Después de sus veinticuatro horas de pura acción, el diputado de licencia Mauricio Macri se tomó un descanso de la campaña, con fútbol y asadito. Pero el presidente de Boca (también de licencia) aprovechó los últimos minutos antes de la veda –que empezó a las 8 de ayer– para dejar sus últimas palabras para los votantes. En declaraciones radiales, el candidato a jefe de Gobierno de PRO se salió por un momento del rol zen que estudió durante la mayor parte de la campaña y cargó contra el jefe de Gobierno, Jorge Telerman: “Quiso trabajar con nosotros, quiso que apoyáramos su candidatura. Nosotros le dijimos que no, y ahora de golpe empieza a decir barbaridades”, aseguró.

El líder de PRO esperó hasta último momento para reconocer en público algo con lo que el ibarrismo machacó buena parte de la campaña: la idea de que existía un pacto Macri-Telerman. El empresario aseguró que la oferta existió por parte de Telerman, pero que él la rechazó. Y agregó, de yapa:

“Quiso ser pingüino, pero no lo dejaron”.

Macri perdió por unos momentos su estilo de candidato-que-no-responde–agresiones-sino-que-hace-propuestas cuando le comentaron que Telerman lo acusó en su acto de cierre de querer “usurpar” la ciudad. “Cómo pierde el estilo la gente cuando pierde en las encuestas”, se quejó. Pero enseguida volvió a su prédica habitual: “Nosotros seguimos en la nuestra, no nos enganchamos y seguimos proponiendo, porque conocemos los problemas, las angustias, los miedos y la inseguridad de la gente”.

¿La estrategia de pegarle a Telerman en el último momento posible se relaciona con que los macristas se ven mejor en un ballo-ttage con Daniel Filmus? Nadie en PRO quiso afirmarlo, aunque confirmaron que existieron “emisarios de Telerman” a través del titular de la Legislatura, Santiago De Estrada. Luego Macri se distendió jugando al fútbol –pateó casi dos horas– y matizó la vigilia con un asado con los candidatos de PRO.