Una encuesta muestra altas expectativas para el gobierno de Cristina Kirchner. Pero la seguridad sigue, de lejos, al tope de los problemas.
› Por Raúl Kollmann
Siete de cada diez argentinos dice que el gobierno de Cristina Kirchner será bueno o muy bueno, mientras que un 20 por ciento tiene pocas expectativas y afirma que la gestión de la presidenta electa será mala o muy mala. “Lo que se percibe entre los encuestados es que hay menos espacio para la sorpresa. La inmensa mayoría cree que Cristina va a mantener la estabilidad económica y que no habrá mayores turbulencias. No necesita demostrar que es capa y que tiene firmeza, porque eso la gente lo cree. Lo que tiene que demostrar es que puede articular un gobierno, dialogar con distintos sectores, ejercitar el poder con su propia personalidad, con más sensibilidad y manteniendo la firmeza”, sintetizó la socióloga Analía Del Franco, titular de la consultora Analogías.
Las conclusiones surgen de un estudio hecho por Analogías sobre la base de mil entrevistas realizadas en todo el país, incluyendo la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza y otras 23 ciudades y localidades de la Argentina. Las entrevistas fueron telefónicas, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico social.
–Se dice que muchos gobiernos, al principio, gozan de una especie de luna de miel con la población. ¿Será el caso de Cristina? –preguntó este diario a Del Franco.
–Más que de luna de miel, lo que prima es cierta expectativa, inquietud por conocerla con más profundidad. No descarto la luna de miel, buenos momentos iniciales, pero en este caso hay menos sorpresa por la continuidad del esquema político y la pertenencia del ahora presidente Néstor Kirchner a ese esquema. Por ejemplo, la gente no tiene dudas respecto de las cuestiones estructurales. Está convencida de que en ese terreno Cristina continuará el camino iniciado por Néstor y, al menos por ahora, no ven ni drama ni riesgos.
–Aun así, muchos afirmar que ella tendrá menos crédito que Kirchner al principio.
–Bueno, si uno revisa los números, después de ganar la primera vuelta, Kirchner tenía un 47 por ciento de imagen positiva. Cuando Carlos Menem desistió del ballottage, la opinión favorable sobre Néstor trepó de inmediato al 75 por ciento. Es que la gente necesitaba creer, era un momento más dramática. A esto hay que agregar que Néstor Kirchner utilizó el factor sorpresa en forma continua durante el primer año. Era sorpresa, iniciativa pura. Ese factor no aparece de entrada con Cristina, pero no descarto que podría aparecer.
–¿Qué significa eso en concreto ahora?
–Habrá que ver si Cristina sorprende con medidas, pasos audaces, un estilo inesperado. Y diría que con ella hay más preocupación con el estilo que con lo que va a hacer. Yo diría que las sorpresas, las iniciativas que le caen bien a la gente, que los ciudadanos perciben como positivas, permiten mantener un buen humor social. Cristina seguramente sorprenderá al principio. De todas maneras, existen algunas demandas de importancia, como la cuestión de la inseguridad. Hay que ver cómo lo toma, pero es indudable que la gente quiere que incorpore la cuestión de la inseguridad a su discurso y a su gobierno. El tema de la inflación, en cambio, aparece en un tono menos dramático, se ubica en el séptimo puesto de las demandas. Lo que obviamente no se quiere es que se dispare, haya un fuerte desequilibrio en los precios. Pero hoy en día las demandas son más bien típicas de las épocas en que la economía no aparece como gran problema. Los temas centrales son inseguridad, educación y salud. Por supuesto que en cualquier encuesta del mundo aparece el tema del trabajo. La baja en la desocupación la gente lo vive como un gran avance y de ninguna manera lo quiere perder o que se deteriore.
–Cristina venía con una imagen positiva muy alta, en la campaña y sobre todo en el último tramo de la campaña cayó notoriamente, ¿y ahora vuelve a subir?
–Sí. Las campañas deterioran. La baja en la imagen fue de Cristina, pero también de Néstor y yo diría de la gestión del gobierno en general. Coincidió también con momentos no muy buenos del oficialismo. Una vez que ganó, Cristina subió en las encuestas, porque hay un núcleo duro del 20 por ciento que no la ve con buenos ojos, pero en el resto de la población la gente se modera y crece la expectativa. Lo peor que puede hacer ahora Cristina es sobreactuar su firmeza o demostrar que tienen conocimientos. Más que mostrar autoridad, tiene que evidenciar cómo la ejerce. Más que mostrar que tiene capacidad para resolver problemas, los tiene que resolver. E, insisto, tal vez con un estilo diferente: mostrar sensibilidad, escuchar a distintos sectores, conducir con eficiencia, todo eso sin perder firmeza. El encuestado es sincero cuando dice que no le importa que quien gobierne sea mujer. No existe la imagen de que a ella, por ser mujer, la van a pasar por encima. Ahora ella tiene que aportar sorpresa y su propio estilo.
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