Sáb 20.10.2007

EL PAíS  › EL HOMICIDIO DE TRES POLICIAS EN LA PLATA CAUSO UNA CONMOCION POLITICA NACIONAL

Día de sangre, muerte y misterio

Tres policías bonaerenses que custodiaban una planta transmisora del Ministerio de Seguridad fueron acribillados y apuñalados con saña inusual en la madrugada de ayer. Kirchner dijo que el hecho no podía ser casual a diez días de las elecciones. Solá reunió de urgencia a su gabinete. Las cuatro hipótesis que manejan los investigadores.

› Por Raúl Kollmann

En un hecho que no registra antecedentes en las últimas décadas, tres policías fueron asesinados ayer en La Plata de numerosas cuchilladas y varios disparos. A cada uno de ellos lo remataron de uno o dos tiros en la cabeza. Además, los tres efectivos fueron apuñalados de forma salvaje: 14 puñaladas a uno, once a otro y diez al tercero. La única autopsia terminada ayer indica que a uno de los oficiales lo mataron a cuchilladas en la espalda y recién después le pegaron los tiros de remate. Los investigadores manejan al menos cuatro hipótesis. Una, delincuentes comunes que quisieron robar las armas de los policías. Dos, una sangrienta venganza por la detención de una banda o por razones personales. Tres, una operación de ex policías de la Bonaerense para marcarles la cancha al futuro gobernador y al futuro ministro de Seguridad bonaerense. Cuatro, un intento de causar conmoción política a diez días de las elecciones. El presidente Néstor Kirchner, muy acongojado, sostuvo ayer que “no es casualidad que esto ocurra tan cerca de las elecciones. Hay muchos que no quieren ser juzgados”. “No nos van a derrotar. Hay intereses a los que les molesta lo que estamos haciendo desde el Gobierno”, razonó la candidata presidencial Cristina Kirchner. Por su parte, el gobernador Felipe Solá convocó de inmediato a todo su gabinete y el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, sostuvo: “Es un ataque a la democracia” (ver páginas 4 y 5).

Los cuerpos sin vida del sargento Pedro Germán Díaz, de 45 años, y los oficiales Ricardo Torres Barbosa, de 26, y Alejandro Vatalaro, de 27, fueron encontrados ayer a la mañana cuando se producía el cambio de guardia en el predio de la planta transmisora del Ministerio de Seguridad bonaerense, en un predio descampado ubicado en las calles 7 y 630 del barrio Aeropuerto de La Plata (ver página 6).

Las primeras evidencias apuntan a que los dos jóvenes, Torres Barbosa y Vatalaro, habían cenado cuando fueron sorprendidos por el ataque. Prácticamente no tuvieron tiempo de defenderse, porque en sus cuerpos no hay golpes ni lesiones que sostengan la hipótesis de una pelea con los agresores. El galpón no parece haber sido escenario de un enfrentamiento, sino que los desconocidos entraron y, según se evidencia en la única autopsia terminada, la de Torres Barbosa, lo acuchillaron por la espalda, posiblemente porque estaba acostado. Los tiros de gracia son posteriores y se efectuaron con una o dos armas calibre 9 milímetros. Incluso podría ser que los homicidas hayan usado las pistolas de las víctimas. Eso se verá en las pericias. El cuchillo o los cuchillos utilizados en el ataque no aparecieron y tampoco se sabe todavía si se utilizó un cuchillo o más de uno.

Según parece, el sargento Díaz estaba durmiendo en un lugar contiguo, repelió el ataque vaciando su cargador –unos 13 tiros– y luego, aparentemente ya sin balas, emprendió la huida. Terminó a varios metros, con cuatro tiros en la espalda y también acuchillado. No está claro si alguno de los homicidas resultó herido. Hay rastros de sangre, pero los estudios químicos dirán si es sangre de los policías o de algún agresor. El triple asesinato es investigado por la fiscal platense Leyla Aguilar.

