El Presidente se quejó por las críticas porque las elecciones fueron provinciales. Hoy recibirá a Fabiana Ríos y mañana a Mauricio Macri.
› Por Diego Schurman
Néstor Kirchner practicó box en su juventud. Y es probable que haya sido un gran admirador de Nicolino Locche. Al menos el Presidente buscó emularlo ayer haciendo cintura para esquivar las críticas periodísticas por las derrotas en Capital y Tierra del Fuego. “Yo no sé qué les pasa, espero que terminen con esa esquizofrenia, o es una elección provincial o es una elección nacional”, dijo el mandatario para desentenderse de los magros resultados. Eso sí, más allá de las palabras, en los hechos debió hacer lugar al pedido de audiencia de Mauricio Macri, quien mañana desplegará en la Casa Rosada su nuevo título de jefe de Gobierno electo. Claro que la prioridad la tendrá Fabiana Ríos, la gobernadora electa del ARI en la provincia más austral.
Kirchner se quejó de “algunos periodistas importantes” –así los calificó– durante un acto en La Matanza. “Me quieren hacer perder de cualquier manera”, dijo por la forma en que lo emparentaron con los comicios del domingo. “¿Por qué esa acción tan persecutoria?”, cerró con una pregunta retórica.
Más allá de cierto empeño por victimizarse, el Presidente no fue ajeno a la campaña porteña. Uno de los tópicos que se debatió anteanoche en el piso 14 del Hotel Panamericano, bunker de Daniel Filmus, fue precisamente la irrupción de Kirchner en escena y su incidencia en el resultado. El consultor Roberto Bacman, titular del CEOP, hizo su aporte con sondeos de opinión.
Es verdad que Kirchner no viajó a Tierra del Fuego. Pero hombres de su más estrecha confianza aterrizaron en esa provincia no exactamente para respaldar a la triunfante Fabiana Ríos, una reconocida militante del ARI. Entre ellos estuvieron un ladero del Presidente, Rudy Ulloa Igor, y el secretario de Industria, Miguel Peirano.
Aunque Kirchner evitó hablar puntualmente de la pobre performance de su Frente para la Victoria, no pudo esquivar el pedido de audiencia de Macri. Lo recibirá mañana a las 18, y es probable que allí el jefe de Gobierno electo le solicite la derogación de la Ley Cafiero para que la ciudad tenga Justicia y policía propias.
Un dato a tener en cuenta: el resultado de la elección porteña desempolvó una sorda y añeja interna en el Gobierno. Los “pingüinos” –mote adjudicado a los funcionarios kirchneristas oriundos de la Patagonia– no trepidaron en responsabilizar a Alberto Fernández de la derrota de Filmus. El jefe de Gabinete es el mandamás del PJ porteño.
Se sabe, Julio De Vido no comulga con Fernández. El ministro de Planificación ni siquiera fue parte del staff oficial en el Hotel Panamericano. Carlos Zannini había estado sonriente para la foto de la primera vuelta. Sin embargo, el secretario de Legal y Técnica pegó el faltazo el último domingo.
El jefe de Gabinete no puede acusar orfandad porque encontró respaldo de otros integrantes del gabinete. Pero mastica bronca por la indiferencia de los “pingüinos” y la mojada de oreja de aquellos peronistas porteños que quedaron fuera de su férula y buscaron refugio en el macrismo. Dos de ellos, Cristian Ritondo y Daniel Amoroso, fueron responsables de los carteles “Mauricio es Macri y es jefe de Gobierno” que ayer coparon la ciudad.
La interna oficial también atravesó la candidatura de Cristina Kirchner. Algunos “pingüinos” se animan a expresar dudas sobre la conveniencia de candidatearla. Consideran que en momentos de zozobra, Néstor Kirchner es el único con capacidad de contener a los distintos sectores internos. Y la zozobra no parece limitarse a la jornada negra donde el oficialismo fue derrotado por derecha e izquierda, con Macri y Ríos.
El Gobierno viene trabajando decididamente en el proyecto “Cristina Presidente”. Y si bien Kirchner no se ha descomprometido de su propia reelección –sobre todo cuando juega con aquel enigmático “pingüino o pingüina”–, lo hace para no caer en esa deflación de poder de fin de mandato que los norteamericanos han sabido llamar “pato rengo”.
Kirchner asegura que su mujer será la candidata, dato confirmado anteayer a Página/12 por fuentes oficiales. Aunque no habrá un lanzamiento en el corto plazo. El oficialismo quiere hacerlo lo más cerca del cierre de listas para evitar desgastar a Cristina con una coyuntura que no acompaña. Léase: crisis energética o previsibles derrotas electorales, como las de Santa Fe.
En ese sentido, no es casualidad el repentino cambio de estrategia oficial en Córdoba, donde luego de explorar alternativas al candidato de Juan Manuel de la Sota, el kirchnerismo decidió ayer mismo cerrar trato con el gobernador. El acuerdo transformó en un santiamén a Pichi Campana en compañero de fórmula de Juan Schiaretti (ver página 8).
De esta forma, el 2 de septiembre, en vísperas de la presidencial, Kirchner evitaría otra jornada negra, ya que la esperada derrota santafesina, a manos del socialista Hermes Binner, podría ser amortiguada con un triunfo en la provincia mediterránea.
Para ajustar detalles de lo que serán estos cuatro meses hasta las elecciones del 28 de octubre, Kirchner recibió ayer a los gobernadores radicales Julio Cobos (Mendoza); Gerardo Zamora (Santiago del Estero); Arturo Colombi (Corrientes); y Miguel Saiz (Río Negro). Son el núcleo de lo que se ha dado en llamar la “concertación plural” y quienes rodearán a Cristina en su aventura electoral.
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