EL PAíS › BOTNIA Y LAS INVERSIONES ESPAÑOLAS FUERON LOS TEMAS PRINCIPALES DEL ENCUENTRO
El español José Luis Rodríguez Zapatero se reunió con los Kirchner en Olivos. Dijo que estaba “sorprendido” por la actitud de Tabaré Vázquez. Antes, se ofreció a seguir participando de la mediación. Los empresarios piden “paz social” en Aerolíneas.
› Por Martín Piqué
“Es incomprensible. Estamos muy sorprendidos.” La frase del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, se escuchó en la sala de conferencias de la quinta de Olivos. Sus interlocutores entendieron que se refería a la decisión de Tabaré Vázquez de ordenar la puesta en funcionamiento de Botnia mientras se desarrollaba la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile. Alrededor de Zapatero se encontraban el Presidente, la mandataria electa Cristina Fernández, el jefe de Gabinete Alberto Fernández, el embajador argentino en Madrid Carlos Bettini y el embajador español en Buenos Aires Rafael Estrella. En una sala contigua estaban los cancilleres Jorge Taiana y Miguel Angel Moratinos, también la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. La reunión tenía lugar luego de que ambos presidentes protagonizaran episodios de impacto mediático: Kirchner había salido en todos los diarios con el abrazo partido con Tabaré; Zapatero y el rey Juan Carlos habían discutido delante de las cámaras con el venezolano Hugo Chávez. El encuentro duró menos dos horas. Antes de irse, Zapatero aclaró que su país sigue dispuesto a mediar en el conflicto. “Una vez más recibimos el renovado compromiso de acompañarnos. Fue una reunión muy positiva, las relaciones con el gobierno español pasan por un momento muy bueno”, dijo a Página/12 el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Sin que nadie lo imaginara, la Cumbre Iberoamericana que España gusta organizar en estas tierras –una forma de mantener su influencia sobre sus viejos dominios– había dejado varias sorpresas y ganado mucho espacio en la prensa internacional. El primer impacto había sido la decisión de Tabaré de ordenar la puesta en funcionamiento de la planta de Botnia mientras el rey Juan Carlos se encontraba presente en Santiago de Chile. Por acuerdo de Argentina y Uruguay, el rey había asumido un rol protagónico en el conflicto por las pasteras. Había ubicado a un hombre de su confianza, Juan Antonio Yáñez Barnuevo, para que facilitara un acercamiento entre ambas partes. Con esos antecedentes, los gobiernos de Argentina y España descontaban que Tabaré esperaría unos días antes de ordenar el comienzo de las actividades de Botnia. La orden del presidente uruguayo los tomó desprevenidos: nadie la esperaba justo en este momento.
Este primer incidente fue muy comentado en la reunión de ayer a la tarde en Olivos. Aunque Kirchner ya lo sabía, Zapatero contó que el episodio le había caído muy mal al rey Juan Carlos. Durante la charla se calificó la actitud de Tabaré como una “actitud desopilante”. También se relacionó la orden del uruguayo con las críticas que Tabaré había recibido en su país al postergar la puesta en funcionamiento de la pastera de Fray Bentos. “Ellos se fijaron una estrategia. Dijeron que iban a lanzarlo en el medio de la cumbre porque a Tabaré lo estaban matando en Uruguay por haberlo suspendido. Al mismo tiempo quisieron demostrar que tenían buen trato con los argentinos. Al ver las repercusiones, dijeron que lo habían hecho porque Kirchner había recibido a los asambleístas”, dijo a Página/12 un funcionario que siguió muy cerca de la visita de Zapatero.
El encuentro en Olivos tuvo una demora de dos horas. Aunque estaba citado para las 16.30, Zapatero llegó con mucho retraso de Chile; su agenda en Buenos Aires preveía una visita al recientemente inaugurado Parque de la Memoria, el Memorial que homenajea a los desaparecidos. Así, Zapatero entró a Olivos pasadas las 18.20. Kirchner lo recibió en el sector asignado a la jefatura de gabinete de la quinta presidencial. Allí tiene un despacho, una sala amplia que permite hacer reuniones bastante concurridas. En la conversación se tocaron todos los temas de la agenda bilateral, incluso el último capítulo del cortocircuito con Uruguay. También se habló de la situación de Aerolíneas Argentinas y de Repsol-YPF, las empresas de capitales españoles que más espacio ocupan en la lista de urgencias de la Rosada. Ninguno de estos temas fue mencionado en el comunicado conjunto que se difundió al finalizar la reunión. Allí, se mencionó que Zapatero expresaba “su beneplácito por la espectacular recuperación de la economía argentina y las promisorias perspectivas que ofrece al capital español”.
