimiento simbólico. Carlos Menem había tratado de hacer un acto ahí, de la mano de Herminio Iglesias, y había tenido que suspenderlo. “Nosotros, en cambio, quisimos hacerlo y lo hicimos”, chicaneaba un operador duhaldista.
En cambio, lo que aún no están seguros de haber logrado es que De la Sota “mueva el amperímetro”. O sea, que capte voluntades en la provincia y empiece a subir en las encuestas. Eso, por ahora, promete ser mucho más difícil.

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