EL PAíS › INSOLITA DECISION DEL PRESIDENTE DE RIVER
Le dijo a Aníbal Fernández que está dispuesto a dar “un paso al costado”. Lo hizo tras considerar que el Gobierno lo quiere desestabilizar, algo que el ministro del Interior negó.
› Por Diego Schurman
José María Aguilar no tardó demasiado en llegar al punto neurálgico de la conversación. “Si el Gobierno no me ve funcional para los intereses de River, lo único que tenés que hacer es avisarme y yo doy un paso al costado. Renuncio.” Aníbal Fernández lo miró impertérrito. Pero enseguida, con su habitual verba prosaica, recogió el guante. “¿Vos estás en pedo?” –le achacó el ministro del Interior.
El diálogo se produjo el jueves en el despacho del jefe de la cartera política y fue confirmado a Página/12 por los protagonistas. ¿Por qué razón Aguilar habló de su dimisión en la Casa Rosada? Sencillamente, porque cree que el kirchnerismo adoptó una postura inclemente hacia River con el propósito de desplazarlo de la presidencia del club. El mandamás de los millonarios llegó a Balcarce 50 invitado por Fernández. “Se lo notaba recaliente, pero después, con el correr de los minutos, logramos un diálogo cordial”, confió Aguilar. El ánimo del ministro se explicaba por dos razones: el club había denunciado una maniobra ilegal en la clausura del Monumental, que el Ejecutivo dispuso tras una pelea ocurrida dentro del estadio. Y el presidente de River venía quejándose por los medios de la supuesta inexistencia de un trato igualitario respecto a otros clubes.
“No hay nada raro ni extraño en el accionar de este ministerio”, le dijo Fernández a Página/12.
–Aguilar manifestó cierta aprehensión con el Gobierno. Sospecha de la existencia de una persecución.
–River es River, y yo no me meto con la vida de esa institución. Que quede claro: no hago diferencias, no hay ninguna persecución hacia River.
–¿Por qué entonces Aguilar plantea renunciar a la presidencia de un club ante usted, que no es miembro del club sino el ministro de Interior?
–Sabiendo la situación que atraviesa el club, Aguilar me dijo que no pensaba renunciar, que una vez me escuchó decir a mí que “yo no renuncio ni al tute”, y que efectivamente él tomó la frase como modelo. Pero después empezó a decir que si el Gobierno esto y que el Gobierno aquello y que si era necesario renunciaba. Y yo le dije que el Gobierno no está pidiendo su cabeza. Que eso era una decisión exclusivamente de él.
Se sabe, River es una hoguera. Y no son pocos los que imaginan que el camino hacia la presidencia del club está expedito. Daniel Hadad es uno de ellos. El empresario de medios atiza una salida anticipada de Aguilar.
–No resiste hasta el 2009 –repite en la intimidad, dando a entender que la actualidad futbolística, social y financiera del club impedirá al mandamás de River cumplir con la totalidad su mandato.
Hadad integra un conglomerado de socios millonarios que agita el fantasma de la convocatoria a una asamblea extraordinaria para separar a Aguilar de sus funciones. La preocupación por el futuro del club es compartida por Alejandro Macfarlane, Jorge Brito (hijo) y Antonio Caselli –quien recientemente se apartó de la comisión directiva–, entre tantos otros. Casualidad o no, todos ellos mantienen una excelente relación con el ministro Fernández.
“Puedo jurar que no hablé con ninguno de ellos sobre River. Yo le dije a José María que si hubiera querido joder a River podía haberlo jodido. Pero yo no estoy para joder a River”, insistió Fernández.
Aguilar tiene abiertas cinco causas en la Justicia, dos de ellas contravencionales. Sobre él también rondan sospechas por el destino de parte del dinero de la venta de algunas estrellas del club. Los protagonistas de la tertulia de la Rosada afirman no haber abordado ni lateralmente ninguno de estos temas. Creer o reventar. La hinchada riverplatense se muestra inmisericorde y los resultados deportivos no ayudan. Pero Aguilar no quiere descartar en su análisis las hipótesis conspirativas. Ante los suyos no duda en calificar de “inepto” a Javier Castrilli. Con el subsecretario de Seguridad de espectáculos deportivos tiene el diálogo cortado.
–El otro día mostraron un informe donde la hinchada de Boca entraba con facas y ni siquiera abrió un expediente y a nosotros nos hace todo esto. No se mide con la misma vara -–brama Aguilar del otro lado del teléfono.
Fernández sabe que Castrilli es fecundo en esto de generar antipatías. Pero defiende su papel en un entuerto que hasta ha llegado al despacho de Néstor Kirchner. Aunque el ministro evade el tema, Página/12 supo por fuentes oficiales de la intervención del Presidente para que la clausura del Monumental no superara las dos fechas. Julio Grondona tampoco fue ajeno a los tironeos. Habló con alguno que otro habitante de alto rango de la Casa Rosada. Allí se jactan, contrariamente al pensamiento de Aguilar, de haberle hecho un favor al presidente de River, ya que le evitan la posibilidad de otro “hall”: una metáfora para describir el patíbulo del Monumental, donde los hinchas de River se reúnen al finalizar los partidos para cantar el “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura de Aguilar”.
