El sacerdote Rubén Capitanio, que declarará hoy en el juicio que se le sigue a Christian von Wernich, afirmó que el proceso al ex capellán de la policía bonaerense reabrió “una herida infectada con impunidad”. También consideró que en el accionar de la Iglesia durante la dictadura hubo “un poco de bueno y mucho de malo”. “El juicio me da un dolor y una vergüenza muy grandes, pero también una gran esperanza. Porque la herida infectada con impunidad, aunque con dolor, era necesario que se abriera para curarla”, dijo el párroco de la localidad neuquina de Centenario, que fue colaborador de monseñor Jaime de Nevares y acompañó de cerca a las Madres de Plaza de Mayo desde 1978. Además, fue compañero de seminario de Von Wernich. “No seré testigo contra mi hermano, sino contra los delitos cometidos en los cuales mi hermano ha participado. Desgraciadamente, de esto último soy testigo directo”, escribió Capitanio en una carta dirigida a sus fieles una vez que fue citado a declarar en el juicio. Según explicó luego, será “testigo de concepto más que de hechos”, porque no volvió a tener contacto con el cura acusado desde 1976. Capitanio fue citado por la querella con el objeto de mostrar actitudes alternativas dentro de la propia Iglesia y cuestionar la inevitabilidad del accionar institucional. Con el mismo criterio, hoy prestarán testimonio Alberto Pedroncini y la Madre de Plaza de Mayo María del Rosario Carballeda de Ceruti, quien aportará información sobre la complicidad de algunos sectores de la iglesia con los represores y su actividad en los centros clandestinos de detención.
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