Los homicidas se llevaron cuatro armas: las dos reglamentarias de los oficiales jóvenes, una escopeta calibre 12/70 y una ametralladora, además de tres chalecos antibalas. La única pistola que quedó en el lugar fue la del sargento Díaz. Se encontró debajo de su cuerpo. Para huir, los asesinos se subieron a la camioneta-patrullero Chevrolet LUV que estaba estacionada junto al galpón de la planta transmisora y, poco más tarde, abandonaron el vehículo en un barrio humilde, La Unión, en las afueras de La Plata.

Ninguna de las hipótesis terminaba anoche de convencer a los investigadores. Todas tienen sus aristas inexplicables, aunque también parecen posibles. Estas son las principales:

1 Fueron ladrones de poca monta que quisieron robar las armas.

A favor de esta hipótesis juega el hecho concreto de que efectivamente se llevaron las pistolas, la escopeta y la ametralladora. El otro dato, que no está totalmente confirmado, es que los homicidas habrían llegado al lugar caminando. Sobre ese aspecto hay dudas, por cuanto existe un testigo que dice haber visto el momento en que la camioneta LUV se alejaba del lugar, pero que detrás iba otro auto.

En la hipótesis del robo se apunta a un antecedente. El 9 de junio, un grupo asaltó un puesto de guardia de Campo de Mayo y se llevó cinco fusiles FAL y una pistola sin disparar un solo tiro. El armamento luego fue encontrado en una especie de depósito clandestino en el que se alquilaban las armas robadas.

Los elementos en contra de la hipótesis del robo son varios. En primer lugar, que no parece muy probable que ladrones de poca monta se metan a robar armas en un predio policial, en el cual, además, se supone que no había mucho armamento. Ir a robar armas a un destacamento implica un enfrentamiento casi seguro. El segundo aspecto es que hay demasiada sangre en el hecho para tratarse de un robo. La Policía Científica dice que ni siquiera hubo resistencia de los oficiales jóvenes y, sin embargo, los acuchillaron y les pegaron sendos tiros. Eso no lo hacen habitualmente los ladrones. Es más, no hay un solo hecho delictivo de las últimas décadas en el que hayan asesinado a tres policías.

Aun así, la hipótesis no puede ser descartada del todo. Tal vez pensaron encontrarse a los policías durmiendo, éstos sacaron el arma y se desató un drama imprevisible en el que, posiblemente, el consumo de drogas haya jugado un papel. Es una hipótesis difícil de creer, sobre todo a la luz de las cuchilladas en la espalda, pero sigue siendo investigada.

2 Fue una venganza.

Lo que respalda esta teoría es la violencia, la increíble cantidad de sangre en lo ocurrido en La Plata. Parece haber odio y, sobre todo, locura. El ministro Arslanian reveló que el sargento Díaz intervino en una pesquisa en la que se desbarató una banda de tres delincuentes. El rumor es que uno de ellos salió de la cárcel. También circula la versión de que uno de los policías jóvenes tenía un enemigo que, según aseguran, salió igualmente de la cárcel hace poco. Se dice que tiene antecedentes de desequilibrio psiquiátrico, algo que encaja con el cuadro encontrado ayer en La Plata.

Lo que juega en contra de esta hipótesis es que el drama de la planta transmisora no parece haber sido obra de una sola persona. Si fue un loco, fue un loco acompañado por alguien. Y eso sería más que extraño. Tampoco encaja en lo habitual y razonable que si una persona o banda se quiere vengar de un efectivo policial ingrese en un predio de la Bonaerense donde sabe que se va a tener que enfrentar con más de un policía. La lógica es que lo esperan en algún lugar y lo ejecutan.

Sin embargo, si se está hablando de una situación de locura, esta hipótesis no se puede descartar y, efectivamente, la están trabajando los investigadores.

3 Un ataque de policías desplazados de la Bonaerense, ex comisarios, que quieren condicionar la gestión del futuro gobernador y del futuro ministro de Seguridad.

