“Mire, este proyecto no tiene nombre ni apellido. No es contra Jorge Telerman ni contra Juan Carlos Blumberg ni contra nadie”, aclara con énfasis Reinaldo Vanossi. Días después de que se conociera que Blumberg no era el ingeniero que todos creían que era, el constitucionalista y diputado nacional por el macrismo presentó una iniciativa legislativa que inhabilita el acceso a cargos públicos de quienes hayan utilizado títulos académicos que no les corresponden.

La propuesta, presentada el 21 de este mes, determina que quienes ejercen funciones públicas o pretendan acceder a ellas y hayan recurrido al uso indebido de títulos universitarios, serán castigados con una “inhabilitación especial de dos a cinco años”.

Con el mismo énfasis que destaca que el proyecto no tiene nombre ni apellido, en diálogo con este diario, Vanossi admite que “la presentación no tiene más motivo que reflejar la profunda indignación que sentí ante una mentira”. La mentira que colmó el vaso del diputado del PRO tenía un arquitecto y no era otro que Blumberg. “Yo tengo una tarjeta que Blumberg me entregó en España, en una ocasión en la que se presentó en un congreso de abogados para relatar su drama personal. En esa tarjeta se identificaba como ingeniero”, cuenta Vanossi.

Cuando se hizo público que el adalid de la mano dura no era ingeniero, el macrismo no emitió opinión. Algunos incluso, apoyándose en que Blumberg no es funcionario público, calificaron al affaire como un tema de la vida privada. La tardanza de Blumberg en reconocer el hecho motivó que Mauricio Macri le pidiera aclarar su situación. Luego de que el asesor textil dijera que se acostumbró a que lo llamaran ingeniero, Macri, que por esos días estaba en plena campaña por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad, dijo: “Más honesta que la respuesta que dio, no puede ser. Reconoció que metió la pata y se equivocó”.

Lejos de la mirada indulgente del líder del PRO, Vanossi no duda en subrayar que “meter la pata es equivocarse de buena fe. Decir que se tiene un título que no se obtuvo es mentir”. Lo llamativo de Blumberg fue que la mentira se proyectó en el tiempo. En algún reportaje con el periodista Chiche Gelblung, el titular de la Fundación Axel por la vida de nuestros niños, respondió que se había recibido a los 26 años en Alemania. Así como no oculta su enojo, Vanossi puede decir que es consecuente en reclamar el castigo para quienes ostentan grados académicos que no tienen. En los fundamentos de su iniciativa, destaca que “hace más de dos décadas presentó un proyecto para reformar el Código Penal a fin de sancionar el ejercicio ilegal de profesiones para las que se requiere título habilitante”. La modificación que ahora plantea va un paso más allá. En sus fundamentos, destaca que el proyecto apunta a “evitar que quienes ejercen cargos políticos o se postulan para los mismos invoquen grados académicos con los que confunden a la ciudadanía”.

El constitucionalista reconoce que “en los últimos tiempos se ha tornado frecuente que quienes participan de la vida política y ocupan cargos públicos se hagan llamar Doctor, Licenciado, Profesor o Ingeniero, sin serlo”. La pintura parece un traje a medida para Blumberg y para Telerman. Estos dos casos, que explotaron en la última campaña son apenas una muestra de una larga zaga en la que también se recuerda a Alejandro Bramer Marcovic, ex interventor del PAMI, durante el menemismo, que se presentaba como ingeniero sin serlo, o el caso del fiscal Jorge Damonte que no era abogado.

Apegado a la cátedra, Vanossi recuerda que Alfredo Palacios expulsaba de sus clases a los abogados que se presentaban como doctor y que alegaban en su defensa que así lo habilitaba una resolución de la Corte Suprema. “Enfurecido, consideraba inadmisible confundir una acordada con la ética universitaria”, comenta. Vanossi podrá decir que el proyecto no es para Blumberg, pero no podrá negar que Blumberg lo inspiró.