El modelo Macri
Aguilar dice que se le cuestiona un modelo de gestión, supuestamente no acorde a los tiempos que corren. “Yo soy el boludo que no quiero ser presidente de la Nación, entonces quieren buscar para River un tipo que haga lo que hace Macri en Boca”, se quejó. Los periodistas lo acecharon en la puerta de su domicilio, en donde terminó dando conferencias de prensa como si se tratara de Carlos Corach, el inefable ministro-vocero-traductor de Carlos Menem en los ’90. El presidente de River no da nombres sobre aquellos políticos que quieren horadar su poder. Ni tampoco los apellidos ligados al club que tendrían el mismo propósito. Pero apela a frases maradonianas para descalificarlos. “Hay algunos que sacan número y tienen menos chances que River en la Libertadores”, se ríe sin dejar de evocar un tema sensible al paladar millonario.
–¿A quién se refiere? –insistió este diario.
–Son varios. Uno de ellos logró el milagro de que Kiper, después de muchos años, no saliera último en una elección.
Todo indica que esa prédica irremisible apunta a Jorge Brito, aliado del kirchnerista Luis Corsiglia, quien en el 2005 quedó relegado al último lugar, incluso detrás de Daniel Kiper, un eterno candidato a presidente de River. La relación de Aguilar y Macri transitó por terrenos insondables. En lo político, el uno de Boca lo invitó a sumarse como candidato a legislador porteño en el 2003. Y aunque la iniciativa no prosperó, mantuvieron una buena relación hasta el año pasado. Por entonces, Macri aseguró que el kirchnerismo obligó a Aguilar a hacer campaña en su contra. Se había producido por esos días un encuentro furtivo entre el presidente de River y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Aguilar considera como un peregrino engaño el parangón que los medios hacen entre River y Boca en materia de seguridad. Reconoce deficiencias en su club, pero considera que los xeneizes abusan del marketing para apuntalar la campaña de Macri a jefe de Gobierno porteño. En ese marco encuadra el consejo asesor que Boca creó para evitar disturbios dentro y fuera de la Bombonera. En él participan Guillermo Montenegro y Carlos Stornelli. El juez y el fiscal del caso Skanska aseguraron que están colaborando por su propia militancia boquense, lo que no quitó que varios encumbrados dirigentes del club de la Ribera alentaran la iniciativa que finalmente fue aprobada por unanimidad por la comisión directiva.
Por estos días, Aguilar dice haber perdido la ascendencia sobre la barra brava. En los pasillos del club aún lo vinculan al sector que maneja Adrián Rousseau, enemigo íntimo de Alan Schlenker. Ambos tomaron un protagonismo impensado en los últimos meses a raíz de la interna de Los Borrachos del Tablón. El presidente de River –aseguran cerca de él– también ve la mano de Ramón Díaz en la conflictividad que acecha al club. Algo incomprobable.
En Gobierno creen que tras la reunión con Fernández Aguilar bajará los decibeles de su encono con el Gobierno. Hay que recordar que en la presentación del Estudio Badeni & Gagliardo ante el Ministerio del Interior, River interpretó que existió una “falsa causa” contra el club.
River resaltó la contradicción que surge de las dos comunicaciones sucesivas que emitió la cartera política, ya que en una suspendió el estadio por dos fechas por ser “riesgoso para la vida” y, en la otra, lo habilitó debido a la “imposibilidad de reprogramar el calendario”.
Aguilar ahora habla de la “receptividad” de Fernández, y éste de la “buena predisposición” del presidente de River, quien habría desistido del recurso contra el Gobierno.
–Vamos a trabajar juntos –dijeron a coro en la Rosada, por donde esta semana también transitaron, con propósito incierto, el ex capitán de la selección de fútbol Oscar Ruggeri y el papá de Lionel Messi.
Más allá de un compromiso de “paz social” con el Gobierno, Aguilar sabe de su fragilidad y que ya no es inexpugnable. De hecho, tiene otros frentes abiertos. Por ejemplo, con los canales América y 9, quienes pugnaban con el 13 por la transmisión de los partidos de River. “Yo no les di la palabra ni me comprometí con Avila ni Hadad. Lo que pasa es que Avila quiere ser presidente de River. Y acá hay un contrato con el grupo Clarín que ya se firmó varios años atrás y tengo tres dictámenes de abogados buenísimos que dicen que si rompíamos contrato nos pedían la quiebra. Por lo tanto que no me digan nada”, lanzó la filípica.
–Daniel Passarella ya no descarta renunciar. Usted ofrece su dimisión al Gobierno. ¿Cómo visualiza su futuro inmediato? –le preguntó Página/12 a Aguilar, mientras cenaba con su familia en la Cantina de David, un reducto históricamente riverplatense.
–Ahora, me veo muerto –se despidió, mordiéndose el orgullo y mostrando cierto don de ubicuidad–. Sin dudas, es mi peor momento. Pero voy a seguir trabajando.
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