EL PAíS › LAS ELECCIONES DE HOY Y SU IMPACTO NACIONAL
El gobierno nacional encaró las elecciones de hoy en Santa Fe y Córdoba como una escala en la ruta hacia octubre. De Vido apoyó a Bielsa y Schiaretti; Alberto Fernández a Binner y Juez. De este modo computará cualquier resultado como un rédito para la candidatura de CFK. Lo que gana en alcance lo pierde en profundidad, dada la escasez de una construcción propia. Igual que con Scioli en Buenos Aires, podrá confiar en sus aliados mientras no los necesite.
› Por Horacio Verbitsky
Las elecciones de gobernador y legisladores provinciales de hoy fueron encaradas por el gobierno nacional como un paso hacia los comicios presidenciales del 24 de octubre. La táctica consiste en acotar al máximo los riesgos, de modo que resulte indiferente si Hermes Binner o Rafael Bielsa prevalecen en Santa Fe, y si Juan Schiaretti o Luis Juez se imponen en Córdoba. Pero lo que el gobierno gana en alcance lo pierde en profundidad. Podrá computar dentro de su campo a todos los electos pero con márgenes muy restringidos de confianza, dado el escaso desarrollo de fuerzas propias. Cosecha así aliados en los que podrá confiar mientras no los necesite, como también ocurre con Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires.
Las dos alas del gobierno nacional han jugado con diferentes candidatos en Santa Fe y Córdoba. Julio De Vido se inclinó por los aparatos justicialistas que respaldan a Bielsa y Schiaretti, dos candidatos débiles sin desarrollo militante, que dependen de los respectivos jefes partidarios (Jorge Obeid y Carlos Reutemann en un caso; José Manuel de la Sota en el otro). En cambio Alberto Fernández apoyó bajo cuerda a quienes pueden aportar matices diferentes que hagan visible algún grado de renovación política, aunque provengan de orígenes tan distintos como el médico socialista Binner y el ex dirigente de la Juventud Peronista Juez.
El amigo radical
Tanto Binner como Juez llevan como candidatos a la vicegobernación a sendos dirigentes de la UCR, al estilo de la fórmula presidencial que CFK formó con el radical mendocino Julio Cobos. Binner y Juez son fuertes en las mayores ciudades de sus provincias, Rosario y Córdoba, pero tienen una inserción débil en el interior, de modo que lo que queda del aparato electoral de la UCR les resulta funcional.
En ambos casos se les oponen otros candidatos que reivindican la pertenencia radical. Binner escogió a la radical Griselda Tesio como vice, pero también aspirará a la gobernación la radical Alicia Tate. Juez estará acompañado por el intendente radical de Río Cuarto Benigno Rins y contra ellos competirá el radical Mario Negri, un admirable imitador de la voz y la oratoria del ex presidente Raúl Alfonsín. Su mérito es mayor dado que no cuenta con la dotación genética que favorece los intentos en el mismo sentido de uno de los candidatos radicales a la gobernación bonaerense.
Cada provincia tiene características particulares. En Córdoba, De la Sota estimuló la presentación de Negri para impedir que se aliara con Juez en una combinación ganadora. Juez le disputaba el liderazgo justicialista, es decir también el futuro. Para ello acordó con Negri que los intendentes radicales adelantaran las elecciones en sus respectivos municipios, de modo de desengancharlas de las provinciales y permitirles ir instalando un clima de resurrección partidaria, frente a candidatos débiles del justicialismo o, incluso, sin candidatura delasotista. Esto tiene mucha importancia en una provincia que reúne al 25 por ciento de las municipalidades del país y donde no existe el ARI. La fórmula radical, que se completa con el hijo del ex gobernador Ramón Mestre, se conforma con que no gane Juez, que es quien les disputa su rol histórico en la provincia. Un hombre que, como Negri, sobrevivió con treinta y nueve fracturas a la caída de un helicóptero es la persona ideal para procurar la sobrevivencia del radicalismo.
En Santa Fe, en cambio la candidatura de Tate es sólo testimonial, como lo fue la presidencial de Leopoldo Moreau en 2003. El ARI apoya a Binner y esta conveniencia es también una preocupación para el candidato.
Votos cruzados
El ex intendente de Rosario maneja encuestas según las cuales el 70 por ciento de sus votantes prefieren para octubre a CFK. Por eso aceptó que un grupo de ex militantes de la Juventud Peronista, encabezados por el abogado en causas de derechos humanos Jorge Coco Pedraza difundieran un pronunciamiento que expresa sus preferencias, bajo el título de quimera Cristina-Binner.
Pero el presidente del partido socialista, Rubén Giustiniani, no ha ocultado su favor por la candidatura presidencial de Elisa Carrió, aunque dejó vencer el plazo para el registro de alianzas sin incorporarse a la Coalición Cívica Libertadora y objetó en forma pública el acuerdo que negoció Carrió con su correligionario Ricardo López Murphy. Si fuera candidato a la vicepresidencia, Giustiniani debería serlo como extrapartidario.
Si Binner gana la gobernación le resultará muy difícil eludir un pronunciamiento. En una provincia gobernada desde hace casi un cuarto de siglo por el justicialismo, que le dejaría un terreno minado, la gobernabilidad depende para un socialista del buen trato con el gobierno nacional. Sobre todo si se recuerda que la intención de voto por Carrió en la provincia de Santa Fe no pasa del 7 por ciento. Su líder, Alicia Gutiérrez, quien encabeza la lista del Frente Progresista de Binner, mantiene una relación tan distante con Carrió como la electa gobernadora fueguina Fabiana Ríos (quien le pidió que no viajara a apoyarla antes de la elección). La arista santafesina verticalizada con Carrió es Susana García, cuya incidencia provincial es mínima.
