EL PAíS › LA SEGUNDA JORNADA DE TESTIMONIOS DEL JUICIO CONTRA EL BATALLON 601
Cristina Zucker dio detalles sobre el secuestro y el asesinato de su hermano Ricardo. Un sobreviviente de la ESMA, un ex jefe policial y un ex agente del 601 fueron otros testigos.
› Por Adriana Meyer
“Mi hermano fue fusilado. Le ofrecieron vendarle los ojos, pero se negó y los insultó”, dijo Cristina Zucker en el juicio sobre los desaparecidos de la contraofensiva montonera. Y se quebró en llanto tras describir que el cuerpo de Ricardo Zucker fue “quemado con neumáticos”. Los presentes, familiares de las víctimas y funcionarios, se emocionaron con ella. La escena ocurrió en la segunda jornada de declaraciones, en el marco del primer proceso contra militares tras la anulación de las leyes de impunidad, cuando la testigo dio detalles de la detención y posterior ejecución de su hermano Ricardo en Campo de Mayo. “Pasaron 27 años desde el secuestro de mi hermano, y esto es una señal para que estos señores sientan tronar el escarmiento. Pero la justicia completa será cuando nos digan dónde están”, dijo más tarde Zucker a Página/12.
El público reunido en la sala de audiencias de Tribunales, donde fueron condenados los ex comandantes en 1985, experimentó ayer una conmoción similar a la que provocó la publicación de El Tren de la Victoria, en el que Cristina Zucker describió cómo esos militantes que regresaron al país fueron capturados en una operación de inteligencia que los represores denominaron “Murciélago”. “Creo que lo sintieron, aunque yo estaba de espaldas a los amigos y frente al juez, que me parece muy bien intencionado y con mucha claridad respecto de la responsabilidad del Batallón 601”, comentó la mujer. La habían escuchado Eduardo Jozami, Lila Pastoriza, los hermanos del desaparecido Julio Genoud, Horacio Verbitsky, Laura Conte y Maco Somigliana, entre otros.
Ricardo Zucker fue secuestrado en febrero de 1980, tras regresar al país desde Madrid donde estaba exiliado. Su hermana se mostró confiada en que la “sentencia será inminente”, luego de dos audiencias más y el viaje del juzgado a España para tomar declaración a la sobreviviente Silvia Tolchinsky. “Llevo años esperando este juicio y tengo la sensación de haberme sacado una suerte de mochila de encima”, confesó Zucker a este diario.
Zucker y el sobreviviente de la ESMA Víctor Basterra, que también declaró ayer, coincidieron en señalar que los militantes de Montoneros que regresaron al país entre fines de 1979 y principios de 1980 fueron secuestrados por las Fuerzas Armadas y llevados a Campo de Mayo. Zucker declaró que tanto su hermano como su cuñada, Marta Libenson, habían sido torturados y mantenidos en cautiverio en ese centro clandestino. Por otra parte, la testigo precisó cómo fue su encuentro con el sargento Nelson Ramón González, quien en 1997 había afirmado en una entrevista televisiva que Ricardo fue fusilado y enterrado en Campo de Mayo. Esa nota dio impulso a esta causa, que el CELS inició en 1982 cuando presentó un hábeas corpus en favor de aquellos detenidos-desaparecidos.
Basterra afirmó que durante su cautiverio, hacia mediados de 1980, tomó contacto con una militante montonera “que había visto a entre 40 y 50 de sus compañeros secuestrados en Campo de Mayo” y muchos de ellos habían regresado al país dentro de la contraofensiva. Este testigo confirmó que fue él quien tomó las fotos de documentos internos de la ESMA donde figura “una lista de bajas” que se adjudica al Batallón 601 del Ejército.
Ayer declararon también el ex subjefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires Eduardo Gargano y el ex jefe de personal del Batallón 601 Alfredo Jorge Hurrel. Ambos negaron conocer las maniobras represivas. Hurrel hizo hincapié en la “división por pisos” que se manejaban de manera independiente dentro de la unidad militar.
En la causa que lleva adelante el juez federal Ariel Lijo deben responder el ex comandante en jefe del Ejército Cristino Nicolaides, siete coroneles del Batallón 601, un agente civil de Inteligencia y un policía. El expediente se rige de acuerdo con el viejo código de procedimiento penal, por lo cual técnicamente no se trata de un juicio oral, a excepción de las declaraciones de los testigos. Luego de los alegatos, el magistrado dictará su sentencia, aunque hasta ese momento podrían pasar dos o tres meses.
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