Aníbal Fernández no fue incluido como candidato a diputado, aunque no fue un castigo, sino que se debió a su creciente posibilidad para formar parte del eventual gobierno de CFK.
› Por Diego Schurman
Lejos de un castigo, la ausencia de Aníbal Fernández en la lista de candidatos a diputados puede resultar una buena noticia para el propio ministro del Interior. Y eso es así porque en la Casa Rosada comenzaron a especular con la posibilidad de incorporarlo al staff oficial en caso de que Cristina Kirchner se imponga en las elecciones del 28 de octubre.
Fernández nunca había integrado el selecto grupo de funcionarios con promesas de continuidad. Pero este fin de semana sus acciones comenzaron a cotizar en Bolsa. Así, aquello que a primera vista se presentó como un desaire –por una supuesta desafección de las boletas oficiales– podría rápidamente virar hacia un premio mayor.
El ministro hizo punta en esto de caratular a Cristina como el “mejor cuadro político” que dio la Argentina en los últimos tiempos, una observación tan cuestionada por analistas y referentes de la oposición como aplaudida por los militantes K.
Fernández, al fin y al cabo un kirchnerista “todoterreno”, fue promovido en los mentideros políticos como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Hubo crónicas que le asignaron un lugar exacto en la nómina y hasta la certeza de que asumiría la presidencia del bloque kirchnerista en el Congreso.
Lo cierto es que a Fernández no le ofrecieron el cargo. Tan cierto como que durante el fin de semana participó de la confección de las listas junto a su tocayo, Alberto Fernández, el verdadero dueño de la lapicera.
Su preocupación, en esas horas aciagas, se centró en la suerte de su pollo Sergio Villordo, el intendente de Quilmes que va por la reelección. Concretamente aspiraba a que la boleta del Frente para la Victoria de ese distrito fuera la única en llevar a “Cristina-presidenta” y “Scioli-gobernador”.
Sin embargo, cuando expiraba el cierre de listas, Francisco “Barba” Gutiérrez logró un guiño de la Casa Rosada para crear una “lista colectora”. Dicho de otro modo, el dirigente metalúrgico podrá competir con Villordo con otra boleta –la del Polo Social– que también llevará a Cristina y Scioli como aspirantes a los sillones máximos de la Nación y la provincia.
El tema fue conversado entre Alberto y Aníbal. Y éste asintió, seguro de que Villordo se impondría de todos modos en el distrito que lo vio crecer políticamente. El vínculo entre los Fernández es estrecho, y se ha ido consolidando desde que el jefe de Gabinete le transmitió el ahora ministro el deseo de Kirchner de incorporarlo al gobierno, hace cuatro años.
La aspiración de Fernández no es aterrizar en el Congreso. “Yo tengo vocación ejecutiva”, suele decir el jefe de la cartera política a propios y extraños. Sus últimos conchabos así lo demuestran: antes de llegar a Interior fue, durante la gestión duhaldista, ministro de la Producción y secretario General de la Presidencia.
Eso sí, en el 2005 Kirchner lo imaginó acompañando a Cristina en la boleta de senadores. Finalmente ese lugar quedó reservado para José Pampuro. En su currículum figuran, de todos modos, aquellos 18 meses de legislador provincial y también el cargo de diputado nacional electo al que renunció para asumir en la actual administración.
A esta altura del partido, Fernández tiene en su futuro dos horizontes. Uno junto a Cristina, una vez más participando del proyecto kirchnerista. El otro en la actividad privada. En las últimas semanas recibió tres ofertas, una de ellas vinculada al área de la comunicación. En todos los casos, con un sueldo que pocos se animarían a rechazar.
–¿Es verdad que Aníbal Fernández tiene una propuesta de Eduardo Eurnekian para trabajar en Aeropuertos Argentinos 2000? –preguntó anoche este diario.
–Aníbal no quiere decir de dónde provinieron las ofertas y no va a entrar en el juego de quién sí y quién no le ofreció –fue la evasiva de su entorno.
En donde no hubo dobleces fue a la hora de descartar la posibilidad de un destino en el exterior, una especulación que creció como bola de nieve en las últimas horas. “No le van los premios consuelo”, dijeron sobre un destino diplomático para quien se lleva mejor con el lenguaje prosaico y estentóreo que con los susurros de las embajadas.
Hace rato que Cristina entona el canto de la institucionalidad y todos descuentan que eso se traducirá en una oxigenación del gabinete, obviamente en caso de llegar poder. Pero a medida que pasan los días y se acercan los comicios, el cambio que promete la senadora no afectaría la continuidad de varios hombres de la actual gestión, y entre ellos estaría el propio ministro del Interior.
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