Con lágrimas en sus ojos luego de escuchar que había sido absuelta en el juicio por calumnias e injurias que le inició el empresario pesquero Héctor Antonio, la candidata presidencial Elisa Carrió explicó que lloraba “porque Dios existe”. En el pronunciamiento más emotivo de su campaña, agregó que “la entrega de uno salva a muchos, la entrega y el testimonio de algunos salva a un pueblo”.

En su extraordinario pronunciamiento, que merece ser transcripto porque poca gente pudo escucharlo en la escalinata de los tribunales, la ex legisladora formuló también confesiones personales. Contó que sus hijos le preguntaban “por qué tanta locura, por qué no te quedaste con nosotros haciendo dinero”, pero que ella eligió otro camino porque sus hijos “también son todos los hijos. Y porque mis hijos y porque la familia de Cristo es una familia enorme”. Siempre supo “que Él iba a actuar, segura de que Dios actuaba en la historia”.

Con un sentido religioso poco común en el secularizado Occidente actual, agregó que sólo confiaba en Dios, en la Eucaristía y en la condición humana. “Agradezco profundamente a la Eucaristía diaria, y a Dios. Él estuvo conmigo”. La fundadora de la Coalición Cívica expresó que supo que “tenía que dejar mi familia, mis bienes, mis hijos, mis cargos, quedarme sin trabajo y sin obra social. Lo hice confiando en Dios. Y hubo justicia”. Durante el proceso descubrió que no todos los jueces, los legisladores ni los periodistas son corruptos. Agradeció a quienes confiaron en que ella decía la verdad. En realidad, recién mañana a mediodía, cuando se conozca el fallo, se sabrá si el juez Luis Schlegel se basó en la verdad de las alegaciones de Carrió o en el privilegio de la libertad de expresión sobre el honor de las personas involucradas en asuntos de interés público. “Al resto del pueblo, que muchas veces no entendió, que no escuchó, quiero decirle que yo lo amo. Si uno entrega todo, aunque sea uno, aunque seamos dos, aunque seamos diez, Dios deja de llorar y salva a un pueblo”, agregó la promotora del Compromiso Moral.

Luego de un día de descanso, Carrió concretó su apoyo a Margarita Stolbizer como candidata a la gobernación bonaerense. En La Plata aún se debate si a la cabeza de la lista de senadores bonaerenses irá el ex radical Javier Moroig, el margarito Luis Malagamba o el ex comisario Edgardo Mastandrea, quien es el experto en seguridad de la Coalición Cívica. El fiscal federal Juan Patricio Murray y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires pidieron que Mastandrea fuera detenido e indagado por privación ilegal de la libertad y tormentos, en una causa en la que el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo ya indagó y procesó a los coroneles Manuel Fernando Saint Amant y Carlos Diego Ricardes, a quienes también les reprochó la desaparición de varias de las víctimas. Los secuestrados tenían entre 16 y 22 años y eran alumnos o egresados del Colegio Don Bosco de San Nicolás. En un memorando dirigido al general Carlos Suárez Mason, Saint Amant afirmó que allí funcionaba con protección del obispo Carlos Ponce de León, quien poco después fue asesinado en un falso accidente carretero, “un grupo juvenil en cuyo seno se refugia una célula montonera, que actualmente es investigada”. Dos decenas de ex alumnos del Don Bosco fueron secuestrados y nunca volvió a saberse de Gerardo Cámpora, Carlos Farayi, las hermanas Rosa Raquel y María Cristina Alvira, Horacio Aristides Martínez, Regina Spotti, María Rosa Baronio, Jorge Luis Reale y Carlos Alberto Grande. En cambio otros recuperaron su libertad luego de ser torturados en la Comisaría de Junín, donde funcionaba un Campo Clandestino de Concentración, dependiente de la Subzona de Seguridad 13. Ellos declararon que en los interrogatorios participó un oficial Mastandrea y en la causa se encuentra acreditado que entre abril y junio de 1977 el ahora asesor de la Coalición Cívica Edgardo Mastandrea tenía destino en la Comisaría de Junín. Su eventual candidatura sería impugnada por organismos defensores de los derechos humanos.