EL PAíS › LA MONEDA ESTADOUNIDENSE LLEGO A 3,20 PESOS Y EL CENTRAL INTERVINO
El aumento en la cotización de la divisa sumó otros tres centavos. El Banco Central, frente a ello, salió a vender dólares por primera vez para ponerle un techo a la suba, que hasta entonces había convalidado. Los analistas no ven riesgos de descontrol. Debate por el impacto en la inflación.
› Por David Cufré
¿Hasta adónde llegará el dólar? La suba de ayer a 3,17 pesos para la compra y 3,20 para la venta, tres centavos por arriba del día anterior, instaló la pregunta entre economistas, operadores financieros, empresarios y, paulatinamente, entre el público. El incremento de once centavos en un mes fue el más abrupto en cuatro años y medio, desde el verano de 2003. Sin embargo, un movimiento semejante está lejos de producir el vértigo que causaba en otras épocas, debido a que nadie vislumbra riesgos de descontrol. Los analistas de izquierda a derecha y quienes tienen al dólar atado a sus negocios coinciden en que el aumento fue tolerado y hasta inducido por el Banco Central, que cuenta con un arsenal de divisas suficiente –44.194 millones de dólares de reservas– para neutralizar cualquier insubordinación. Ayer dio una primera señal contundente: cuando el mercado mayorista estaba recalentado y amenazaba con arrastrar al dólar minorista más allá de 3,20, intervino para evitarlo.
Al Banco Central le bastaron unos 10 millones de dólares para marcarles la cancha a los operadores. Vendió esa cantidad a dos bancos extranjeros, Deutsche Bank y Citibank, que fueron ayer de los más activos en la compra de divisas para sus clientes –empresas multinacionales y grandes firmas locales–, y terminó con la escalada en el segmento mayorista a mitad de la tarde. En ese momento, las transacciones se pactaban a 3,19 pesos y la mesa de dinero de la autoridad monetaria ofreció aquella cantidad a 3,185. Fue la primera vez en todos estos días de suba del dólar que el Central le puso un techo. A partir de ese momento, las operaciones mayoristas empezaron a realizarse a 3,18.
Sería un error interpretar esa reacción como definitiva. Es posible que el Central convalide hoy o en los próximos días un valor más alto. Sobre todo si lo que está ocurriendo –como sospechan consultores de la city– es que la autoridad monetaria y la nueva conducción económica decidieron cambiar de estrategia en el manejo de la política cambiaria. De la previsibilidad anterior, cuando el dólar estaba clavado en torno de 3,10 pesos, se iría a un escenario de mayor volatilidad. Si el dólar trepa un día a 3,23 y dos semanas más tarde se ubica en 3,15, para volver a subir luego a 3,20, los capitales golondrina que estuvieron llegando en masa a especular con los bonos en pesos ya no tendrán un panorama tan despejado.
El Gobierno quiere ahuyentar el ingreso de esas divisas por dos razones. La más importante es que su arribo presiona a la baja el tipo de cambio, porque aumenta la oferta de dólares en el mercado local. El Central se ve obligado a una trabajosa ingeniería para evitarlo: emite pesos para comprar esos billetes y luego retira lo que emitió a través de colocaciones de títulos públicos (letras y notas) que les vende a bancos y AFJP. Los inversores extranjeros, en tanto, se manejaban hasta ahora con un virtual seguro de cambio, ya que el dólar permanecía quieto en torno de 3,10 cuando llegaban y seguía ahí cuando querían salir, luego de apostar a los bonos en pesos que ofrecían una alta rentabilidad.
El segundo motivo por el cual el Gobierno busca desalentar el ingreso de capitales golondrina es que su acumulación genera burbujas financieras que pueden producir daños severos en caso de explotar. De hecho, en esta oportunidad la suba del dólar se inició por la salida masiva de esos fondos de inversión, producto de la inestabilidad internacional. Vendieron sus títulos en pesos y compraron dólares para ir a refugiarse en los bonos del Tesoro estadounidense. El mercado de las hipotecas en Estados Unidos empezó a dar muestras de agotamiento y eso podría impactar en la economía de aquel país, con sus inevitables consecuencias para el resto del mundo.
Ayer fue una jornada más tranquila en los mercados financieros internacionales. La Bolsa de Nueva York subió 0,5 por ciento y la de Buenos Aires quedó con un alza de 0,06, mientras que en Europa y Brasil también hubo calma. Los bonos argentinos oscilaron con bajas de medio punto y subas del mismo nivel. Sin embargo, en el mercado cambiario local se registró un mayor volumen de operaciones: 700 millones de dólares, contra 500 millones que se venían transando en promedio. El Central vendió 300 millones a futuro, también para enfriar la suba. Ofreció a 3,19 pesos a fin de agosto.
El impacto que el alza del dólar tendrá en los precios internos genera un debate entre economistas ortodoxos y heterodoxos. Los primeros aseguran que la suba agrega un condimento alcista a una tendencia de aceleración de la inflación. Sostienen que los productos exportables y las importaciones tenderán a encarecerse, aunque no lo harían de manera dramática. Para los segundos, el aumento del dólar es marginal (2,5 por ciento entre 3,12 y 3,20) y no cambia ninguna ecuación de negocios ni a exportadores ni a importadores. Martín Hourest, de este último pelotón, advirtió sin embargo que algunos sectores empresarios podrían utilizar el incremento en el tipo de cambio como excusa para producir algún deslizamiento en los precios.
En lo que coinciden ortodoxos y heterodoxos es en que el Gobierno aprovechará esta oportunidad para ubicar el dólar algún escalón más arriba del que estaba. Y afirman que el Central será capaz de sostenerlo. Industriales y exportadores en general celebran la noticia, después de cuatro años en que la ganancia de competitividad de la devaluación se fue achicando, si bien todavía es elevada. En términos macroeconómicos, la suba apuntala el superávit comercial y aumenta la recaudación del fisco por retenciones a las exportaciones. En contrapartida, el Gobierno pagará más por la importación de energía.
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