Vie 27.07.2007

EL PAíS

“Su presencia no era la de un sacerdote que venía a traer afecto”

En el juicio a Von Wernich, Osvaldo Papaleo, que fue secretario de Prensa de Isabel Perón, dijo que el ex capellán “era parte de la patota que interrogaba y torturaba”. Contó que los secuestrados judíos eran “víctimas de antisemitismo”.

“Von Wernich era parte de la patota que interrogaba y torturaba”, aseguró Osvaldo Papaleo, el ex secretario de Prensa del gobierno de Isabel Martínez de Perón, detenido en abril de 1977 y torturado en el campo de concentración de Puesto Vasco. En la causa contra el ex capellán de la Policía Bonaerense Christian von Wernich, el primer testigo en declarar ayer ante el Tribunal Oral Federal Número I de La Plata confirmó que existía “un cuerpo colegiado de tortura, donde cada cual cumplía su rol”. Además de afirmar que los presos judíos eran “víctimas del antisemitismo”, Papaleo vinculó estrechamente con la dictadura a la revista Somos, de editorial Atlántida, y a la ultraderechista Cabildo, cuyos miembros –dijo– participaban de interrogatorios al director del diario La Opinión, Jacobo Timerman.

Los testimonios fueron escuchados en soledad por el abogado del ex capellán, Juan Martín Cirolini, quien no pudo siquiera contar con el apoyo de Cecilia Pando, que llegó hasta la puerta de la sala y le fue impedido su ingreso tras el incidente protagonizado con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo (ver aparte). El sector destinado a los visitantes de la defensa apenas fue ocupado por unos pocos que prefirieron presenciar de cerca el juicio, más por comodidad que por afinidad ideológica con el ex capellán. Ante cada nuevo testigo, el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, recordó que el acusado, Von Wernich, no se encontraba en la sala, pero sí en el edificio.

“Me llevaron en un auto, me colocaron una venda en los ojos y aparecí en un centro de detención que después fue Puesto Vasco”, relató Papaleo, y recordó que eso sucedió inmediatamente después de que enviara un telegrama a la revista Somos pidiendo que se desmintiera una información donde se lo vinculaba con la organización Montoneros y con el grupo Graiver. Tiempo después, ese mismo telegrama le fue mostrado por uno de los comisarios que le hacía firmar sus declaraciones bajo tortura. Los interrogatorios posteriores giraban en torno de su actividad política y la relación con el grupo Graiver. Papaleo destacó que le preguntaron si Héctor Ricardo García, dueño del diario Crónica, era judío.

Después de 30 años de su secuestro, el ex secretario de Prensa recordó con precisión las sesiones de tortura a las que fue sometido: “Esa cama donde (a uno) lo están mojando permanentemente, le pasan picana por los genitales, por el ano, por las encías, por los pies. Y un interrogador que estaba sentado muy cerca de mi cabeza y que nunca jamás me insultó sino que hacía preguntas muy claras y muy concretas. Alrededor sí había gritos e insultos. Cuando terminaron, me sacaron la venda y vi ahí al entonces coronel (Ramón) Camps, vestido de militar, que presenció seguramente mi tortura y no hizo ningún comentario. Miraba”.

Frente a la imagen de Cristo crucificado colgada de la pared de la sala, el testigo contó que la aparición de Von Wernich en el campo de detención estaba siempre asociada a la llegada de “toda esta patota que venía a torturar”. “Su presencia no era la de un sacerdote que venía a traer un poco de afecto ni contención, era parte del interrogatorio general”, aseguró Papaleo. En realidad, el cura y el médico Jorge Bergés no eran estables en Puesto Vasco, pero se movían con “absoluta libertad” por el lugar. “Fue víctima del antisemitismo”, sentenció sobre la situación de su compañero de detención Timerman. El era llevado a dormir en una “especie de cucha grande”, de 1,20 metro de alto por 2 de largo y con una reja como puerta.

El segundo testimonio de la jornada correspondió a Rodolfo Iaccarino, un empresario ganadero detenido junto a su hermano Carlos, en Santiago del Estero, y puesto a disposición del Primer Cuerpo del Ejército el 4 de noviembre de 1976. Días después, el tercero de los Iaccarino, Alejandro, fue también secuestrado por el Ejército, al igual que su novia. Más allá de que dijo no conocer a Von Wernich, el testigo contó que el fallecido juez federal de La Plata, Leopoldo Russo, y su entonces secretaria Ana Beatriz Aparicio fueron a visitarlo cuando se encontraba en la Brigada de la Policía Bonaerense de Lanús. Esta declaración generó que uno de los fiscales pida que se investigue la comisión de algún delito por parte de Aparicio, quien llegó a ser, hasta su jubilación, presidenta del mismo tribunal que ahora juzga al ex capellán. Durante los dos años que permanecieron detenidos por supuesto “monopolio de carnes”, fueron obligados por el comisario Rómulo Ferranti a firmar la venta de un avión, un campo de golf y muchas propiedades al empresario Bruno Chesi, del que nunca recibieron pago. “Estoy totalmente seguro –concluyó Iaccarino– de que fue una maniobra para desapoderarnos.”

Informe: Sebastián Abrevaya.

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux