EL PAíS › CARRIO Y GIUSTINIANI CERRARON LA CAMPAÑA
La candidata a presidenta de la Coalición Cívica reivindicó la figura de Evita, pidió el voto de los indecisos para entrar al ballottage y criticó el despliegue de los fondos públicos. Su compañero de fórmula cuestionó la política fiscal.
› Por Werner Pertot
El cantito de cancha resonó en el gigantesco galpón de Costa Salguero. “Ya se acerca Navidaaaaad/ para Néstor y Cristinaaa/ les regalo el ballottaaaaage”, cantaban los lilitos. Frente al rugido de bombos y cornetas, con un telón de papeles azules y blancos, al estilo de las campañas norteamericanas, la dupla Rubén Giustiniani y Elisa Carrió vaticinó la tan esperada segunda vuelta. Lilita se dirigió especialmente a los indecisos, que según las encuestas podrían ser los que vuelquen el resultado a su favor: “Les pido el voto a los que no se decidieron, a los que dicen que a los decentes nos voltean. Hace diez años que intenta cooptarnos ¡pero no pudieron con nosotros!”
Lilita eligió para cerrar su campaña en Costa Salguero, donde ya había participado del final de la contienda porteña de la mano del (ahora distante) Jorge Telerman. Para ahuyentar la mufa, eligieron otro pabellón del complejo, distinto al que el jefe de Gobierno había colmado con los sones del grupo musical Los Pelados.
El ambiente esta vez no era menos posmoderno: lo componían luces de discoteca –que incluían una luz seguidora que proyectaba un “Carrió presidente”–, pantallas gigantes que proclamaban “nace un nuevo país”, globos de múltiples colores, banderas argentinas y rojas del PS. Entre las más de mil personas se mezclaba una murga del partido de Patricia Bullrich, radicales de Margarita Stolbizer, aristas de distintas provincias y militantes de base del barrio La Juanita, de Héctor “Toty” Flores, que llevaban remeras con la cara de Lilita y la frase “nosotros confiamos en ella”.
El acto se inició a las 19 (la simultaneidad con el cierre oficialista era a propósito) y abrió con una serie de fotos de la campaña, seguida por todos los spots televisivos. El primero en salir al escenario fue Giustiniani, de saco y sin corbata, quien comenzó con una larga lista de agradecimientos, en los que sólo olvidó a Unión por Todos. Vehemente, el titular del PS nacional le apuntó al oficialismo, sin mencionar a su candidata: “Se acordaron tarde de darle reportajes a la prensa, porque estaban preparados para vencer, pero no para convencer”, disparó.
“Deberían pedir disculpas los que hoy gobiernan por la privatización de YPF, porque ellos fueron parte, cómplices”, apuntó. “No hay división de poderes, han destruido el Indec”, enumeró. Tampoco se le pasó mencionar el caso Skanska. “No son garantía de distribución del ingreso: hoy el 10 por ciento más rico tiene 28 y medio más que el 10 por ciento más pobre”, recordó. “Cuando la candidata oficial fue a Washington a decir que no iba a haber reforma tributaria, estaba diciendo que no iba a haber distribución del ingreso”, descerrajó.
“Ha sido una campaña desigual. Vimos un despliegue obsceno de los fondos públicos, inaugurando obras, violando todas las leyes. A pesar de todo eso, con Carrió podemos decirles que habrá ballottage. Estamos ganando en la Ciudad de Buenos Aires, en Rosario y en Mar del Plata”, confió.
“Hay que saltaaar/ porque el domingo/ hay ballottaaaage”, colaboró la hinchada. “Esto empezó en Misiones, donde un pueblo, sin dádivas, dijo sí a la democracia”, remarcó el senador socialista, quien enumeró las victorias opositoras de Santa Fe, Tierra del Fuego y recordó el caso de Córdoba: “Hoy no sabemos quién es realmente el gobernador”, alertó.
En un pase teatral, el candidato a vicepresidente se retiró, y entró Carrió, quien fue recibida por un tronar de tambores y aplausos. Vestida con un trajecito blanco y negro, se mostró seria, con el rostro duro; no tuvo como otras veces ni una sonrisa, ni un guiño. Y para su contrincante, dejó sólo una breve ironía: “No necesitamos demostrar una sabiduría inexplicable, no queremos hablar de números, ni de los países que conocimos”.
Aunque su equipo de campaña le recomendó mesura, no se perdió todo el discurso originario de Lilita: “Frente al poder inescrupuloso y guarango, frente a la soberbia de la ignorancia, jamás buscamos el éxito, pero siempre buscamos la victoria. Esta que nos permite ingresar cla-ra-mente en el ballottage”, dijo, antes de que la taparan las ovaciones.
–Yo te daréeeee/ te daré, patria hermosa/ te daré una cosa, una cosa que empieza con C: ¡¡Carrió!! –parafrasearon los lilitos.
Carrió se dirigió a todas las clases sociales y a todos los partidos, empezando por el peronismo. “Sé que muchos gobernadores peronistas quieren que yo gane. Sé por qué aman a Evita y lo que significó para muchos una máquina de coser, una bicicleta. Eso no era clientelismo”, sorprendió la candidata a presidenta de la CC, quien recordó también a Leandro Alem, a Alfredo Bravo (“fue casi un padre para mí”) y les dedicó otro dardo a los socialistas K: “Estamos con los que no se pierden al primer cargo”. Dijo que le daría la policía a Mauricio Macri, quien fue muy, pero muy silbado.
“El viejo árbol, que es la Argentina, tiene el tronco herido por la violencia, por la discordia, por la inseguridad”, metaforizó Carrió, quien llamó a aumentar las penas para los casos de corrupción y dijo que iba a continuar con los juicios a los represores y que iba a ser “la mejor comandante en jefe que haya conocido la Argentina, con Fuerzas Armadas alejadas de aquellos que las mancharon con delitos de lesa humanidad”. Finalmente, subió al escenario el gabinete virtual de Carrió y todo terminó con Los caminos de la vida, el hit de la campaña. “Y por ella yo me quiero morir”, cantaba Vicentico.
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