Especialistas de la Coalición Internacional de Museos de Conciencia en Sitios Históricos vendrán a la Argentina para contribuir al debate sobre el espacio para la memoria que funcionará en la ESMA. Las experiencias de Rusia, República Checa, Estados Unidos, Chile, Italia y Sudáfrica.
› Por Victoria Ginzberg
La ciudad de Terezin, en la República Checa, fue un gueto judío y un campo de concentración desde donde decenas de miles de personas fueron deportadas a Treblinka y Auschwitz. Villa Grimaldi, en Santiago de Chile, fue uno de los más grandes centros de detención y tortura de la dictadura de Augusto Pinochet. Perm-36 fue uno de los campos de trabajos forzados stalinistas. En el Motel Lorraine fue asesinado el 4 de abril de 1968 Martin Luther King. En todos esos lugares funcionan actualmente museos o “sitios históricos de conciencia”. Seis personas que conducen esas instituciones estarán esta semana en Argentina para intercambiar experiencias con quienes hoy piensan cómo armar en la ESMA el espacio para la Memoria.
Los especialistas –miembros de la Coalición Internacional de Museos de Conciencia en Sitios Históricos– vendrán a la Argentina invitados por Memoria Abierta, una organización de la que forman parte la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Centro de Estudios Legales y Sociales, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Servicio Paz y Justicia. El martes, debatirán en un coloquio abierto titulado “El museo que queremos. La transmisión de la memoria a través de los sitios”. También recorrerán la ESMA y se reunirán con miembros de los organismos de derechos humanos.
“Todos ellos tienen experiencias consolidadas y pueden contar el modo en que resolvieron problemas similares y respondieron a algunas de las preguntas que hoy nos hacemos quienes queremos un museo sobre el período del terrorismo de Estado en Argentina. Cada uno de esos museos trata de responder permanentemente al desafío de contar el pasado de una manera que genere al mismo tiempo reflexión y diálogo para un público amplio, que incluye a los que saben poco o no saben nada del tema, a los no convencidos, a los incrédulos”, señaló Patricia Valdez, directora de Memoria Abierta y organizadora del encuentro.
–¿Qué pueden aportan concretamente estos especialistas al debate sobre la ESMA? –le preguntó Página/12 a Valdez.
–Los museos y los sitios que ellos representan refieren a pasados dolorosos de esos países, a situaciones que han dejado huellas significativas en la sociedad. Muchas personas creen que nuestra experiencia es única y que tiene poco o nada en común con las que atravesaron otros países. Si se trata de hacer comparaciones, obviamente pueden señalarse diferencias en el origen de los conflictos así como en las modalidades de los fenómenos sociales y políticos que produjeron y en la magnitud del daño, del efecto traumático que la agresión causó en la sociedad. Pero los problemas que presentan el ejercicio de las memorias múltiples sobre esos hechos y las formas de representación en museos son abrumadoramente parecidas. Hay sitios de pequeñas dimensiones y otros extensos, como el predio de la ESMA, pero todos están confrontados con la necesidad de ser elocuentes en su mensaje y eficientes en transmitirlo a través de imágenes y objetos, pero también comparten la necesaria responsabilidad en la gestión de esos museos (como tener una organización y estructura, presupuesto y resolución de aspectos vinculados con el número de visitantes o el mantenimiento de sus instalaciones).
Los participantes del coloquio son Nadia Baiesi, directora de la Escuela de la Paz de Monte Sole, Italia; Víctor Schmyrov, director del museo Gulag Perm-36 de Rusia; Darryl Peterson, director de Constitution Hill, de Sudáfrica; Beverly Robertson, presidente del Museo Nacional de Derechos Civiles de Estados Unidos; Jan Munk, director del Terezin Memorial de República Checa, y Margarita Romero, vicepresidenta de la corporación chilena Parque por la Paz Villa Grimaldi. De la comitiva participan también Sergei Kovalyov, miembro del consejo directivo de la Sociedad Memorial de Rusia; Liz Sevcenko, directora de la Coalición Internacional de Museos de Conciencia en Sitios Históricos, y el cónsul argentino en Nueva York, Héctor Timerman, que es miembro del consejo directivo de esa organización.
Museos de Conciencia
- La Fundación Escuela de la Paz de Monte Sole fue creada en 2002 por instituciones públicas de las regiones Emilia Romagna (Italia) y Land Hessen (Alemania) y asociaciones privadas de la sociedad civil. Entre el 29 de septiembre al 5 de octubre de 1944 en el área de Monte Sole, en Bologna, el ejército nazi, ayudado por el fascista, asesinó a más de 800 personas, entre las que había más de 200 chicos.
- El museo de Gulag Perm 36 es el primer campo de trabajo stalinista abierto como museo en Rusia. En ese lugar eran confinados los presos políticos. La conservación del sitio se inició luego del colapso del Partido Comunista en 1992. El museo, que es un proyecto conjunto de la Sociedad Memorial y la administración regional de Perm, usa la carpintería original de la prisión y reconstruye y preserva dos secciones del lugar: el campo de máxima seguridad (donde estaban los disidentes “no reformados” que cumplían sentencias por reincidencia) y el campo de regimiento estricto, menos severo.
- En Constitution Hill, Sudáfrica, funcionó la prisión Viejo Fuerte, donde cientos de personas fueron reprimidas antes del retorno de la democracia, en 1994. Mahatma Gan-dhi y Nelson Mandela, entre otros líderes políticos, estuvieron detenidos allí. El lugar es ahora la sede de la Corte Constitucional e incluye un museo que repasa la historia de la prisión y habla sobre la justicia tanto en el pasado como en el presente.
- El Museo Nacional de Derechos Civiles de Estados Unidos fue inaugurado en 1991 en el edificio reciclado del Motel Lorraine, en Mem-phis, donde fue asesinado Martin Lu-ther King el 4 de abril de 1968.
- La ciudad ocupada de Terezin fue convertida en un gueto por los nazis. En septiembre de 1942 la población original había sido desalojada y se había instalado allí a 60 mil prisioneros judíos. Durante la guerra, 140 mil personas fueron deportadas allí. Sobrevivieron menos de cuatro mil. La pequeña fortaleza del pueblo fue usada como prisión por la Gestapo. En el museo del gueto hay exhibiciones permanentes y temporales sobre su historia, así como películas y visitas guiadas. En lo que fue la sede del autogobierno judío durante la guerra hay una reconstrucción de un dormitorio y una exhibición sobre la música, literatura y teatro en el gueto. De la colección del museo forman parte miles de dibujos de los niños que vivían allí. (Diez mil niños fueron transportados al Este. Sólo unos cien sobrevivieron).
- Villa Grimaldi: Está ubicado en un sitio en el que funcionó uno de los centros clandestinos de detención y tortura más importantes de Chile durante la dictadura pinochetista. El parque fue inaugurado en 1997 y está dedicado a recordar a las víctimas y a difundir información sobre el terrorismo de Estado en Chile.
En Argentina, organismos de derechos humanos y la comisión bipartita integrada por el gobierno nacional y el de la ciudad de Buenos Aires debaten desde hace meses de qué forma narrar allí los crímenes cometidos por la última dictadura. Ya existen algunos acuerdos sobre el tema, como la decisión de no modificar el casino de oficiales, donde los desaparecidos estuvieron cautivos, o la de destinar el edificio central del predio a explicar qué fue el terrorismo de Estado, sus antecedentes y consecuencias. A fines de septiembre, los marinos terminarán de desalojar el lugar y se espera que a partir de ese momento puedan comenzar las visitas.
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