EL PAíS › ROMINA PICOLOTTI ESTUVO EN LA CASA ROSADA CON ALBERTO FERNANDEZ
Picolotti le llevó su descargo por escrito a Alberto Fernández, respondiendo las acusaciones de manejos irregulares en la Secretaría de Ambiente. Se encontraron por una hora, pero luego el jefe de Gabinete salió a otra reunión. En la secretaría daban a Picolotti como “confirmada en el cargo”. El encuentro seguiría hoy.
› Por Alejandra Dandan
La esperada reunión entre Romina Picolotti y Alberto Fernández empezó poco después de las cinco de la tarde en Casa de Gobierno, pero al cabo de una hora se suspendió. Aunque parezca de mandinga, una delegación de asambleístas de Gualeguaychú esperaban la entrevista con el jefe de Gabinete pautada tres semanas atrás. En ese contexto, la secretaria de Ambiente dejó los documentos para responder a una embarazosa denuncia de manejos irregulares de contratos, dinero y viajes en su área y se puso a esperar. Esperó media hora, luego hora y media, y hasta tres horas el regreso de Fernández, pero la reunión con los asambleístas se extendió. Anoche no hubo ningún pronunciamiento sobre el caso, pero en el área de Picolotti estaban convencidos de que fue “ratificada en el cargo”. Hoy seguiría dando explicaciones en Gobierno.
Romina Picolotti entró a la reunión con Alberto Fernández a las 17.23 exactamente. Una hora después, el canciller Jorge Taiana entró a la sala de reuniones de Jefatura de Gabinete para dar el aviso de la otra reunión.
Como en agendas paralelas, una delegación de seis asambleístas y funcionarios del gobierno de Entre Ríos aguardaban al ministro para un encuentro programado con tiempo.
–Romina, me permitís– dicen que fueron las palabras que usó el ministro para marcharse, dando muestras de que se iría sólo por un momento. Según sus voceros, el compromiso con los asambleístas era ineludible, estaba programado con tres semanas de anticipación y estas personas habían recorrido demasiado trecho para asistir. Lo extraño en todo caso fue que la secretaria no participara del encuentro, justo en su momento político más complicado.
El nombre de Picolotti se conoció públicamente de la mano de las asambleas de Gualeguychú, a las que acompañó desde el origen como abogada en Córdoba en su reclamo contra la instalación de las papeleras uruguayas. El domingo pasado, una investigación del diario Clarín la puso en un frente de tormenta con denuncias por manejos irregulares en su área. Mencionaron la incorporación de 350 contratados, entre los que había parientes y amigos. Señalaron viajes al interior del país en jets privados cuando existían vuelos de línea más económicos. Compra de muebles, computadoras y trasferencia de dinero a una Fundación del INTA fueron otros de los puntos de una denuncia que la secretaria lee como novela de intrigas: con operadores, ex funcionarios despechados e intereses perjudicados que estarían alimentándolas.
Desde el comienzo, el Gobierno respaldó a la joven funcionaria, pero le pidió un informe por escrito como descargo antes de tomar una decisión. Alberto Fernández programó la entrevista en ese contexto, en el primer día hábil de la semana. Lo que sucedió en el encuentro, espera mediante, pueden ser materia de especulación.
El ministro se fue, pero nadie reconocía aquello como un desplante. Dos fuentes consultadas anoche dijeron creer que Alberto Fernández escuchó lo suficiente, recibió los documentos y luego se marchó para cumplir con su agenda, entendiendo que no había sucedido nada que mereciera que modificara su ritmo cotidiano.
“Lo que ustedes no entienden –explicó un vocero de la Jefatura– es que esto no es una preocupación del Presidente. El equipo que trabaja con Picolotti es gente que está trabajando hace más de quince años en estos temas de medioambiente, supercomprometidos: no salen de un repollo.” En esa lógica, el Gobierno aún parece mirar a la funcionaria a través de los mismos antecedentes que decidieron su incorporación hace poco más de un año.
En ese equipo está el motivo del escándalo denunciado en los últimos días. En su defensa, Picolotti esgrimió algunos datos, varios adelantados por Página/12 en su edición de ayer. De su presentación, estas son algunas de las conclusiones de las que tomó nota el entorno de Alberto Fernández.
Uno de esos temas es el número exacto de la parentela nombrada en la secretaría de Ambiente. “Es sólo una pariente en una planta de más de 700 personas”, admitieron con esfuerzo. “Y un hermano, pero nombrado por un decreto del Presidente y no por ella”, como si no fuese lo mismo. En esa línea, donde la investigación dice que Juan Picolotti tiene a su novia, al hermano y a la esposa del hermano en la secretaría, el Gobierno habla de mentira. “No son novios”, dicen. “Pueden haber sido novios en otra época.”
Otro de los aspectos denunciados pasa por los montos de los contratos del personal técnico incorporado por la funcionaria. Frente a sueldos del Estado deprimidos, ella pagaba entre 4 a 12 mil pesos, y en ocasiones se dijo que hasta 25 mil. Picolotti dijo que no paga montos mayores a los diez mil pesos, y esos topes sólo en dos casos. ¿Por qué esos montos son altos?, preguntó este diario. “Ellos tienen potestad de poder hacer estos contratos”, dijeron en la Rosada. Los viajes de Picolotti, sus vuelos, agendas y recorridos están en una agenda pública que quedó a disposición del gobierno y está en la web, allí estaría otra justificación.
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