En su último día en Madrid, la candidata presidencial se reunió con la cúpula de la CEOE, la confederación que nuclea a los más importantes empresarios españoles. Hubo un reclamo por las tarifas. Cristina respondió que la prioridad pasaba por lo social.
› Por Oscar Guisoni
desde Madrid
Cristina Fernández de Kirchner culminó ayer su visita a España con un almuerzo con la poderosa CEOE, la Confederación que nuclea a los más importantes empresarios ibéricos. Allí, la candidata presidencial alentó a los inversores para que aprovechen el momento económico que vive el país, al tiempo que buscó despejar dudas sobre su proyecto político. Los empresarios plantearon sus resquemores acerca del modelo que propone y, según fuentes del sector, ya que la reunión se mantuvo en privado sin presencia de los medios, plantearon la urgente necesidad de que el Estado permita la actualización de las tarifas de las empresas privatizadas. Cristina les dijo que primero había que tener presente las cuestiones sociales. “Ustedes tienen que dar respuesta a sus accionistas, nosotros a la sociedad”, fue su respuesta, según fuentes de la comitiva argentina.
La mañana comenzó movida para Cristina, cuando a las 11 hora local se dirigió al monumento a las víctimas del 11-M frente a la estación madrileña de Atocha. En el lugar se encontró con el arquitecto Mauro Gil Fournier, uno de los autores de la obra que homenajea a las víctimas del brutal atentado de 2004. “Nosotros también tenemos nuestra Atocha y nuestras Torres Gemelas”, le dijo la senadora, en alusión a los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.
Luego la candidata del Frente para la Victoria se dirigió a la residencia del embajador Carlos Bettini. En un par de horas pasaron por allí desde el jefe del opositor Partido Popular, el conservador Mariano Rajoy, (ver aparte) hasta el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau; el director del Banco Santander, Francisco Luzón; el presidente de Telefónica, César Alierta, y el principal accionista de Aerolíneas Argentinas, Gerardo Díaz Ferranz.
Luego, la candidata oficialista se dirigió a la sede de la Confederación empresaria para participar de un almuerzo “con los responsables del 40 por ciento del PBI español”, según ilustró el embajador Carlos Bettini. La reunión la abrió el flamante presidente de la CEOE, Díaz Ferranz, propietario del grupo turístico Marsans, quien “recordó que las empresas españolas habían mantenido sus posiciones inversoras por encima de las coyunturas a corto plazo y que ahora espera, con la recuperación económica que se ha producido en los últimos años, un marco más estable de cara al futuro que les permita seguir desarrollando sus inversiones y mejorando la competitividad global de la economía argentina”.
La frase, transcripta luego en un comunicado de la entidad, lleva implícito un reclamo por la actualización de tarifas.
Ante una pregunta del presidente del Banco BBVA –propietario del Banco Francés–, Francisco González, sobre cuál era en definitiva su modelo económico, que estuvo trufado según fuentes argentinas por un argumento machista (“¿Todo esto que dijo lo piensa usted o su marido?”), Cristina dejó de lado el tono conciliador y aclaró que “he venido a hablar de este modelo, que creo es el adecuado. Ahora, si usted considera que éste no es un modelo...”.
González fue uno de los empresarios que no salió de la reunión con cara de buenos amigos. “No puedo decirles nada”, respondió a los periodistas que lo abordaron a la salida. “Nos dijeron que no podíamos hablar”, agregó. El encuentro estuvo rodeado de estrictas medidas de seguridad y confidencialidad. Según fuentes de la CEOE, por pedido de la comitiva argentina. Pero cerca de la senadora lo desmintieron tajantemente.
Díaz Ferranz había hecho mención, al inicio del almuerzo, a aquella ya mítica reunión de 2003 en la misma CEOE en la que el presidente Kirchner “puso a parir” a los empresarios locales, cuando, entre otras cosas, les anunció que no se iban a actualizar las tarifas de los servicios públicos después de la devaluación. Y el tema de los retrasos tarifarios, como no podía ser de otra manera, volvió a surgir ayer.
Sectores empresariales vinculados a las concesiones de las rutas y autopistas habrían planteado la necesidad de “reequilibrar” los peajes, según fuentes argentinas, aunque otras fuentes empresarias consultadas por Página/12 afirmaron que la exigencia no pasó sólo por este sector, sino que se extendió a otras ramas como el gas y la energía eléctrica. La respuesta de Cristina, según las mismas fuentes empresariales, fue tratar de enmarcar este proceso dentro de una situación “razonable” que contemple los aspectos sociales y el bolsillo de los consumidores. En la delegación argentina prefirieron negar la existencia del cruce.
Los empresarios también se manifestaron preocupados por cuál será la futura política cambiaria. Cristina Kirchner aprovechó entonces la oportunidad para defender lo hecho por el Gobierno en esta materia dando a entender que habría una continuidad en la política de mantener alto el valor del dólar, más alto que nunca por estos días. También aclaró que su proyecto es sacar al país del clásico modelo agroexportador y tratar de ir más allá de una simple sustitución de importaciones. En la reunión estuvieron presentes representantes de todas las empresas con fuertes inversiones en el país, como Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural; Pedro Larrea, de Endesa; Amador Suárez, de la pesquera Arbumasa; además de Brufau y Alierta.
La jornada culminó con el encuentro de la candidata presidencial con la prensa local y con una breve visita a la Secretaría General Iberoamericana, que maneja Enrique Iglesias. A última hora de la noche la comitiva tomó el avión de regreso a Buenos Aires. Según la agenda de Presidencia, hoy mismo la senadora compartirá un acto con el Presidente en Berazategui.
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