EL PAíS › DEFINICIONES DEL OBISPO EMERITO DE VIEDMA, MIGUEL HESAYNE
En una homilía, ayer Hesayne afirmó además que el laicado no debe ser “el brazo largo de la jerarquía” de la Iglesia Católica.
› Por Washington Uranga
“La verdad es que la Iglesia debe ‘meterse en política’”, afirmó con absoluta firmeza y sin dejar espacio para las dudas el obispo emérito de Viedma, Miguel Esteban Hesayne. Aclaró también que ni el laicado católico debe ser “brazo largo de la jerarquía” ni se puede pretender “encerrar (a la Iglesia) en los templos”. El obispo hizo estas afirmaciones durante la homilía dominical, pronunciada en Azul, en la provincia de Buenos Aires, que se distribuye cada domingo por Internet a muchos destinos en todo el país. Aclarando que se refiere a “la iglesia-pueblo-comunidad organizada”, Hesayne sostiene que “no hay que extrañarse que desde una homilía o desde una cátedra, el pastor anuncie el evangelio proyectado al mundo familiar-social-político, cultural y técnico”. Y agregó que “por el contrario, el laicado debe reclamar de sus pastores ‘ese evangelio’ para celebrarlo en su propia tarea laical de su propio mundo y en el caso de la política: en las urnas para saber elegir y exigir a los elegidos el cumplimiento de sus promesas electorales y en el caso de ejercer gobierno ser capaz de servir al pueblo”.
Hesayne, quien asumiera como obispo de Viedma el 5 de abril de 1975, pocos meses antes de producirse el golpe militar del 24 de marzo de 1976, se destacó durante toda su trayectoria por su compromiso social y por su tarea en defensa de los derechos humanos, aun cuando esto lo llevó a enfrentarse con muchos de los miembros de la jerarquía católica argentina. En 1995, cuando tenía 72 años de edad y todavía tres para llegar al límite establecido por la Iglesia para abandonar el gobierno pastoral de una diócesis, renunció a su cargo para dedicarse a la tarea de animar la presencia de los laicos en la vida política. “Un miembro de la Iglesia no puede abstenerse del compromiso político si quiere ser fiel al mandato de Jesús de ser levadura, sal, luz para la sociedad que vive”, dijo ayer.
En otra parte de su homilía dominical, Hesayne recordó que “es corriente escuchar ‘que la Iglesia no se meta en política’”, señalando también que “hace poco se dijo que ‘los obispos y los sacerdotes vayan a rezar y dejen que los políticos arreglen la política’”. Para el obispo emérito de Viedma todos los miembros de la Iglesia tienen la misma misión de “anunciar a Jesús y su Evangelio para la salvación liberadora de todos hombres y de todo el hombre”. Y refiriéndose a los laicos católicos subrayó que “el campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, de los medios de comunicación de masas, etc.”.
Citando el Concilio Vaticano II, Hesayne recordó que los católicos que tengan la posibilidad y la vocación de ejercer responsabilidades políticas “prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal”, y les pidió que “luchen con integridad moral y prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y contra el absolutismo de un solo hombre o de un partido político” para consagrarse “con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos”.
De manera autocrítica, el obispo emérito de Viedma señaló sin embargo que en la Iglesia argentina “se piensa en el compromiso laical o seglar con el lastre de la definición del laicado ‘brazo largo de la jerarquía’” y de esta manera se puede comprender “la confusión reinante en el mundo fuera de la Iglesia, pretendiéndola encerrar en los templos”.
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