Dom 17.06.2007

EL PAíS

Medio padrón en busca de un autor

› Por Mario Wainfeld

El escenario electoral nacional, a poco más de un cuatrimestre vista, sigue bastante indeterminado. El oficialismo reserva la palabra final sobre su candidat@. La oposición está aún más irresuelta. Diseminada, no termina de definir cuáles serán sus representantes y sí establecerá algún tipo de articulación o (con perdón de la palabra) alianza.

La incertidumbre deriva de la anemia de los partidos políticos, de la supresión de facto de las internas, de la proliferación de fuerzas que son el chasis de una sola figura dominante. La cuestión es sugestiva, porque (en el peor de los casos para la oposición) puede convocar a algo así como la mitad del electorado. Al kirchnerismo le basta el 45 por ciento de los votos válidos para imponerse, en base al intrincado sistema de ballottage establecido por la Constitución Nacional. O el 40 por ciento, si la diferencia con el segundo excede los diez puntos.

Los incentivos del sistema electoral para conformar una entente son grandes. Sin ballottage puro, menos del 30 por ciento de los votos equivalen a derrota. Sin embargo, el archipiélago opositor sigue en su laberinto.

Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, que fueron candidatos presidenciales en 2003 e hicieron buena elección, no atraviesan su mejor momento. Lilita tiene su fuerza en disolución, perdió encanto al aliarse con Jorge Telerman, desmintiendo su pasión intransigente anterior. El Bull Dog fue goleado en 2005 en la provincia de Buenos Aires, generando una factura muy gravosa que Mauricio Macri no deja de mostrarle cuando se pone muy insistente.

Roberto Lavagna sigue estancado en iniciativa y en intención de voto. Sus aliados nada le agregan. Los retazos del radicalismo que no gobierna y el duhaldismo residual son escasa credencial. Este último sector, para colmo, puede serle discutido por el macrismo, embellecido por su performance en Capital.

Mauricio Macri va quedando como el único emergente con un patrimonio político sólido. Es más que posible que gobierne un distrito importante. En el más horrible de los casos para él, quedará en la puerta con una carrada de votos. Ese caudal le sobra para constituirse en el dirigente opositor con mayores perspectivas futuras.

Gestionar un distrito vistoso sería una buena base de lanzamiento. También le es accesible ir acrecentando su bloque de diputados nacionales. Ya cuenta con algunos, podría añadirle una buena partida en Capital y en Buenos Aires. Para esa táctica accesible, le venía como anillo al dedo tener a Blumberg en provincia.

El golpe sufrido por éste ensombrece esa perspectiva. Acaso sea el fin de la carrera de Blumberg, en el supuesto más optimista para él, será un bajón sensible.

De cualquier manera una eventual, presumible, victoria porteña le concedería a Macri el transitorio centro de la escena. Se transformaría en un imán para la oposición. Con un acervo sólido, tendría a la mano una estrategia conservadora: afincarse en Capital, soslayar distraídamente (o intervenir sin pasión en) una interna abierta sin encanto. Definir que ésta no es su hora presidencial y amarrarse a lo que pueda conseguir. Con Blumberg taquillero sería mejor. Sin él, igual prima frente a su competencia.

Hasta acá, sus tácticas han sido ir paso a paso, como predica el filósofo epicúreo Mostaza Merlo. No saltar al vacío fue la clave de su segunda incursión por el gobierno porteño. Arriesgar doble contra sencillo sería una innovación, eventualmente costosa.

En estos días parece haberse ido al mazo la carta de su candidatura presidencial, una hipótesis que tiene su lógica. El presidente de Boca y Gabriela Miche- tti desmintieron enfáticamente cualquier intención en ese sentido. Les costaría retractarse en un intervalo de pocas semanas.

Sin embargo, este interregno es un limbo, destinado a mutar. Nada debe descartarse si PRO vence el domingo que viene. Se husmea un clima triunfalista y exigente que combinaría ingredientes del ulterior a la elección en Misiones y el previo a la conformación de la Alianza. Los operativos clamor estarían a la orden del día, los reclamos de solidaridad, también.

Medio padrón está disponible, haciendo una cuenta rústica, a mano alzada. La frazada opositora sigue siendo corta, sus demasiadas tribus son pequeñas, sus caciques poco concesivos. Habrá que ver cómo germina en ese terreno árido lo que definan las urnas.

Cristina Fernández., Néstor Kirchner, Elisa Carrió, Jorge Telerman, Ricardo López Murphy y Roberto Lavagna.

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