Durante casi tres horas, la plana mayor de la Armada tuvo que dar explicaciones ante la ministra de Defensa, Nilda Garré, sobre las denuncias por atrasos e irregularidades en la construcción de los edificios para el traslado de la ESMA. Altas fuentes de esa cartera confirmaron a Página/12 que Garré “encomendó al titular de la Unidad de Auditoría Interna de Defensa, Jorge Argüello, el análisis de los diversos procesos licitatorios y contratos emergentes a fin de evaluar adecuada y jurídicamente la situación”. Este diario reveló anteayer que ni las cuentas ni los tiempos para desalojar el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionó el emblemático centro clandestino de detención, cierran y el poder político puso la lupa sobre los manejos del almirantazgo.

El domingo próximo es el día en que las huestes del almirante Jorge Godoy tienen que entregar las 14 hectáreas de la ESMA en Libertador y Crisólogo Larralde a las autoridades nacionales. Antes de las elecciones del 28 de octubre empezará a funcionar allí el Museo de la Memoria. El 24 de marzo del 2004, el presidente Néstor Kirchner anunció el proyecto que implicaba el traslado de las ocho instituciones educativas y académicas que funcionaban en el lugar, es decir de más de cinco mil estudiantes y docentes, además de los suboficiales que vivían allí. La Armada fue la encargada de realizar las licitaciones y monitorear las obras.

Ayer a las 17, el director general de Material Naval, vicealmirante Gustavo Efraín Leprón; el director de Proyectos, contraalmirante Javier Alvarez; el asesor jurídico de la Dirección General de Material Naval, doctor Parrinella, y el capitán de corbeta arquitecto Fernando Cerutti, entre otros, fueron citados a Defensa para explicar por qué habían contratado a la empresa San José, que comanda el contraalmirante retirado Basilio Pertiné –cuñado del ex presidente Fernando de la Rúa–, y por qué Cerutti figura como director de obra de la empresa que ganó las cuatro licitaciones para construir el Liceo Naval, el Instituto Universitario Naval, la Residencia de Suboficiales y la Escuela de Guerra Naval en los terrenos del campo de deportes de la Armada en Vicente López.

El clima del encuentro se tensó a medida que se desmenuzaban las críticas más groseras que habían llegado a Defensa. Sobre la contratación del capitán Cerutti, que se desempeña en la Dirección de Material Naval y a la vez figura en los carteles de las obras de Vicente López, las explicaciones de la Armada apuntaron a oscurecer más el tema. Página/12 pudo saber que el argumento fue que el director de obra cobra honorarios equivalentes al 10 por ciento del valor cotizado y como en el caso de San José el monto sumaba 60 millones, la Armada tendría que pagar 6 millones, en cambio Cerutti negoció un monto menor. Quedó sin respuesta por qué la Armada tendría que hacerse cargo de ese pago, si estaba estipulado en la licitación, y también cómo puede ser que siendo un ítem regulado por el Colegio de Arquitectura, el capitán de corbeta acepte sin conflictos una rebaja.

Garré estuvo acompañada por el secretario de Planeamiento, Oscar Cuattromo, arquitectos del ministerio y un grupo de asesores. Llamó la atención que el jefe de la Armada, Jorge Godoy, viajara a Paraguay y también la ausencia del vicealmirante Enrique Olmedo, director de Personal Naval, el encargado de firmar las adjudicaciones de obras. Las explicaciones tampoco convencieron sobre los motivos por los que se aceptó la oferta de la constructora San José siendo que no cumplía con los requisitos fiscales. La empresa en la que Pertiné ocupa el cargo de director tenía vencido el Certificado Fiscal de Contratación emitido por la AFIP. Ese trámite debe ser renovado cada cuatro meses y es un requisito ineludible para toda firma que aspire a ganar una licitación pública, es el instrumento para comprobar si los oferentes trabajan con el personal en regla. Los marinos argumentaron que se soslayó ese requerimiento porque el precio cotizado por San José era muy conveniente.

En marzo pasado, la Sindicatura General de la Nación (Sigen) había advertido que los plazos de ejecución de las obras estaban demorados y recomendaba que se realizara un seguimiento. A menos de una semana del traslado definitivo quedó en evidencia que las demoras serán prolongadas. El Liceo Naval ocupará transitoriamente un edificio del predio recreativo de Vicente López, la Escuela de Guerra Naval fue mudada al Edificio Libertad, la Escuela Nacional de Náutica (Marina Mercante) funcionará en la Escuela de la Ribera en el barrio de Once, la Escuela Nacional Fluvial fue trasladada a un edificio de una concesionaria de autos en Vicente López, el Instituto Universitario Naval recayó en el Edificio Libertad mientras que la Biblioteca Central de la Armada quedó embalada y el Centro de Estudios Estratégicos opera en un edificio de Reconquista y Corrientes.