Lun 29.10.2007

EL PAíS  › SIN MACRI, EL VOTO DE CENTRODERECHA FUE PARA CARRIO Y LAVAGNA

Tres candidatos que lograron poco

Tras el 60 por ciento que logró en junio, la lista del PRO sólo rondó el 10 por ciento en la ciudad de Buenos Aires. Entre López Murphy, Sobisch y Rodríguez Saá, el puntano logró el mejor resultado. El Bulldog fue sacrificado por la estrategia de Macri de estimular el voto útil.

› Por Luis Bruschtein

Sin la participación del candidato natural del centroderecha, Mauricio Macri, las elecciones presidenciales de ayer fueron para este sector una especie de doloroso laboratorio para su futura conformación, proceso en el que ha retrocedido varios casilleros. Ninguno de los tres candidatos que se presentó, Ricardo López Murphy, Alberto Rodríguez Saá y Jorge Sobisch, pudo retener la mayoría del voto de ese espacio que derivó masivamente hacia Roberto Lavagna y Elisa Carrió y otros que captó en la provincia de Buenos Aires el candidato oficialista Daniel Scioli. La ausencia de Macri y su estrategia de retacear apoyo, en especial a López Murphy que competía con el sello de su partido, acentuó la dispersión hacia candidatos que tenían más posibilidades de competir con posiciones más al centro del arco político. La fuerza de arrastre que demostró Carrió en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires puso varios interrogantes a la intención de Macri de convertirse en el principal competidor de la oposición en las elecciones futuras.

Alberto Rodríguez Saá logró encabezar el lote de propuestas de este espacio. En San Luis, su provincia, obtuvo más del 70 por ciento de los votos y ganó los dos diputados que estaban en juego. En todo el país la estrategia de Rodríguez Saá apuntó a recoger los restos desperdigados del justicialismo menemista, electores bonaerenses de Luis Patti y sectores marginados de la interna peronista, con un discurso neoliberal en lo económico, con fuertes críticas a la política de derechos humanos del Gobierno y apoyándose en la liturgia de la ortodoxia justicialista. No es un buen resultado, pero al menos lo sitúa en la mejor posición para negociar su lugar en la conformación más real que vaya sufriendo el centroderecha en los próximos años si es que Macri ratifica la expectativa que generó tras su triunfo en la Ciudad de Buenos Aires no solamente entre los votantes de centroderecha sino también en sectores del peronismo, el radicalismo y votantes independientes del ARI. Ayer, al reconocer su derrota, Rodríguez Saá habló de Perón, Eva Perón y de José Ignacio Rucci para convocar viejos fantasmas de la interna peronista entre la ortodoxia y la Jotapé. Así puso en claro que su apuesta seguirá siendo rejuntar los sectores heridos de la interna peronista con la llegada de los Kirchner y la concertación plural.

El neuquino Jorge Sobisch, que eligió como vice al escritor menemista Jorge Asís, apenas logró mellar este espacio, ni siquiera llevando a Juan Carlos Blumberg como candidato en la provincia de Buenos Aires (ver aparte). Sobisch perdió por bastante diferencia incluso en su provincia, donde salió varios puntos detrás de Cristina Kirchner.

En la Ciudad de Buenos Aires, el macrismo resintió duramente la diferencia entre lo que obtuvo Macri cuando logró en junio el 60 por ciento de los votos en las elecciones a jefe de Gobierno, y el magro resultado (rondaría el 10 por ciento) que alcanzaron sus candidatos en la elección de ayer. Carlos Melconian no pudo llegar a la banca de senador porteño y el único que pudo renovar, de los cuatro diputados que estaban en juego, fue Federico Pinedo.

El macrismo esperaba cierta dispersión del voto porteño, pero no calculaba que se resintiera tanto su fuerza legislativa. Forzado a no presentarse para no perder credibilidad, la estrategia de Macri de resistir el surgimiento de cualquier figura que pudiera eclipsar su liderazgo en este espacio restringió las posibilidades de sus listas a que la gente cortara boleta. Pese a que el cómputo definitivo tardará en conocerse, era posible verificar que el corte de boleta fue más elevado en estas elecciones que en las anteriores, pero no alcanzó para salvar al macrismo del desastre. López Murphy fue llevado así a incinerarse en aras de una futura candidatura de Macri: compitió sin el apoyo de su propia fuerza y, cuando perdió, todos le echaron la culpa. En las declaraciones a la prensa posteriores a los comicios, tanto Melconian como Pinedo responsabilizaron por el sapo de sus listas porteñas a la escasa performance del Bulldog en la elección presidencial.

En la provincia de Buenos Aires esa estrategia también cobró sus víctimas. El empresario Francisco de Narváez, que con una campaña millonaria había logrado ubicarse en el segundo lugar en las encuestas, fue relegado a disputar el tercer puesto con Ricardo Alfonsín (con más posibilidades de salir cuarto) detrás de Margarita Stolbizer, por competir sin boleta presidencial. La fuerte campaña publicitaria había logrado convertirlo en el candidato de oposición con más posibilidades, pero al momento de votar la gente tenía que cortar boleta para elegir presidente. En el distrito bonaerense también se verificó más corte que en otras oportunidades, pero no le alcanzó siquiera para acercarse a Margarita Stolbizer, menos conocida, pero enganchada a la boleta presidencial de Carrió. De todos modos, para De Narváez, que había debutado en política como una figura de muy segunda línea del peronismo duhaldista, esta elección le sirvió para lograr una inserción interesante en el universo macrista que no tiene demasiadas figuras conocidas fuera del ámbito porteño.

Con un resultado tan magro y con la migración de gran parte de sus electores hacia la boleta de Elisa Carrió, el cálculo ciertamente mezquino de Macri lo colocó ahora en un escenario que retrocede varios puntos al que tenía tras su elección como jefe de Gobierno. El macrismo sostiene que más del 15 por ciento de los votos que recibió la candidata de la Coalición Cívica en la Ciudad de Buenos Aires, son votos que regresarán a las boletas del PRO en la próxima elección.

Sin embargo, la movilidad que han mostrado los escenarios electorales no garantiza que vuelvan los votos que se van. Si Elisa Carrió consolida su liderazgo opositor, podría retener el alto porcentaje de votos del centroderecha que la apoyó en esta elección. Ahora Macri quedó encerrado en el distrito porteño con un pequeño bloque de legisladores. Pero la apuesta de Macri es para dentro de cuatro años en los que pueden suceder muchas cosas. Pesará su desempeño en el gobierno de la Ciudad y la habilidad de los Kirchner para disputarle el espacio del centroizquierda a Carrió.

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