Esta hipótesis fue planteada ayer por el ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo. “No descartamos que sean sectores expulsados de la fuerza de seguridad por corruptos”, sostuvo Randazzo. En evaluaciones que se hicieron en las últimas semanas en el Ministerio de Seguridad bonaerense se tomaron en cuenta varios hechos en los que llamó la atención la violencia desusada. Robos que, sin lógica alguna, terminaban en asesinato.

En esas evaluaciones se habló de un posible intento de marcarle la cancha al futuro gobernador bonaerense y su ministro de Seguridad. Todo indica que esos cargos serán ocupados por Daniel Scioli y Carlos Stornelli. El mensaje sería el siguiente: “Si no quieren que ocurran hechos de sangre terribles, tienen que venir a negociar, a conversar, con los comisarios. Los porongas seguimos teniendo influencia en la fuerza”.

Para hacer trabajos sucios de esta naturaleza, se utilizan a delincuentes, tal como se vio con nitidez en el asesinato de José Luis Cabezas. La jefatura estuvo a cargo del oficial Gustavo Prellezo, pero de mano de obra usaron a Los Horneros, delincuentes del barrio platense de Los Hornos. La mecánica sería la misma.

Lo que no encaja con esta hipótesis es que lo ocurrido en la planta transmisora fue “demasiado berreta”, como lo señaló un investigador. No fueron profesionales que disparan y ejecutan, sino que se usaron cuchillos y un modus operandi bastante elemental. Terminaron incluso huyendo en una camioneta-patrullero, algo que da una idea de operación mal planificada y protagonizada por gente sin organización.

Aun así, tampoco se descarta esta hipótesis. Tal vez se la hayan encargado a ladrones del estilo de Los Horneros y por eso resultó todo caótico y elemental. Pero lo cierto es que se trata de un triple homicidio de policías y parece una amenaza a quienes se van a hacer cargo del distrito bonaerense.

4 Fue una operación para instalar el tema de seguridad en el centro de la agenda electoral.

Fue el Presidente el que planteó esta hipótesis. Hizo referencia a los que hacen bandera con la cuestión de seguridad y al mismo tiempo tienen títulos truchos y asesores que jugaron papeles importantes durante el Proceso. La referencia indudablemente apuntó a Juan Carlos Blumberg.

Lo que hace más creíble esta hipótesis es que se trata del triple asesinato más violento y artero de las últimas décadas. Parece un hecho destinado a causar conmoción. Como hecho delictivo no tiene lógica y la cantidad de sangre no encaja dentro de la criminalidad habitual. No se trata de un robo a un banco en el cual se produce un tiroteo y hay varios muertos. Es el ataque a un pequeño destacamento que cuida una antena y no hay razón para que allí se produzca tamaño triple crimen.

Lo que contrapesa esta hipótesis es, nuevamente, la precariedad con la que se movieron los homicidas. Es cierto que la mano de obra que se contrata para una tarea así no es de profesionales, pero resulta descabellado que quien manda a cometer semejante crimen confíe en la utilización de cuchillos y luego deje que su grupo operativo se vaya de la escena en una camioneta–patrullero, fácil de identificar y en la que seguramente quedaron rastros de los asesinos. Como es obvio, esta hipótesis también se está investigando.

El presidente Kirchner reclamó ayer un esclarecimiento rápido. Las cosas se manejaban anoche en la mayor de las cautelas. Hubo decenas de llamados para dar pistas y varios mensajes que reivindicaban el hecho. Desde un Ejército Revolucionario del Pueblo hasta un Comando Comisario General. Habrá que ver si del barrio La Unión, donde apareció la camioneta, sale alguna línea de investigación y qué sucede con quienes salieron recientemente de la cárcel y podrían haber protagonizado una venganza. En lo único en que coinciden todos los investigadores es en una frase que repiten varias veces por hora: “Esto es muy raro, muy raro”.

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