Por la mañana, antes de partir de Chile, Zapatero había aclarado que su país seguía interesado en mediar ante ambas partes. “Quiero reiterar que por supuesto España sigue abierta a favorecer, a contribuir a que estos dos países que tienen una vinculación histórica tan importante como países amigos y hermanos y que la tienen con España, trabajen sin regatear en una solución al conflicto de las papeleras”, dijo. “Para quien hace una tarea de mediación –agregó prudente– parece lógico el llamamiento conjunto sin hacer ningún otro tipo de valoración sobre decisiones que hayan podido de tomar Uruguay o Argentina. Trabajamos para mediar. El rey lo ha hecho poniendo todo su esfuerzo, toda su sensibilidad. Debemos ante todo subrayar las posibilidades y hacer un llamamiento a reencontrar el diálogo.”
Socios estratégicos
La reunión en la quinta comenzó con un balance de la decisión del gobierno uruguayo y el cruce entre Kirchner y Tabaré. “Zapatero nos dijo que el rey está alucinado con todo lo que pasó”, contó a Página/12 un funcionario que estuvo en Olivos. En casi dos horas, en la quinta presidencial hubo dos reuniones en paralelo: la principal encabezada por Zapatero, Kirchner y CFK. Zapatero estuvo acompañado por los titulares de las principales empresas españolas en el país. En un momento de la charla, dejó en claro que para el futuro inmediato se proponía otros cuatro años de idilio. “Dijo que la relación con Argentina es una de la que más les interesa cuidar”, contó a este cronista uno de los participantes.
Kirchner también se cuidó por dedicar algún gesto. Cuando la charla derivó hacia las próximas elecciones presidenciales de España, previstas para el 9 de marzo, el Presidente sacó una encuesta de intención de voto realizada por la empresa española Eratema. Según la Rosada, ese sondeo llegó a manos de Kirchner a través de un misterioso “amigo argentino que vive en España”. La encuesta mostraba a Rodríguez Zapatero primero, con 6 puntos de diferencia, que se estiraban a 9 si se proyectaban los indecisos. Para Kirchner y su esposa, el triunfo del candidato del PSOE es esencial para mantener la alianza estratégica que han construido con Madrid. Quizá por la referencia a su principal fuerza de oposición, el conservador Partido Popular, Zapatero comentó con sus interlocutores el incidente que tuvo con Chávez al defender a Aznar (ver páginas 6 / 7).
“Yo no me puedo quedar callado. Es un presidente elegido por los españoles. No había forma de pararlo al tío”, fueron las palabras del español. Eran comentarios algo risueños sobre la volcánica personalidad de Chávez, aparentemente del lado argentino hubo silencio de radio. Prudencia, le dicen. Como suele suceder en estos casos, la conversación sobre los intereses económicos no se hizo en profundidad (para eso están los especialistas). Zapatero y Kirchner repasaron la actualidad de Aerolíneas Argentinas, que controla el grupo Marsans. En ese momento habló el jefe de Gabinete, quien relató los resultados de una reciente reunión con la autoridades de la empresa. Los españoles quieren “paz social” a cambio de incrementar las inversiones. Como argumento dijeron que los paros aeronáuticos tienen mucha repercusión en el mundo y que eso los perjudica a la hora de pedir créditos para comprar aviones o alquilarlos vía leasing.
También se habló del gigante que sobrevuela cada reunión hispano-argentina: Repsol. Quizá impulsados por el reciente descubrimiento de Petrobras en el lecho submarino del Atlántico, los españoles prometieron fuertes inversiones en los próximos años. En la Rosada reconocen que hasta ahora eso no se produjo. Del banquero Enrique Eskenazi, titular del grupo Petersen y probable comprador del 20 por ciento del paquete accionario, no se habló. “Zapatero nos prometió que todo lo de Repsol iba a estar bien.”
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