EL PAíS › IRIBARNE VA A LA EMBAJADA ARGENTINA EN EL VATICANO
› Por Martín Piqué
El Ministerio de Justicia vivía ayer el mismo clima que el resto de los organismos del Estado. Había llegado el tiempo de las mudanzas, de acomodar los papeles y preparar las cajas. Con el ministro saliente, Alberto Iribarne, con destino cierto –ya aceptó la embajada ante la Santa Sede, por lo que deberá establecerse en la bellísima Roma– la atención estaba puesta en quiénes serán los colaboradores del ministro entrante. Aunque hasta ahora Aníbal Fernández haya mantenido silencio, en la estructura del ministerio ayer se daba por descontado la llegada del abogado Eduardo Descalzo, actual director nacional del Registro Nacional de las Personas (Renaper). Natural de la ciudad de San Pedro, Descalzo es un hombre del peronismo bonaerense muy cercano a Fernández y también al diputado electo José María Díaz Bancalari. “Un abogado muy serio”, lo definió ante Página/12 uno de los dirigentes que más lo conocen. Descalzo será el responsable de la situación en todas las cárceles del país.
Descalzo es un abogado peronista de la segunda sección electoral de la provincia. Es un viejo conocido de Díaz Bancalari y Aníbal Fernández. Su carrera se catapultó a la gobernación a partir de la municipalidad de San Pedro, donde supo ser el colaborador de confianza del entonces intendente Julio Pángaro. Cuando Pángaro fue convocado para ocupar la Secretaría de Asuntos Municipales del Ministerio de Gobierno bonaerense, Descalzo lo acompañó como asesor. Allí inició su relación con Díaz Bancalari, entonces ministro de Gobierno, y su secretario, un tal Aníbal Fernández. Cuando el quilmeño fue nombrado ministro de Trabajo, se llevó a Descalzo con él.
La llegada de Descalzo era ayer un secreto a voces entre los funcionarios de carrera del ministerio. Su destino, según las versiones, sería la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios. Esa área depende de la Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, hoy a cargo de Alejandro Slokar. Jurista reconocido (elaboró un proyecto de reforma del Código Penal que privilegia los derechos contra la vida y que incluye la figura penal del genocidio), Slokar suele ser elogiado por hombres clave para el próximo gobierno: un caso es el embajador en Madrid, Carlos Bettini. Pero Slokar también tiene enemigos. Su continuidad dentro de la estructura era justamente uno de los interrogantes del microclima K.
Fernández asumirá en un virtual superministerio. Además de las cuatro secretarías que dependían hasta hoy de su cartera –Justicia, Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, Derechos Humanos y la Oficina Anticorrupción– se sumará toda la estructura de Seguridad que pasará desde Interior. Iribarne sucederá al gremialista Carlos Custer en la representación ante el Vaticano. Custer fue uno de los pocos hombres que la Central de Trabajadores Argentinos ubicó en el gobierno de Kirchner. ¿Será una señal de que la CTA no tendrá su ansiada personería?
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