Zoetrope, la productora que Francis Ford Coppola instaló en Palermo Viejo, fue asaltada. Robaron tres computadoras que tenían el guión de su próximo film, Tetro, que filmará en el país, y la copia. Ofrecen recompensa por la devolución.
› Por Horacio Cecchi
Ya pasó por la cancha de Boca, por algunos boliches nocturnos y salas de teatro under; visitó a los muchachos de La Colifata en el Borda y hasta pasó por Mendoza en plan de comprar viñedos. A Francis Ford Coppola le faltaba visitar la comisaría 25ª para presentar la denuncia por el asalto a su productora Zoetrope Argentina, en Palermo Viejo, ocurrido el miércoles alrededor de las diez de la noche. Cuatro asaltantes abrieron fácilmente la puerta de la antigua casona remodelada, ubicada en Gorriti 4746, y sorprendieron a cuatro empleados, revisaron las habitaciones, no encontraron dinero y se llevaron computadoras, celulares y una cámara. En una de las computadoras estaba guardado el guión original de la película Tetro, que Coppola pensaba comenzar a rodar en la Argentina a partir de febrero. Lo malo es que en otra de las computadoras robadas se encontraba el backup de seguridad. La producción ofreció primero una recompensa de dinero para la devolución de lo robado. Después, en un ruego, ofrecieron pagar si se quedaban con la computadora, pero devolvían “al menos el material que tienen dentro”.
A principios de año, el director de El Padrino compró un petit hotel de dos pisos y seis habitaciones en Gorriti entre Malabia y Armenia, pleno Palermo Viejo, por el que pagó unos 900 mil dólares. En esa casona instaló su productora Zoetrope Argentina, para realizar su proyectado film Tetro, sobre la inmigración italiana en la Argentina (es lo poco que se sabe).
Y allí se desarrolló el miércoles por la noche el guión del asalto que tuvo a la productora como parte: cuatro asaltantes entraron a la casona aprovechando que no estaba cerrada con llave. Según la policía, utilizaron una tarjeta plástica del tipo de las de teléfono o de crédito para hacer patinar el pestillo, igualito que en las películas.
Entraron y sorprendieron a los cuatro empleados que en ese momento se encontraban trabajando. Los dominaron y comenzaron a recorrer las habitaciones, aparentemente en busca de dinero. Que no lo había. Y tomaron las tres computadoras y los celulares de los empleados. Uno de ellos, cuando se llevaban las computadoras, como en las películas, intentó detenerlos y fue levemente herido con un cuchillo en un hombro.
Después, los cuatro asaltantes colocaron las computadoras en los bolsos que habían llevado a tal efecto y, como en las películas, se retiraron caminando sin llamar la atención. Un grupo de muchachos que se encontraba en la puerta de un boliche hacia la esquina de Malabia vieron salir a los cuatro con los bolsos, pero, ¿por qué debería llamarles la atención que cuatro hombres salgan con bolsos de una casona? Y así desaparecieron las computadoras, el guión y su copia de seguridad.
El caso tiene ribetes y bemoles curiosos, casi de película. Los investigadores aseguran que se trató de un robo “al voleo. Se cree que los delincuentes –aseguran– no sabían donde habían ingresado a robar porque buscaban dinero y en la productora no se maneja efectivo”. “Buscaban dinero, que no encontraron porque no había, y se llevaron computadoras y otros aparatos digitales, como una cámara”, coincidió con los detectives una empleada que estuvo en escena esa noche.
Es posible, como señalan los investigadores, que el grupo no supiera dónde había caído y buscaba dinero. Pero la hipótesis del robo al voleo tiene sus dificultades. La puerta, efectivamente, no fue violentada y estaba sin llave, con lo que sólo se debía vencer el pestillo. Pero resulta difícil imaginar al grupito de asaltantes, probando puerta por puerta con la tarjeta de crédito hasta encontrar una que no tenga llave.
Por el contrario, de los datos que trascendieron sólo se supo que los asaltantes estaban desarmados, excepto uno, que tenía un cuchillo con el que hirió al empleado que intentó detenerlos. Un cuchillo para un asalto entre cuatro parece un robo de poca monta.
Es probable que sea así, y también es probable que quienes robaron las computadoras no supieran lo que tenían dentro hasta que desde la producción surgieron los ruegos. “Lo único que queremos pedir, de parte del señor Coppola, es que por favor devuelvan aunque sea la información que está dentro de la computadora de él, donde está todo su trabajo creativo de un montón de tiempo”, rogó la empleada. “Se entregará una recompensa”, prometió. “Por lo menos que devuelvan el backup que también se llevaron, y que a ellos no les sirve para nada”, imploró la empleada.
En pocas palabras, si la bandita de improvisados no estaba enterada de lo que tenía en su poder, con el ruego público se enteró, con el aliciente de que también se supo que el dueño no tenía copia y que era nada más ni nada menos que Francis Ford C. Sorpresa.
A Coppola, de todas maneras, lo que le interesa, obviamente, es recuperar el guión de su próxima película, Tetro.
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