El crecimiento de las religiones protestantes se expresa en la política con candidatos evangélicos en todo el espectro partidario, desde el Frente para la Victoria hasta el PRO.
› Por Miguel Jorquera
Si tienen que asumir una gobernación o una intendencia, una banca de diputados o un escaño en un Concejo Deliberante, tendrán que hacerlo a través de una “promesa” especial, porque su religión no les permite juramentos. Así lo harían centenares de cristianos evangélicos que van como candidatos en las boletas de casi todos los partidos, cruzando todo el arco ideológico y la geografía política. Militantes de distintos cultos protestantes que decidieron meterse de lleno en la actividad política ocupan puestos expectantes en las listas que van desde el kirchnerismo hasta el macrismo, y pasan por la Coalición Cívica de Elisa Carrió y el Paufe del ex subcomisario Luis Abelardo Patti. Página/12 dialogó con algunos de ellos y con uno de los pastores que promueve la participación política en su comunidad religiosa.
“La práctica del evangelio de nuestra iglesia es la idea de la salvación de las almas. Pero entendemos que el cristianismo es integral, que nuestro paradigma es una dualidad: el cielo es una cosa y la tierra es otra. Creemos que el evangelio tiene un poder liberador y que hay principios cristianos que deben plasmarse en la práctica política.” La definición es del pastor Aníbal Villordo, que desde su comunidad religiosa de San Isidro creó el Centro Cristiano de reflexión Política.
Un centro que como “misión” se propuso “contribuir a la formación de un pensamiento acorde con el ideario social cristiano, y a todo aquello que contribuya al mejoramiento de la calidad de vida del hombre como último fin de la actividad política”. Claro que nada de esto sería posible sin –como afirman– el “crecimiento exponencial” de las iglesias evangélicas.
Según la Secretaría de Culto, en la Argentina hay unos 4 millones de personas que profesan la religión protestante, aunque desde la Federación Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina –que aglutina unos 12 mil cultos diferentes, sin contar los pentecostales– estiman que los evangélicos en el país ya superan holgadamente esa cifra.
Una afirmación que comparte Zaida Azás, candidata a diputada nacional de la Coalición Cívica (CC) porteña y coordinadora de la Mesa de Diálogo Interreligioso que creó Elisa Carrió. Azás no cree que la incursión de muchos de ellos en política sea producto de una expresión homogénea de las iglesias evangélicas: “Actuamos a título personal, no en representación de nuestras iglesias y nuestras organizaciones religiosas. Tampoco nuestros pastores proponen la participación política. Lo que hacen es dar apoyo, siempre y cuando obviamente en tu comportamiento y desempeño lo hagas conforme a los principios que decís profesar”.
–Pero entre ustedes se conocen, saben quiénes son, aunque los candidatos sean de diferentes cultos –insistió Página/12.
–Somos militantes de nuestra fe. Que estemos movilizados es un proceso que se viene dando desde hace unos cuantos años, aunque las iglesias cristianas evangélicas, en realidad, históricamente han tenido actividad política –respondió la psicóloga, profesora universitaria y candidata de la CC, que llegó a la política de la mano de Patricia Bullrich.
“Basta recorrer nuestro país para encontrar escuelas, organizaciones sociales, comunitarias, de salud, creadas con el objetivo del bien común y promovidos por nuestros primeros pastores y misioneros”, asegura Azás. Un panorama que se amplió en los grandes centros urbanos, donde las iglesias evangélicas también tienen un experimentado trabajo. “La comunidad reconoce nuestra labor en las cárceles con los presos, y afuera con sus familiares y en la lucha contra las adicciones.”
Un tema que los distintos partidos políticos también conocen. El papel protagónico del obispo católico Joaquín Piña en Misiones relegó a un segundo plano la importante actuación de los pastores protestantes en contra de la reelección indefinida en la provincia. Ahora, el Frente para la Victoria lleva al vicegobernador y pastor bautista, Pablo Tschirsch, como candidato a gobernador, y al pastor de la Asamblea de Dios, Roberto Padilla –que se opuso a Carlos Rovira–, como candidato a intendente de Posadas por uno de los sublemas oficialistas.
La multiplicación de candidatos evangélicos se expresa en los distintos partidos y provincias. Los habrá también en muchos municipios del conurbano y la capital.
“Como cristianos, uno quisiera ver en algunos políticos algo más de honestidad, compromiso, solidaridad, de fomento del diálogo y búsqueda de consenso. Y todo eso nosotros lo vivimos en forma cotidiana, es nuestro estilo de vida y como vivimos nuestra fe cristiana. Entonces algunos de nosotros dijimos ¿por qué no llevarlo a la política?, y aquí estamos”, dijo a Página/12 Cynthia Hotton, militante de Recrear y candidata a diputada nacional por el PRO en Capital Federal. Economista y funcionaria de la Cancillería como “diplomática de carrera”, Hotton prometió en su campaña “llevar los valores cristianos evangélicos al Congreso”, pero “no para proclamarlos, los quiero poner en práctica”.
Los propios evangelistas saben que su experiencia y prédica en la sociedad potencian el rol de candidatos y no lo ocultan. “Con la magnitud que tiene la iglesia evangélica ahora, y habiendo pasado por todo un trabajo social amplísimo, que alcance una representación política con su grey me parece importante. Creemos que es propio de la democracia que las minorías se organicen y participen en política”, sostuvo Villordo. “La buena voluntad no hace a una construcción política y, además, si uno no tiene espacios en lugares de toma de decisión, no existe la participación. No se trata de ir a un acto, proclamar dos cosas y levantar una bandera. Participación es el ámbito donde tu voz pueda ser escuchada”, remarcó Azás, convencida de que tampoco serán convidados de piedra.
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