Lun 29.10.2007

EL PAíS  › OPINION

Doble alegría

› Por Juan Abal Medina *

En nuestro país y en el mundo siempre existen discusiones sobre el uso de las llamadas campañas negativas. Desde las acusaciones fuertes y los insultos personales hasta las estrategias destinadas a asustar y “meter miedo” a los electores, las campañas a nivel mundial están plagadas de estos aspectos.

Generalmente son los oficialismos los que utilizan estas prácticas.

Un hecho llamativo e interesante de la contundente victoria de Cristina Fernández de Kirchner fue precisamente que durante la campaña no se usó ni la más mínima de esas prácticas, y sí fueron los derrotados candidatos opositores los que usaron estos recursos.

No sólo no hubo desde el oficialismo la más mínima acusación hacia el resto de los contendientes, sino que –contra todas las experiencias previas– no se intentó aprovechar la buena situación económica para generar miedo en la población.

Todos recordamos cómo Menem en 1995 sacó partido del entonces llamado “voto cuota”, asustando a amplios sectores de la población con que si no lo votaban la estabilidad corría peligro. “Yo o el caos”, era su lema.

El radicalismo, por su parte, había utilizado una táctica similar para ganar las elecciones de renovación parlamentaria de 1985, con el “democracia o caos” que se expresó en propagandas, discursos y hasta en la declaración del estado de sitio.

Nada de eso vivimos en esta campaña. Nadie sostuvo que había que votar a la candidata oficial o el país correría peligro. Por el contrario, los discursos y las propagandas fueron siempre en positivo, hablando de esperanza y futuro.

Paradójicamente, fueron los candidatos opositores los que llenaron la campaña de terribles profecías sobre la inflación, la crisis energética o el autoritarismo.

Del lado del oficialismo la alegría debe ser doble, porque no sólo obtuvo una enorme votación, sino que esos votos expresan un acompañamiento genuino. No hay votos cuota, votos miedo, votos estratégicos para perjudicar a otro; los votos son el producto de un apoyo sincero, por la positiva, a un proyecto en marcha.

De todas maneras, lo más interesante de esto es que perdieron los que apostaron a asustar y a sembrar miedo, lo que nos permite ser optimistas sobre la conciencia ciudadana en nuestro país.

* Profesor universitario e investigador del Conicet, subsecretario de la Gestión Pública de la Nación.

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