EL PAíS › LA PREFECTURA URUGUAYA CERRO EL PASO FRONTERIZO
En cuanto la papelera empezó a funcionar, los vecinos de Gualeguaychú se movilizaron a la frontera con Fray Bentos y encontraron el paso cortado. Preparan para hoy una manifestación náutica y una concentración en el puente.
› Por Laura Vales
Desde Gualeguaychú
A las seis de la mañana Botnia prendió las calderas. De la chimenea empezó a salir un humo espeso que a lo largo del día fue variando de color, del negro oscuro al amarillo y de nuevo al negro. En el interior del predio comenzó además el movimiento de camiones. Así, de una manera sorpresiva, llegaba el día más temido para Gualeguaychú. La decisión de Tabaré Vázquez de autorizar la entrada en funcionamiento de la pastera desde Chile y en plena Cumbre de jefes de Estado dejó a la ciudad perpleja; la señal de largada era esperada recién para el próximo lunes.
–Cuando me enteré, me subí al auto y fui hasta el puente. Quería verlo por mí misma –cuenta Paola Robles.
En el puente se encontró con que otros habían tenido el mismo impulso. Encontró también que la prefectura de Fray Bentos ya se había instalado en el lugar, aunque todavía era de noche. Desde ahí, horas más tarde, la prefectura anunció que el gobierno uruguayo cerraba ese paso de frontera. Esa fue la segunda sorpresa de la jornada.
Los efectivos eran unos diez; llegaron en una camioneta y, con palos, se desplegaron sobre el lomo del puente para informar que nadie podría cruzarlo. El cierre fue sin aviso, por lo que un equipo de periodistas uruguayos que había pasado al lado argentino para hacer entrevistas se encontró frente a la insólita situación de que cuando quisieron regresar a su país no se lo permitieron.
Frenados en el puente, buscaron al jefe del operativo y le reclamaron que los dejara pasar con lo que les pareció el más razonable de los argumentos: ellos eran uruguayos. Pero fue en vano, el prefecto marcaba a todo el mundo una línea blanca sobre el puente que nadie podía traspasar. Por la tarde llegó otra camioneta de la que otros efectivos bajaron un vallado. Dijeron que era para evitar que se produjeran desmanes, ya que la asamblea de Gualeguaychú se había convocado a discutir medidas en el cercano corte de ruta de Arroyo Verde. La asamblea comenzó a sesionar al cierre de esta edición. Detrás de las vallas las chimeneas seguían echando humo, del negro al amarillo.
Bronca
Mediodía. En el corte de Arroyo Verde, Isabel y Ricardo discuten. El acaba de mostrarle una noticia del diario y ella dice:
–Tabaré Vázquez es un empleado de Botnia.
–Tabaré Vázquez es el presidente de Uruguay –la corrige él, y se aleja como quien da un portazo. Ella resopla. Está de malhumor. Cuenta que se enteró a la mañana de lo de Botnia y decidió no ir a trabajar a la escuela donde es portera. En cambio, se vino a ayudar en el corte.
Arroyo Verde está ubicado unos kilómetros antes del puente internacional San Martín. Una barrera atraviesa el asfalto, e Isabel y sus vecinos hoy la levantan para que pasen los periodistas que quieren filmar la planta en funcionamiento.
Isabel dice:
–¿Sabe qué voy a mandar a mi escuela? Un certificado que diga “causal de la inasistencia: defensa de la soberanía”.
Está enojada con el gobierno argentino: dice que ella tiene que ocuparse de hacer “lo que el Gobierno no hace”. Otros limitan su bronca a Tabaré: “Yo no me meto con su investidura por respeto al pueblo uruguayo, pero Tabaré Vázquez, como persona, necesita atención psicológica”, dirá por ejemplo Gustavo Rivollier. Otros no están seguros de nada: “¿Y si lo arreglaron todo entre ellos?”, se pregunta Felipe Tomassi.
Al costado del asfalto, el campo está vivo. La lluvia dejó todo fresco, como recién lavado, y el bloqueo lleva tanto tiempo –casi un año– que a esta altura la ruta parece cualquier cosa menos una ruta: una gallina picotea al lado de la barrera, y la banquina está cubierta por una construcción de ladrillo pintada de blanco. Es el refugio que hicieron para resguardarse del frío y mantener el corte. Acá se juntan todos los viernes en asamblea. Adentro, los que participan de la guardia miran televisión; están pasando los discursos de Kirchner y de Vázquez en la Cumbre.
–¿Sos uruguaya o argentina? –quiere saber antes una de las vecinas.
Isabel interviene: –Los periodistas esperan que vayamos al puente para que haya problemas. Pero no vamos a ir hoy. Vamos a ir mañana (por hoy) todos juntos y entonces habrá que ver quién no nos deja pasar. Mucho malhumor.
