EL PAíS › EL FRENTE PARA LA VICTORIA SE IMPUSO PARA PRESIDENTE Y PARA GOBERNADOR
Daniel Peralta festejó con Alicia Kirchner el boca de urna que le daba la reelección con el 57 por ciento, muy adelante del 35 del empresario radical Casa. La intendencia de Río Gallegos fue muy disputada. Recuento lento en una provincia con 57 boletas electorales.
› Por Miguel Jorquera
desde Río Gallego
En la gobernación habían afirmado durante toda la jornada que no habría boca de urna. Pero después de las ocho de la noche, cuando todavía seguía el recuento de votos en la mayoría de las escuelas de la provincia, el oficialismo lanzó los datos del relevamiento que hicieron en los lugares de votación. Según esos números, el gobernador kirchnerista Daniel Peralta conseguía la reelección con el 57 por ciento de los votos, contra el 35 de su principal competidor, el empresario radical Eduardo Casa. A esa hora, en el bunker de la coalición Cambiemos para Crecer, toda la expectativa opositora sólo estaba puesta en la victoria en Río Gallegos, donde el radical Héctor Roquel intentaba retener la intendencia de la ciudad. Peralta festejó el triunfo junto a Alicia Kirchner y auguró, sin cómputos oficiales, que ganaban en toda la provincia y peleaban “palmo a palmo” el triunfo en la capital.
En el Salón Blanco de la gobernación, abarrotado de militantes kirchneristas y sin periodistas, Peralta le alzó la mano a la hermana del presidente Kirchner y juntos cantaron la marcha peronista. “El país nos está mirando. No fue en vano tanto trabajo. Los santacruceños vamos a ser tapa de los diarios, pero no con algún agravio a nuestra amiga Alicia Kirchner”, dijo el gobernador al abrir el discurso con el que festejó su reelección en “toda Santa Cruz”. Así, recordó el escrache a la ministra de Desarrollo Social de la Nación, en los días que la Legislatura provincial lo ungía al frente de la convulsionada provincia patagónica, cruzada por un prolongado paro docente.
“Con ella (señaló a Alicia), con Néstor y Cristina superamos la intolerancia y vamos a extender la mano de la solidaridad”, insistió Peralta, antes de afirmar que “con Cristina vamos a hacer de Santa Cruz la mejor provincia del país”. Después de las diez de la noche, el gobernador salió a confirmar su triunfo rodeado de todo su gabinete, la ministra y dirigentes kirchneristas, entre ellos quienes encabezaron los sublemas peronistas que compitieron por la intendencia de Río Gallegos.
Para ellos también hubo agradecimientos, cuando vaticinó que podrían recuperar la intendencia capitalina, en manos del radicalismo. También envió un guiño para “los radicales y socialistas que nos votaron en esta ciudad, con los que hemos trabajado codo a codo”, en una señal hacia adentro del frente opositor.
Después, ante la prensa, Peralta prometió incorporar a varios de los opositores –que ponderó desde el atril– a su futuro gabinete. Aunque afirmó que no cambiará a los ministros que heredó del renunciado gobernador Carlos Sancho antes del 10 de diciembre. Afuera, los militantes kirchneristas armaban una caravana para el festejo que cruzó las principales calles de Río Gallegos.
Al cierre, los escasos cómputos oficiales no alcanzaban para confirmar los números del boca de urna que difundió el oficialismo, pero sí las tendencias. Peralta se imponía en la provincia y la pelea en Río Gallegos prometía ser intensa. Aunque desde el bunker opositor se mostraban confiados en retener el control político de la ciudad más importante y más poblada de Santa Cruz.
La demora en el armado de las mesas presagiaba que el recuento sería mucho más lento aún. Los electores tenían que decidir su voto entre 57 boletas: cinco fórmulas para la gobernación; siete sublemas del justicialismo y otros seis sublemas de la coalición opositora encabezada por el radicalismo para la intendencia de Río Gallegos; y muchas listas más para concejales en esta ciudad.
La disputa interna de los dos principales partidos se dirimía en la elección provincial y el celo de los fiscales de cada una de las listas hizo más trabado el escrutinio. A cada rato, alguno de ellos requería revisar el cuarto oscuro para verificar que no faltaran sus boletas, mientras las filas de votantes comenzaban a extenderse y la espera se hacía tediosa. Al salir de votar, Peralta respondió que ese sería “un tema para después de la elección”, cuando los consultaron sobre la vigencia de la ley de lemas.
En el centro de cómputos de Cambiemos para Crecer, armado en un espacio de la Sociedad Rural, el panorama era desolador. Mientras desde afuera tronaban los bocinazos de la caravana oficialista, cerca del candidato radical reconocían el triunfo del Frente para la Victoria, pero afirmaban que en Río Gallegos sólo había un 10 por ciento de los votos escrutados, y que los números propios le daban ganador en la ciudad.
Al exitoso empresario de la construcción Eduardo Costa no le alcanzó su corta carrera política para instalar su proyecto en la provincia. Costa fue a votar con un traje azul oscuro y camisa blanca con varios botones desprendidos que dejaban ver una gruesa cadena de oro con un crucifijo. “Soy católico, pero no me di cuenta de que tenía la cadena afuera”, dijo el candidato a los curiosos periodistas, y dio la explicación de su demora en el cuarto oscuro después de esperar unos 40 minutos en la fila para votar: “Lo que pasa es que pedí varios deseos y para que se cumplan hay que decirlos”. El milagro no se produjo.
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