Cáscara y contenido
El socialismo está dividido acerca de la candidatura presidencial pero, tal como ocurrió en la UCR, los distritos más relevantes apoyan a Cristina, como la provincia de Buenos Aires o Córdoba (donde el ex diputado Eduardo Pato García acompaña a Juez). En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Roy Cortina se alinea con la CCL y Héctor Polino con Cristina Fernández de Kirchner. Tampoco los socialistas de Catamarca, La Rioja, Santa Cruz y La Pampa han llegado a acuerdos con el ARI. El Congreso Nacional socialista tiene 25 integrantes, de los cuales Giustiniani controla 13. Pero se trata de una cáscara vacía, como la Convención Nacional de la UCR.
Un obstáculo fuerte para los socialistas de cualquier tendencia es la fuerte impronta confesional que Carrió muestra cada vez con mayor alegría, como corresponde a alguien que entrega su vida a defender La Verdad. Los documentos del sector de Giustiniani tienen el mismo tono de los que el partido emitía durante la primera presidencia de Juan D. Perón, aunque no haya un contexto nacional ni mundial que al menos lo explique. El propio Giustiniani debe incluir otros elementos en el análisis, aparte de sus preferencias ideológicas. En caso de vencer Binner, una opción presidencial por Carrió complicaría incluso su reelección como senador en 2009.
Binner y el intendente rosarino Miguel Lifschitz nunca confrontaron con Kirchner, aunque les cueste digerir el apoyo presidencial
al aparato justicialista. Tampoco Kirchner ha tenido actitudes hostiles hacia los líderes socialistas y la incorporación a su gobierno del presidente del socialismo bonaerense, Jorge Rivas, puede interpretarse en esa línea de apertura. Por más que tanto Kirchner como Cristina hayan visitado la provincia en apoyo de la candidatura de Bielsa, consideran más previsible a Binner, cuya gobernación sería un ingrediente interesante para la próxima etapa, enriquecedor de la Concertación que alientan los Kirchner. Una victoria de Bielsa, en cambio, fortalecería en todo el país a un sector justicialista que el kirchnerismo no desea enfrentar pero al que preferiría ver declinando en un lento ocaso.
Triples
El Partido para la Victoria, cuya estructura nacional preside Graciela Ocaña apoyaba a Juez. La relación se deterioró a raíz de la insistencia con que Juez se opuso a la ley de reforma del Consejo de la Consejo de la Magistratura. No por su posición adversa, dado que el gobierno contaba con los votos necesarios para sancionarla, sino por lo que consideró una sobreactuación de independencia, expresada en el encuentro con CFK, luego del cual sus legisladores anunciaron que se opondrían.
Uno de los gestores del acuerdo con De la Sota fue el Secretario de Transporte, Ricardo Jaime, cuyo hermano, Roberto fue director provincial de Vialidad hasta su designación como subsecretario de Obras Públicas de De la Sota, de modo que maneja una porción significativa de recursos tanto cordobeses como federales. Créase o no, el ministro se llama Hugo Testa. Antes, Roberto Jaime fue gerente del organismo de servicios públicos de Santa Cruz, donde fue denunciado por malversación de caudales públicos en Caleta Olivia y obtuvo la eximición de prisión el año pasado luego de pagar una caución real. Después del desaire a CFK, en un tema que no afectaba intereses de Juez como intendente de Córdoba, el Partido para la Victoria fue intervenido. El interventor fue Ricardo Jaime, y el apoyo a Juez se trocó en un acuerdo con De la Sota. El jugador de básquet Héctor Campana, a quien Jaime había llevado al despacho presidencial, pasó de aspirante juecista a la intendencia de la Capital a candidato a la vicegobernación con Schiaretti. En cambio la kirchnerista vicepresidenta 1ª de la Cámara de Diputados Patricia Vaca Narvaja, apoya a Juez pero con lista propia de legisladores provinciales, desde el Frente Grande.
Para octubre, De la Sota ya dispuso las candidaturas a diputados nacionales de Jorge Montoya y Beatriz Alak y cedería los otros dos puestos con elección asegurada a Ricardo Jaime y a una mujer que le indique el kirchnerismo. Sin proyección nacional, se ha atrincherado en Córdoba: por haber sido su vicegobernador, en caso de resultar electo hoy Schiaretti no tendrá reelección, y las listas de legisladores las armó De la Sota.
Nada por aquí
El rasgo común en ambas provincias es la falta de construcción propia del kirchnerismo. En Santa Fe ello fue consecuencia de la derrota de Agustín Rossi en las elecciones internas con Bielsa. En Córdoba ni siquiera se llegó a intentarlo. De la Sota festejó la caída de los candidatos oficialistas en Tierra del Fuego y no tuvo reparos en cuestionar la fórmula presidencial, que le hubiera gustado “más peronista”. En una interpretación benévola, se refería al radical Julio Cobos. Pero con pocas horas de diferencia Hugo Moyano expresó (ante hombres de negocios, nada menos) sus “dudas” sobre CFK. Mañana el kirchnerismo festejará. Pero pasado deberá plantearse cómo encarar una construcción política acorde con los objetivos que declara y con los resultados que ha obtenido en el primer mandato. La resignación a manejarse con lo preexistente, el sancocho a medio hacer, no es una alternativa válida.
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