Edades
Dos de la tarde. Gustavo Zapata y Felipe Tomassi preparan la manifestación náutica que esta tarde, en simultáneo con una concentración en el puente, va a repudiar la puesta en marcha de Botnia. La actividad iba a ser acompañada además por un sobrevuelo de avionetas, pero Uruguay decretó una zona de exclusión aérea a 5 kilómetros a la redonda de la planta y no está claro si los aviones van a participar.
Zapata y Tomassi ofrecen llevar a Página/12 hasta Ñandubaysal, el balneario más importante de la ciudad, ubicado frente a la pastera. En el jeep, Zapata muestra una radiografía. “Es de mi pie.” Se la hizo hace diez días, cuando la última protesta de lanchas terminó en incidentes con la prefectura uruguaya. “Ibamos en un velero, disfrazados de piratas, y ellos trataron de detenernos.” Hubo una pelea y nadie sabe si en la nueva marcha náutica esto se puede repetir.
“Tenemos derecho a andar por el río, las aguas son navegables de costa a costa por uruguayos y por argentinos. El río es como una avenida que hace de límite entre los países, no es que cada país deba usar la mitad de la avenida”, señala. También dice que la puesta en marcha “nos agarró a todos desprevenidos. Hay indignación, pero no vamos a salir a tirar lanzas”.
–¿No va a haber abuela bomba, entonces?
Zapata se ríe: –Ni abuela bomba ni misil. La gente está a la expectativa de lo que pasa, pero ya no es como hace dos años. La asamblea tiene sus años y ha madurado. Nosotros antes, por ejemplo cuando vino (Rafael) Bielsa, le creíamos todo. Después empezamos a no creerle a nadie: era la época en que salíamos corriendo por cualquier cosa que pasaba, la adolescencia de la asamblea. Ahora me parece que estamos en una etapa de madurez.
Felipe: –Aunque cosas como éstas nos provocan para que salgamos. Están buscando que les demos una excusa para desalojarnos de la ruta.
–Supongamos que no los desalojan y que la planta sigue funcionando. ¿Cómo se ven frente al desgaste?
Felipe: –La ventaja es que en la asamblea la gente va rotando. Los que hoy están más activos, hace dos años por ahí ni siquiera estaban.
Por el camino saludan desde el auto a un hombre de remera negra. “Es de inteligencia de la Policía Federal”, informan. “Viene a las asambleas para escuchar de qué hablamos, pero al final ya terminamos sabiendo todos quién es quién.”
Valla
Seis de la tarde. Encima de la línea blanca del puente la prefectura uruguaya instaló un vallado. Abajo, el agua corre, mansa. Lenta. Desde este lugar no alcanza a verse más que el ir y venir de los camiones; sin embargo, se sabe que ya entró el primer turno de operarios a trabajar porque la empresa lo informó. En una semana estaría listo el primer embarque de pasta de celulosa. El viento sopla para el lado uruguayo y empuja el humo lejos de la costa argentina, por lo que no es posible saber si hay olor, ni llega ruido.
La prefectura argentina recibió la orden de tomar nuevas muestras de agua. En la ciudad éste es el tipo de información que circula de boca en boca, ya que no se han dado partes oficiales. Se sabe también que la intendencia está haciendo un informe sobre la situación ambiental previa a Botnia, que elaboró junto a un grupo de universidades públicas.
El intendente Daniel Irigoyen lo confirma: “Venimos trabajando hace un año específicamente en registrar indicadores ambientales”. El trabajo está casi terminado y servirá como punto de comparación con eventuales anomalías. Irigoyen tenía previsto viajar a Buenos Aires el fin de semana, pero con la puesta en funcionamiento de la planta cambió de planes y anunció que va a participar de la marcha de hoy al puente, convocada para las dos de la tarde.
“Gualeguaychú y la región van a responder a este despropósito del gobierno uruguayo, a la soberbia de Botnia y el cinismo de Finlandia con una masiva presencia en la movilización, donde estaremos. En esta línea me parece central la toma de conciencia que va tomando el pueblo uruguayo, aliado indispensable en esta puja”, sostuvo en la convocatoria, que difundió con un comunicado de prensa.
Además de las tomas de muestras oficiales, los asambleístas están montando en la isla Inés, frente a Botnia, un puesto de vigilancia. Desde ahí quieren controlar no sólo cualquier cambio en el ecosistema sino también la entrada y salida de las barcazas que transportarán la producción de celulosa.
A las nueve de la noche, del otro lado del río, Botnia se parecía al perfil de una ciudad, llena de luces. La oscuridad no dejaba ver el humo que, se sabe, seguirá saliendo: una vez encendidas, las calderas no se vuelven a apagar.
Reunidos en Fray Bentos deliberaban responsables de prefectura, policía, Ministerio de Defensa uruguayos y de la intendencia. Conformaron un Comité de Seguridad que dijo a la prensa que las vallas y el despliegue de fuerzas estaban destinados a “evitar el pasaje de activistas por el puente general San Martín hacia el predio de Botnia”. En Arroyo Verde, los vecinos empezaban a llegar y probaban los equipos de sonido para el comienzo de la reunión.
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