EL PAíS › BALANCE Y PERSPECTIVAS DEL RADICALISMO TRAS LAS ELECCIONES
Con críticas en voz baja a la candidatura de Lavagna y los resultados obtenidos, los radicales analizan el posible final de la experiencia frentista y comienzan a disputar las clásicas internas partidarias.
› Por Eduardo Tagliaferro
“Como dice el tango, mano a mano hemos quedado”, dice un dirigente radical que repasa con este diario el desempeño de la alianza electoral que la UCR conformó con Roberto Lavagna. El enojo transcurre en voz baja por los bloques legislativos, por las reuniones de estructuras partidarias y, aunque no lo digan en público, todos consideran que “como político, Lavagna es un buen economista”. Aunque el jujeño Gerardo Morales destaca que la alianza le permitió al radicalismo pasar del 2 por ciento de los votos en 2003 al reciente 17 por ciento, los seguidores del partido centenario se sienten decepcionados por la performance electoral.
“Nosotros cumplimos con nuestra parte del pacto. Pusimos una estructura nacional al respaldo de la candidatura, caminamos el país, y lo único peronista que tuvo Lavagna son los votos que consiguió Jorge Sarghini en la provincia de Buenos Aires”, dice un radical del interior que jugó fuerte en la campaña electoral y al que la suerte le fue adversa en su provincia.
Dos reuniones radicales de la semana pasada no dejan dudas de que la experiencia frentista llegó a su fin. En la sede que el Comité Nacional partidario tiene en la calle Alsina, no fueron pocos los oradores que en una reunión de dirigentes subrayaron que la coalición se terminó. Nadie los desmintió. En la reunión semanal que los senadores radicales mantienen en el segundo piso del Palacio Legislativo, Morales recibió un cerrado aplauso como reconocimiento por su esfuerzo electoral. El santiagueño José Luis Zavalía fue quien más destacó la tarea de Morales. Allí se dijo que “la experiencia Lavagna terminó el 28 de octubre a las 18 horas”.
“No hay rencor, pero no pasamos por alto que, en Capital, Lavagna alentó dos listas más que nos impidieron sumar más diputados. O me va a decir que el Partido Demócrata Progresista tiene 80 mil votos en esta ciudad”, se lamenta un radical porteño ante Página/12. Tanto para este radical como para muchos de aquellos que están en el interior del país, “Lavagna hizo su negocio y nosotros hicimos el nuestro”. Más allá de esa interpretación, los enojos existen. Entre otras cosas, destacan que Lavagna no terminó de ponerse el overol de candidato y que pasó mucho tiempo refugiado con su equipo en la calle Cerrito. También se quejan de que el grueso del financiamiento de la campaña corrió por cuenta de la UCR. No faltan quienes destacan que esperaban un discurso más opositor y más contundente.
Calma, radicales
Con el resultado electoral puesto, los radicales comenzaron un proceso repetido: la interna. Con los pies fuera de la estructura partidaria, la bonaerense Margarita Stolbizer fue la primera en tirar sal sobre la herida y pedir una autocrítica de la dirigencia. Con un estilo propio, al día siguiente de la elección nacional y luego de reconocer su derrota en Mendoza, Julio Cobos pidió gestos de grandeza para “reconstruir el radicalismo”.
Pero la verdadera interna está puertas adentro del partido. Morales y el senador Ernesto Sanz impulsan un cónclave partidario en el que se pretende analizar no solamente el resultado electoral sino también dar pasos hacia el futuro. Este encuentro tiene un claro contenido informal.
La movida estaba prevista para el 29, 30 de noviembre y el 1º de diciembre en Huerta Grande. Aunque por el momento la fecha se mantiene, el lugar del encuentro se trasladó a Santa Fe. Los organizadores señalan que en Córdoba tienen problemas de hotelería.
La formalidad tendrá lugar en la primera quincena de diciembre cuando, de acuerdo con la carta orgánica partidaria, se tenga que elegir el futuro Comité Nacional. Unos cuantos ya se prueban trajes de candidato para la próxima mesa nacional partidaria. Uno de ellos es Mario Negri. El cordobés, derrotado en la elección a gobernador, a pesar de contar con el apoyo de Elisa Carrió y del propio Lavagna, se para sobre los votos que el ex ministro cosechó en la elección presidencial. De hecho, Córdoba fue el único distrito en el que Lavagna se impuso a Fernández de Kirchner. “Negri está queriendo facturar el triunfo; pero sabe, como todos sabemos, que esos votos le pertenecen a Luis Juez”, confía a este diario un importante referente radical. El nombre del porteño Rafael Pascual también es repetido por algunos radicales cuando se piensa en la futura estructura partidaria.
Lo cierto es que el partido se encuentra en una situación reglamentaria extraña. Muchos distritos se encuentran intervenidos. Son pocos los que han cumplido con todos los mandatos de su carta orgánica. “En Santa Fe cumplimos al pie de la letra, hicimos internas para cargos electivos y también para los partidarios”, subraya Luis “Changui” Cáceres. El histórico dirigente de la Junta Coordinadora Nacional no ahorra críticas contra las autoridades nacionales. “No recuerdo quién lo eligió a Morales como presidente de la UCR. Cuando renunció Roberto Iglesias tendría que haber ocupado el lugar algún vice o quienes seguían”, señala antes de cuestionar el manejo de Morales al frente del Comité Nacional. “Después de la elección a gobernador de Santa Fe, Morales condenó el resultado electoral que tuvo el partido santafesino y dijo: ‘El que pierde, paga’. Con ese criterio no me explico cómo es que Morales no está con Cobos. La UCR es un partido fundamentalista, más fundamentalista que Bin Laden y Al Qaida, un partido en el que lo más importante es el deber ser. A ese partido yo le dediqué casi 40 años de trabajo. Pongo la joroba y trabajo. Ahora me dicen: ‘El que pierde, paga’. Pero Morales no paga nunca”, concluye el Changui Cáceres, antes de decir que si lo invitan al cónclave previsto para fines de noviembre él dirá presente. A pesar de que aclara que no tiene muchas expectativas de figurar en la lista de invitados de la actual conducción partidaria. La interna recién empieza. Aunque algunos radicales sugieren que en 2008 serán muchos los que se tomarán vacaciones políticas, hay otros que aventuran mayor actividad partidaria. No por nada es la interna el deporte favorito de la UCR.
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